Cuesta encontrar, al menos en los últimos tiempos, una sesión como la del miércoles. El dólar se florea en su mejor momento, en línea con los sólidos datos de la economía estadounidense, generando movimientos que poco se parecen a los de los meses anteriores.
No hace falta mucho análisis para comprobarlo. Tome, amigo lector, por ejemplo, el par EUR/USD, y compare una vela semanal de los últimos meses con una vela de 2004, 2005 o 2006. A simple vista, son iguales. Pero si toma el máximo y el mínimo de las velas actuales y las de esa época, verificará que el mercado apenas si mueve la mitad que hace 13 o 14 años. Hay muchos motivos que explican este fenómeno, pero nos detendremos en ello en otra oportunidad. Vale la pena observar lo que ahora mismo sucede con el mercado.
La moneda única, que hace dos años estuvo por encima de 1.2500 fugazmente, ahora apunta a 1.0720 en primer término, un viejo gap de 2017, que jamás pudo cubrir. El actual presidente Macron, y sobre todo la derrota de sus revolucionarios rivales de entonces, le habían dado al euro un impulso alcista. Más que ello, podríamos decir que Macron salvó al euro. Pero el rally se detuvo justamente en 1.2555, y entre los datos de Alemania, los planes de estímulo del BCE -no se ven, pero sobran 20 mil millones de euros por mes en el circuito-, la caída de la divisa única era inevitable. Salvo algún acontecimiento excepcional, no hay motivos para que el euro vaya más allá de 1.1400 en un mediano plazo.
La libra está expuesta al Brexit, cuyas negociaciones nos animamos a decir que no llegarán a buen puerto antes de fin de año, y tal vez después tampoco. El Brexit se convirtió, por ahora, en un acto protocolar, con el retiro de la bandera de Reino Unido de Bruselas, todo bien filmado, pero nada más. Ojalá sigua así por mucho tiempo. Pero en el medio, la expectativa es que será gravoso para Reino Unido, y la libra está sintiendo el impacto. Verifique el lector, otra vez, el par GBP/USD en los gráficos mensuales, y el declive no es solo de los últimos tiempos. Desde que en 2007 tocó 2.1100 (parece algo prehistórico y quien suscribe lo vio), no dejó de tocar máximos descendentes, con extremos como los de junio y octubre de 2016, y los de septiembre de 2019 en 1.2000.
Y falta el yen. La divisa que siempre aparece cuando las cosas andan mal, y resulta que ahora las cosas andan bien. Salvo el coronavirus, que tiene impacto en la bolsa día por medio, aunque cada vez menor, el yen no tiene ánimo de crecer. El Banco de Japón debe estar contento. Con poco, su moneda cae a mínimos de muchos meses, y no por su esfuerzo habitual de ampliar la masa monetaria, sino porque el dólar lo atropella.
El mercado se presenta, abierto, con movimientos que invitan a tomar acción. El dólar, por el momento, no tiene rivales. No durará para siempre, claro está. Pero por ahora, salvo correcciones puntuales, tiene mucho terreno para seguir.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College