Esperar un crash del mercado es una muy mala estrategia, como pueden ver en el gráfico adjunto. Siempre se presentan con nocturnidad y alevosía. Ya lo hemos visto en las últimas horas ¿Y si sucede? Los sabios y estudiosos de los mercados resucitan en los últimos meses decálogos de inversión, que siguen vigentes ¡quién lo iba a decir! tras el paso del ciclón tecnológico y del dominio de las máquinas y sus algoritmos.
Uno de ellos, el que perdurará por los siglos de los siglos es el referido a las grandes oportunidades de inversión que brindan los crash y los colapsos financieros, y, al revés, que la complacencia y la euforia conducen al crash y a los colapsos. Cuando rugen los tambores compro más, aunque me asustan mucho los grandes problemas de fondo de la Economía Global y el gallinero político de aquí y de allá…»
«Tengan bien engrasado el gatillo y presto el dedo para disparar cuando vean un rayo de sol dentro de un edificio, el de la Bolsa, que amenaza ruina. Lo he visto en numerosas ocasiones en estos cuarenta años de experiencia bursátil. Nunca duerma presa del miedo ni del pánico. Recuerde la ley del péndulo, que tanto se da por estos lares. Recuerde que las dos grandes fuerzas que mueven los mercados son la codicia y el miedo. Ahora no será diferente…», me dice un viejo lobo de la Bolsa, que añade:
«El punto clave es que las fuertes oportunidades de inversión casi siempre surgen de la incomodidad. Asimismo, los colapsos del mercado casi siempre nacen de la confianza y la euforia».
Si analizamos los retornos generados por el S&P 500 desde el año 1872, se puede decir con total rotundidad que lo sucedido en 2008 fue algo excepcional y que la probabilidad de que vuelva a ocurrir es muy baja, concretamente del 2%. En toda su historia, la renta variable estadounidense solo ha sufrido un retroceso anual superior al 30% en tres ocasiones: en 1931, en 1937 y en 2008. Y, cuando ocurrió, al año siguiente registró subidas superiores al 20% (en el caso de las caídas de 1937 y 2008; en la de 1931 volvió a caer en 1932, pero en 1933 registró la que hoy es una de las dos subidas anuales más fuertes del S&P 500 en toda su historia).
Caídas tan fuertes de la bolsa es lo que en la industria se denomina como eventos de cola, episodios extremos con una probabilidad de que sucedan muy escasa. Lo más habitual es que la bolsa americana ofrezca rentabilidades anuales que se sitúen en algún punto entre el 0% y el 30%. Es lo más probable. El 2019, sin embargo, fue un año que podría catalogarse como excepcional, ya que el índice terminó el año con una subida que superó el 30%. Estos también son episodios relativamente infrecuentes.
“El inversor tiende a creer que después de un mercado alcista como el que hemos vivido viene una fuerte corrección, pero en los últimos 19 años sólo hemos tenido dos. El riesgo de asistir a otro 2008 es limitado. Quizás vengan nuevas caídas que permitan comprar más. No es una cuestión de tratar de hacer market timing, sino de ser paciente y mantenerse invertido”, explica David Polak, director de Inversiones en Capital Group.
Eso no quiere decir que durante las recesiones económicas los mercados no caigan. De hecho, suelen hacerlo. El gráfico presentado por J.P.Morgan AM en su Guía de Mercados muestra que históricamente esto ha sido así. Han sido altos en el camino que, posteriormente, han tenido continuidad con nuevas fases alcistas. En el caso de las caídas que se produjeron en 1931, 1937 y 2008, además, tuvieron como detonante crisis económicas de primer nivel (la Gran Depresión y la crisis financiera), que amenazaban con poner en jaque la supervivencia del propio sistema capitalista.
Mar Revuelta
La Carta de la Bolsa