La guerra comercial empezó en marzo de 2018, con las intenciones, por parte del presidente Donald Trump, de reducir la dependencia de China, por una balanza comercial negativa de 375.000 millones de dólares y las políticas industriales de China.
Impacto en la balanza comercial
En la balanza comercial de bienes de EE.UU. con respecto a China se puede ver que se produjo un aumento del déficit, llegando a alcanzar mínimos desde septiembre de 2014, encontrándose en octubre de 2018 con -43.100 millones de dólares. Posteriormente, bien es verdad que, se realizó una corrección, disminuyendo la dependencia de China con una balanza comercial de -20.700 millones en marzo de 2019 pero sin llegar a compensar la anterior caída.
Si nos metemos en la balanza comercial de EE.UU. se puede ver que, aunque el flujo comercial total con China de 2016 a 2018 ha ido aumentando se ha producido una disminución del incremento, mientras que con otras economías ha aumentado, destacando (Reino Unido, Irlanda, Holanda). Sin embargo, aunque haya disminuido la tasa de incremento de año a año, sigue siendo el país con el que más déficit comercial tiene e incluso ha aumentado más en el periodo de 2018 a 2017 que de 2017 a 2016, alcanzando al cierre de 2018 un déficit de 383.244 millones de dólares. Por lo que, los efectos de las tarifas no se vieron muy reflejados y China sigue siendo el principal país del que importa productos EE.UU. y el tercer al que exporta.
En cambio, los aranceles son un instrumento que deja ver sus efectos más a medio plazo y si nos fijamos en el primer trimestre de 2019, ya surgieron tanto disminuciones en las exportaciones (un – 31,55%), como en las importaciones (un -13,92%) y, a su vez, se produjo una disminución del déficit de un 4,82% con respecto al primer trimestre de 2018, alcanzando los 77.271,30 millones de dólares.
De la misma forma que EE.UU., la segunda potencia mundial sigue manteniendo la posición EE.UU. como el país con el que más flujo comercial mantiene, pero en este caso se puede ver que hay un superávit y que se ha incrementado de 2017 a 2018. Aunque, al igual que en Estados Unidos con su déficit, en el primer trimestre ha disminuido el superávit. Sin embargo, la mayoría de los países con los que aumenta el flujo comercial, EE.UU. lo disminuye.
Repercusiones de una subida de aranceles en la salud de las economías
De por sí, un aumento de los aranceles es una medida que impide el libre comercio y no favorece el libre establecimiento de principales productores de cada recurso a aquellas economías que dispongan de mejores condiciones. Por otro lado, puede llevar a una economía a una reducción de su productividad, un incremento del desempleo, así como de la desigualdad.
En las economías avanzadas el efecto de los aranceles influye en algunos factores de una manera distinta a la de las emergentes. En el primer caso, el desempleo se puede reducir en el primer año ligeramente, pero a medio plazo puede sufrir un aumento, mientras que la desigualdad se mantiene más o menos estable a corto y medio plazo. Sin embargo, en el segundo caso, aunque el desempleo también puede reducirse en los primeros años a medio año el incremento del desempleo es mayor, al igual que, en este tipo de economías se produce un incremento de la desigualdad.
Por otro lado, en cuento a la producción y productividad, durante un ciclo expansivo (a diferencia de en recesión), se ven afectadas negativamente por un incremento de aranceles, aunque en algunos casos puede que el efecto sobre los países emergentes sea menor.
Efecto que está teniendo en los indicadores adelantados
Una manera de ver los efectos negativos que puede producir el aumento de los aranceles es viendo cómo están evolucionando los indicadores adelantados, ya que el impacto de los aranceles es más notable en el medio plazo.
En EE.UU., el promedio de horas semanales manufacturero ha decrecido desde agosto de 2018, partiendo desde el nivel de 41 hasta 40,40 en julio de 2019, siendo el mínimo en un periodo de 5 años. Esto nos indica una disminución de las horas empleadas, lo que es útil ver ya que no siempre se ve reflejado en un aumento del desempleo, porque esto le saldría más costoso a la empresa.
En el caso del índice de nuevas órdenes del sector manufacturero, también han disminuido desde enero de 2018 (67,4) hasta agosto de este año (50,8), ligeramente superior a los 50 y a los 48,9 de 2016. Este indicador refleja una disminución de los pedidos por una bajada en la estimación de las demandas que van a tener que cumplir en el futuro.
Los permisos para construir nuevas viviendas han disminuido ligeramente desde marzo de 2018, desde 1.406 hasta 1.232 miles de unidades, impidiendo la tendencia alcista que estaba realizando y encontrándose alejado de máximos anteriores.
Por otro lado, la rentabilidad del bono de Estados Unidos a 10 años se encuentra en tendencia bajista desde finales de 2018.
En cambio, el S&P 500 se encuentra en una tendencia alcista, actualmente en una corrección bajista, pero sin salir de la tendencia principal al alza. Al igual que la confianza del consumidor, que se mantiene elevada.
De la misma manera, los indicadores adelantados de China muestran unas perspectivas de debilitamiento de la economía que, al menos, son soportadas por la confianza del consumidor.
En conclusión, se puede ver que ambas economías muestran indicadores en decrecimiento desde 2018, lo que nos indica que tanto EE.UU. como China se encuentran en una desaceleración y en una situación delicada si continúan con esta tendencia (más en el caso del gigante asiático), ya que ya se pueden ver algunos de las de las repercusiones de los indicadores adelantados con la disminución de los PIB de EE.UU. y China desde finales de 2018.
Eduardo Asenjo
Un artículo de investing.com