Son días de cábalas y de resacas. También, de vacaciones de invierno. Pero las Bolsas no descansan y buscan señales en el cielo y en la tierra. Tras la tremenda borrachera alcista de Wall Street en 2019, que nadie esperaba y muy pocos han participado de ello, se buscan ideas. También cisnes negros. ¿Serán los Mercados Emergentes uno de ellos? Hasta ahora han capeado el temporal, han aguantado el tipo contra viento y marea bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional ¿Tendrá fuerzas para seguir evitando tragedias? Hay una desaceleración del crecimiento que acecha a los mercados emergentes (lhs) y esta desaceleración afecta más a los países que necesitan mantener altas las tasas de interés para estabilizar sus monedas (rhs). Lugares como Turquía (TU), México (MX), Sudáfrica (ZA) y Rusia (RU) se destacan como vulnerables. (Vía Robin Brooks)
Los mercados emergentes se han estado enfrentando a un estancamiento secular en el crecimiento desde la crisis financiera mundial. Parte del problema es que muchos todavía están consumiendo como lo hicieron antes de 2007 (lhs), pero en la mayoría de los casos la inversión y, por lo tanto, las perspectivas de crecimiento futuro son muy bajas (rhs).
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La teoría del cisne negro o teoría de los sucesos del cisne negro es una metáfora que describe un suceso sorpresivo (para el observador), de gran impacto y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera). Fue desarrollada por el filósofo e investigador libanés Nassim Taleb.
Los sucesos tipo cisne negro fueron descritos por Nassim Nicholas Taleb en su libro de 2007 (revisado y completado en 2010), El cisne negro. Taleb se refiere a casi todos los grandes descubrimientos científicos, hechos históricos, y logros artísticos como cisnes negros -sin dirección e inesperados. Señala como ejemplos de sucesos cisne negro: Internet, la computadora personal, la Primera Guerra Mundial, y los atentados del 11 de septiembre de 2001.1El término cisne negro fue una expresión latina, cuya referencia conocida más antigua proviene de la descripción de algo que hizo el poeta Juvenal, que es: rara avis in terris nigroque simillima cygno (6.165), cuya traducción en español significa «un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro». Cuando la frase fue acuñada, se presumía que el cisne negro nunca existió. La importancia del símil radica en su analogía con la fragilidad de cualquier sistema de pensamiento.
La frase de Juvenal era una expresión común en el Londres del siglo xvi como una declaración de imposibilidad. La expresión de Londres deriva de la presunción del Viejo Mundo de que todos los cisnes deben ser blancos, porque todos los registros históricos de los cisnes informaron que tenían plumas blancas. En ese contexto, un cisne negro era imposible o por lo menos inexistente. Después de que una expedición holandesa, dirigida por el explorador Willem de Vlamingh en el río Swan, en 1697, descubrió cisnes negros en Australia Occidental, el término se transformó para denotar que una imposibilidad percibida podría ser refutada más tarde. Taleb señala que en el siglo xix John Stuart Mill utilizó la falacia lógica del cisne negro como un nuevo término para identificar la falsificación.
En concreto, afirma Taleb en el New York Times:
Lo que aquí llamamos un «cisne negro» es un suceso con los tres atributos siguientes: En primer lugar, es un caso atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva a un impacto extremo. En tercer lugar, a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos, por lo que es explicable y predecible.
Me detengo y resumo el triplete: rareza, impacto extremo y retrospectiva (aunque no prospectiva). Una pequeña cantidad de «cisnes negros» explica casi todo en nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y las religiones, a la dinámica de los acontecimientos históricos, hasta los elementos de nuestra vida personal.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa