Incógnita despejada ayer por el BCE o no. Ya veremos. En el ecuador de septiembre «¿Cuál es el peor mes para invertir en Bolsa?, le preguntó el discípulo aventajado en las lides económicas y financieras al Maestro. La estadística demuestra que es octubre el peor mes para los asuntos de la Bolsa, seguido de noviembre, diciembre, enero…Todos los meses son malos. O buenos. Desde hace unos años hay miedo a los meses de agosto y septiembre, porque han procurado más llantos que alegrías.» El encuentro entre el maestro y el discípulo tiene hoy, ayer y mañana, plena vigencia. Los analistas técnicos vuelven a la carga. No hay meses buenos ni malos para lidiar la renta variable. Hay tendencias positivas y negativas, aunque, eso sí, desde un punto de vista estadístico octubre es un mal mes y enero, uno de los mejores. Septiembre sigue desafiante. Los que seguimos el día a día de la Bolsa acudimos con frecuencia a las citas y estadísticas para justificar algo que no siempre es justificable. Por ejemplo, cuáles son los periodos de iniciación de la inversión en Bolsa, es decir, cuando comienzan los flujos de fondos a entrar en el mercado y cuáles los de maduración, o lo que es lo mismo, cuándo el dinero desaloja los aposentos en busca de un retiro más confortable.
Así es como se ve el promedio de septiembre para el S&P 500. Las cosas tienden a ponerse feas más adelante en el mes.
Los últimos 20 años se ven así:
Se ha dicho que octubre, por aquello de la coincidencia de los crash más importantes de la historia, es uno de los peores meses para invertir en Bolsa y que desde Santa Lucía a San José es la mejor época. En octubre confluirían las mayores retiradas de efectivo de los mercados y a partir del 13 de diciembre (Santa Lucía) se iniciaría el movimiento inverso, el de la entrada de fondos, cuyo periodo álgido estaría en San José. Y se dice ahora agosto, porque desde hace años da más cornadas, que otra cosa. La caída tradicional del negocio en ese mes es uno de los principales peligros.
Otro de los viejos dichos del mercado advierte de vender todo en mayo y echarse a dormir, en clara alusión a la proximidad de las vacaciones de verano para muchos participantes en el mercado, con lo que disminuyen los flujos de dinero, y al periodo, siempre ingrato, del pago de impuestos. En la actualidad este viejo dicho tiene una relevancia escasa, por la globalización de los mercados y el desarrollo casi ininterrumpido de las Bolsas durante las veinticuatro horas del día.
Lo que apenas se ha mentado es que todos los meses tienen riesgos de peso a la hora de invertir. Esa es, precisamente, la cuestión del momento ¿se ha roto la tendencia de fondo que ha dominado el escenario de las Bolsas en los dos últimos años? Los analistas más fríos insisten en que la tendencia virará al alza cuando nadie lo espere, pero muchos se pondrán nerviosos por los desafíos geopolíticos globales y las crecientes volatilidades.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa