Olvidémonos del petróleo. La cantinela superrecurrente de que «las cosas probablemente empeorarán antes de mejorar» ha adquirido de repente un significado bastante aterrador para los mercados y los inversores de todo tipo y de todas partes.
Pero qué otra cosa se puede esperar cuando la Reserva Federal recorta los tipos de interés a casi cero en el segundo recorte de emergencia en dos semanas y apoya otros 700.000 millones de dólares de compras de bonos y la mejor reacción del mercado es «pues claro».
La histeria del coronavirus ya ha obligando a 100.000 millones de europeos a permanecer encerrados y aislados y los estadounidenses temen ser los siguientes, así que la economía global se ha visto alterada de maneras que pocos bancos centrales podrían haber imaginado.
En ausencia de personas en las calles, trabajando, conduciendo, comiendo, bebiendo y comprando cosas como hacen normalmente, ningún recorte de tipos ni estímulo que valga va a conseguir restaurar la demanda real o la confianza de los consumidores.
Esto es especialmente así en Estados Unidos, donde casi el 80% de la economía está impulsada por el gasto de los consumidores. A menos que las autoridades encuentren una manera de poner dinero directamente en los bolsillos del ciudadano de a pie a quien se le ha reducido o retirado su salario para que puedan gastar online lo que normalmente gastarían en las tiendas físicas, las cosas van a empeorar.
Nike, Urban Outfitters y otros 14 grandes minoristas han cerrado temporalmente sus tiendas y Walmart y Apple abren en horario reducido, así que por ahora podemos descartar cualquier esperanza de que las cosas mejoren».
El recorte de la Fed no significa nada
Es por eso que los futuros del Dow apuntan a otra caída de 1.000 puntos o cerca del 5% a la apertura del lunes. Es un veredicto condenatorio que la acción de la Fed de este domingo no ha supuesto nada para Wall Street, incluso recibiendo elogios poco habituales del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha instado persistentemente al banco central a recortar los tipos a cero desde que asumiera el cargo.
En el caso del petróleo, los futuros del crudo de Estados Unidos y del Brent han caído alrededor de un 2% o más a mediodía de la jornada de este lunes en Asia, revirtiendo su curso tras el repunte del viernes inspirado por la promesa de Trump de llenar la reserva petrolera de Estados Unidos, un empujón para la industria del petróleo de esquisto que, como era de esperar, no podía durar más allá de una sesión.
Incluso el precio del oro al contado experimentó una subida de menos del 2% tras el histórico recorte de los tipos de interés —no haciendo justicia exactamente a su etiqueta de refugio seguro, que cada vez es menos merecida de todos modos, especialmente después de la caída del 9% de la semana pasada, su mayor pérdida en una sola semana desde 2011.
La recesión «parece inevitable»
«A partir de aquí, una recesión parece ya inevitable a nivel mundial», dijo Jeffrey Halley, analista senior de mercado de OANDA.
«El mejor escenario es que los esfuerzos de contención den sus frutos y dentro de tres meses, el mundo vea la luz al final del túnel y comience la recuperación. Ése es un escenario más que optimista, sin embargo, pues más de un país sigue mareando la perdiz o en un estado de negación. Vosotros ya sabéis quienes sois.
Para el petróleo, eso podría significar que la estimación de Goldman de 20 dólares por barril se convierta en una posibilidad más clara. Si bien tanto el WTI como el Brent siguen por encima de 30 dólares, no sería muy difícil que perdieran otro tercio de su valor.
Se avecina un grave riesgo de superabundancia de petróleo a medida que la represión de viajes en avión, por carretera o por mar provocada por el coronavirus se junta con las inoportunas reducciones de producción de Arabia Saudí.
Transportistas como American Airlines han perdido hasta el 75% de su capacidad internacional después de que Trump anunciara una prohibición completa de los viajeros europeos a Estados Unidos, mientras que los miembros de la UE toman medidas para asegurar sus fronteras. La semana pasada, la consultora Rystad Energy estimó que el tráfico aéreo mundial se desplomaría un 16% o más en 2020, lo que resultó en una pérdida de alrededor de 780.000 barriles al día de la demanda de combustible para aviones.
El precio promedio de un galón de gasolina (3,7 litros) se situaba este sábado en Estados Unidos en 2,26 dólares, su cota más baja desde 2017, según la Asociación Americana del Automóvil. Si bien la bajada de los precios del combustible normalmente trastoca el crecimiento económico, la caída actual se produce en un momento en que la conducción ha disminuido considerablemente en Estados Unidos debido a la pandemia, que ya ha infectado a más de 3.700 personas y ha matado a unas 70 personas en el país.
Pocas buenas noticias para el petróleo de esquisto
¿Pero qué pasa con los planes de Trump de recargar la SPR (Reserva Estratégica del Petróleo) de Estados Unidos? ¿No ayudará eso al sector del petróleo de esquisto?
Sí y no.
Como dice Scott Carpenter, colaborador del sector de la energía de Forbes, el plan de Trump de llenar la SPR podría resultar «más eficaz como metáfora de que el interés por la de deuda del sector del petróleo de esquisto no tiene fondo» que como catalizador significativo para una subida de precios del petróleo.
Esto se debe a que la capacidad total de la SPR es de 713,5 millones de barriles. A partir de la semana pasada, el volumen total de crudo en las cavernas de sal subterráneas de Luisiana, que representan las reservas de la nación, se sitúa en poco menos de 650 millones de barriles.
Por lo tanto, lo más que Trump puede arrojar a esas cavernas es 63,5 millones de barriles. Incluso si la Administración continúa llenando la SPR hasta finales de año, sólo podrá llegar hasta 219.000 barriles al día durante los 290 días restantes del año a partir del 16 de marzo.
«Eso no equivale siquiera a la mitad del volumen de las reducciones que la OPEP+ había estado considerando antes de que las últimas conversaciones se fueran al traste. Y es sólo una fracción de los aproximadamente 4 millones de barriles al día a los que los mercados globales podrían enfrentarse ahora», dice Carpenter, refiriéndose al agresivo plan de producción saudí de las próximas semanas, que se espera que coincida más o menos con la producción de Rusia.
Y a pesar de su chulería, los saudís parecen estar en problemas también.
Aramco, la compañía petrolera estatal de Riad, ha recortado el gasto previsto para este año en la primera señal de que la demanda y la guerra de precios del petróleo que el reino ha desatado le está empezando a salpicar, informa Bloomberg.
El gasto de capital será de entre 25.000 y 30.000 millones de dólares en 2020 —se están revisando los planes de gasto para el próximo año y más adelante, según Aramco—, lo que supone una reducción con respecto al rango de 35.000-40.000 millones de dólares anunciado en el folleto informativo de salida a bolsa del gigante petrolero. En 2019 gastó 32.800 millones de dólares.
De cualquier manera, el oro se venderá
En el caso del oro, cualquier repunte va a ser limitado pues los actores son propensos a vender rápidamente para cubrir márgenes y otras pérdidas en acciones y otros activos. Como afirma Halley, de OANDA, si las acciones siguen descendiendo, la liquidación de aquéllos posicionados en largo en el oro parece inevitable; si las acciones vuelven a subir hacia los 1.600 dólares, o incluso reconquistan los máximos de 1.700 dólares de la semana pasada, se venderá el doble de rápido.
«Con toda probabilidad, la paciencia recompensará a aquéllos posicionados en largo en el oro, pero harán falta grandes recursos», dice.
«Habiendo perdido 175 dólares esta última semana, no se puede descartar que siga bajando, y tampoco se respetarán los niveles técnicos. Dicho esto, el rango de entre 1.460,00 y 1.480,00 dólares se cierne como nivel de apoyo a largo plazo. Si uno quería posicionare en largo y cerrar los ojos, éste podría ser un rango tan bueno para hacerlo como otro cualquiera».
Barani Krishnan/Investing.com
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