La liquidez tiene una virtud que la gente no la aprecia completamente, y es su opcionalidad. La Bolsa es el mercado líquido por excelencia
Hay, al menos, dos tipos de liquidez. Una, la que está en el bolsillo, en la cuenta corriente. Dos, la que te brindan los mercados. Hoy es imposible vender un piso, por ejemplo. Pero sí vender (o comprar acciones). La Bolsa es el mercado líquido por excelencia, aunque todo tiene un precio. Es la prima que hay que pagar o recibir, según te vaya la operativa. El famoso gestor de fondos Jeremy Grantham ya declaró hace nueve años (9) que los inversores deberían mantenerse en liquidez, y esperar a precios mejores para entrar en el mercado de acciones:
La liquidez tiene una virtud que la gente no la aprecia completamente, y es su opcionalidad. Si cualquier activo sufre un crash y quema su valor -como el mercado de acciones de EEUU- si no tienes recursos, no te servirá de nada. Si los bonos hacen crash, y no tienes recursos, no te servirá de nada. La liquidez te da esos recursos. En la gestora preguntan y preguntan los clientes, pero nadie mueve un euro. O lo que es lo mismo, desconfían de lo que sucede dentro y fuera de los mercados, pero están inquietos por el destino del dinero que tienen ahorrado. La gente que tiene algo de dinero, lo suficiente para seguir el día a día, no sabe estarse quieta, aguardar pacientemente el final de un ciclo y el comienzo del siguiente. La gente, en su mayoría, no sabe estar en liquidez. Es más, la aborrecen. Dicen que el dinero hay que moverlo. Estamos de acuerdo, pero no a tontas ni a locas. La liquidez es, con frecuencia, el mejor tesoro», me cuenta el director de Bolsa de una gestora de fondos.
Un gráfico demoledor y una advertencia muy seria, para retenerla: «la liquidez, la facilidad con que los vendedores pueden encontrar compradores y los compradores pueden encontrar vendedores, ha ido en declive. Eso puede significar mayores costos y precios más volátiles». (Vía WSJ). Las advertencias aumentan, los miedos también. “Liquidity is the new leverage” (La liquidez es el nuevo apalancamiento) según manifestaciones del jefe de Global Credit Strategy de Goldman Sachs, Charles Himmelberg, en el pasado otoño. Señalaba, que históricamente, el apalancamiento «es la yesca que convierte un fuego financiero en un infierno«. Sin embargo, desde el choque súbito de febrero de hace un año, Himmelberg ha hecho sonar una y otra vez la alarma de que la transformación algorítmica de los mercados significa que la liquidez, no el apalancamiento, debería ser la preocupación preeminente y catalítica.
En una nota del pasado otoño, el gurú cuantitativo de J.P. Morgan, Marko Kolanovic, que ha advertido repetidamente sobre una «gran crisis de liquidez», resumió la dinámica que teme: «Una serie de estrategias sistemáticas tienen la capacidad de exacerbar movimientos al reforzar las tendencias de los precios. A medida que aumenta la volatilidad, la venta de tales estrategias tiende a generar flujos unidireccionales en productos de índice como futuros y ETF … Esos descensos a su vez causan que la liquidez del mercado se agote … Hay menos jugadores tradicionales dispuestos y capaces de intervenir para desacelerar movimiento de la calle. Los inversores de valor, por ejemplo, se han visto afectados por más de una década de bajo rendimiento y pueden tener menos capacidad para mitigar una venta masiva«…
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa