Los fabricantes mundiales de automóviles se encuentran entre las mayores víctimas industriales de la pandemia del coronavirus. Ante los cierres de plantas y la destrucción de la demanda, la crisis sanitaria mundial ha empujado a algunos de los actores más débiles a una precaria situación financiera. Ford Motor (NYSE:F), el segundo productor más grande del mundo, es uno de ellos.
Incluso antes de entrar en esta última crisis, Ford ya luchaba contra algunos problemas serios. Después de muchos años de aumento de las ventas, impulsadas por la robusta economía global y la demanda de los consumidores, el fabricante de automóviles se enfrentó a grandes obstáculos al ralentizarse la demanda de automóviles sedán. El año pasado, sus ingresos netos descendieron a más de la mitad.
La compañía decidió apartarse de los mercados de automóviles más pequeños para centrarse en los SUV y camiones de Estados Unidos, mientras aceleraba sus esfuerzos para entrar rápidamente en los mercados de vehículos eléctricos y autónomos. El año pasado, anunció que invertirá 900 millones de dólares para construir coches eléctricos y de conducción autónoma en su planta de Flat Rock, al sur de Detroit.
De hecho, Ford estaba implantando un plan de reestructuración de 11.000 millones de dólares, repartido a lo largo de cinco años, que incluye la eliminación de miles de puestos de trabajo, el rejuvenecimiento de su línea de SUV y camionetas y el abandono de los sedanes, de venta lenta.
Pero la crisis del coronavirus a ha puesto en duda la viabilidad de este plan, lo que obligó a S&P Global Ratings a rebajar la calificación crediticia de Ford a basura esta semana. La medida llega después de que Moody’s Investors Service rebajara su calificación por segunda vez en seis meses el miércoles.
Las rebajas de calificación crediticia aceleraron una caída de las acciones de Ford, que ha perdido el 41% de su valor este año, registrando su cota más baja desde 2009. Ayer cerraron en 5,25 dólares, con pérdidas de un 2,6% en el conjunto de la jornada.
Dividendo suspendido
Con las fábricas de Ford de todo el mundo cerradas —incluidas todas sus plantas de Norteamérica— y sin saber cuándo se reanudará la producción, la compañía se ha visto sometida a una inmensa presión financiera, según el S&P.
«El estrés de tener cerradas todas las plantas de una empresa difiere del de una recesión recesiva convencional», explica la empresa de calificación crediticia, señalando que los cierres significan que Ford no está generando los ingresos que necesita para cubrir sus costes. «La tasa de quema de efectivo, incluso durante unos meses, podría ser más rápida que durante una recesión típica».
Mientras intenta evitar la crisis financiera y preservar el efectivo, la compañía suspendió la semana pasada el dividendo que la dirección había prometido mantener. Tomó esta medida para priorizar la expansión cuantitativa y las inversiones con una serie de lanzamientos de nuevos productos este año, según un comunicado.
«Aunque obviamente no previmos la pandemia del coronavirus, hemos mantenido un sólido balance y una amplia liquidez para poder capear la incertidumbre económica y seguir invirtiendo en nuestro futuro», dice el director ejecutivo Jim Hackett en el comunicado. «Confío en las medidas que estamos tomando para navegar por la actual incertidumbre mientras seguimos construyendo hacia el futuro».
Los analistas, por otro lado, siguen divididos sobre si Ford podrá sobrevivir a este difícil momento sin el rescate del Gobierno que parece inminente para las empresas con problemas a causa del bloqueo de la economía por el brote del COVID-19.
Adam Jonas, director de automovilística e investigación de movilidad compartida de Morgan Stanley, dijo a la CNBC el martes que aunque Ford sobreviva a la incertidumbre financiera provocada por el coronavirus, es posible que sus acciones aún no hayan tocado fondo.
Jonas dijo a la cadena que el fabricante de automóviles ha tenido sus problemas de ejecución. Pero destacó los 30.000 millones de dólares de liquidez de la compañía en sus operaciones industriales, así como un fuerte equipo financiero y de tesorería nacido de la crisis financiera de 2008, en la que la compañía no recibió un rescate.
En conclusión
La crisis actual ha retrasado aún más el resultado del plan de restructuración de Ford que muchos analistas esperaban ver este año. A partir de aquí, la supervivencia de la compañía depende en gran medida del salvavidas que el gobierno planea lanzar a los fabricantes de automóviles y la capacidad de la compañía para aprovechar una posible reactivación de la demanda, estimulada por los bajos tipos de interés y un drástico recorte del coste del combustible.
Haris Anwar/Investing.com
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