Siempre he sido de la opinión de que la nueva normalidad a medio plazo es un deterioro de la relación entre EE.UU. y China, y que es improbable que esta situación se resuelva mediante una negociación a corto plazo. El dilatado proceso de negociación seguirá lastrando la confianza de las empresas y la inversión productiva futura, mientras que la próxima subida de los aranceles el 1 de septiembre podría empezar a hacer mella en la demanda de consumo, a tenor del encarecimiento de las importaciones. Las posibles opciones a disposición de las autoridades chinas para lidiar con la incertidumbre comercial son impulsar la demanda interna, especialmente en el mercado inmobiliario, o recurrir a la flexibilidad cambiaria para ayudar a los exportadores a atenuar el efecto de los aranceles. China ha dejado claro que no va a dar impulso al mercado inmobiliario interno para estimular la economía, lo que deja a la moneda como una de las escasas alternativas disponibles. La ruptura del nivel psicológico de los 7 yuanes da al Banco Central Chino más margen a corto plazo.
¿Por qué EE.UU. acusó formalmente a China de manipular su moneda?
La legislación estadounidense fija tres criterios específicos para calificar a un país como manipulador de divisas, y China solo reúne uno de los tres, que es un superávit comercial superior a los 20.000 millones de dólares. Sin embargo, parece que el presidente Trump tiene potestad para cambiar las reglas.
¿Qué puede hacer EE.UU. después de calificar a China de manipulador de divisas?
No mucho a corto plazo. EE.UU. debería tratar de negociar, dado que las conversaciones comerciales entre los dos países se han prolongado durante más de un año. EE.UU. puede imponer sanciones para prohibir a las empresas chinas que opten a contratos de la administración estadounidense, pero lo cierto es que las empresas chinas ya se estaban batiendo en retirada en el mercado estadounidense, proactiva o pasivamente.
Jing Ning, gestora del FF China Focus Fund
Después de que EE.UU. haya calificado a China de ‘manipulador de divisas’ de improviso, ¿podría ser el próximo paso de Trump intentar presionar a favor de una intervención del dólar estadounidense? Tal vez no sea un escenario muy lejano, a la vista de la escalada de la guerra comercial entre EE.UU. y China durante el último año.
El presidente Trump ha lamentado abiertamente la fortaleza del dólar y la amenaza que supone para su agenda económica. No ha descartado la intervención de la moneda cuando se le ha preguntado directamente y le avala un historial de cumplimiento de sus advertencias. Las probabilidades de salirse con la suya son ciertamente más altas después de que el Tesoro haya calificado a China de manipulador de divisas, toda vez que es el mismo departamento el que fija la política en torno al dólar estadounidense.
Al menos este último movimiento equilibra un tanto el tablero y abre la puerta a una guerra de divisas, lo que aumentará las presiones en torno a la guerra comercial. Sin embargo, podría resultar contraproducente, teniendo en cuenta que en los últimos tiempos China ha intervenido para evitar depreciaciones de su divisa, en lugar de manipularla a la baja, como le acusa EE.UU.
En lugar de buscar un valor concreto, China ha empleado el método del ‘factor anticíclico’ para fijar el valor del yuan con el fin de limitar la volatilidad. Si se declara una guerra de divisas, China podría estar menos dispuesta a sostener el renminbi.
Aunque no es mi hipótesis de trabajo, la perspectiva de una guerra de divisas entre EE.UU. y China es preocupante y sus probabilidades han aumentado. En este sentido, espero que continúe la demanda de activos refugio. Tanto el yen japonés como el oro deberían beneficiarse si la situación se agrava. Un aspecto interesante es que el euro podría ser uno de los mayores beneficiarios y pondría fin a 18 meses de descensos frente al billete verde.
George Efstathopoulos, cogestor del FF Global Multi Asset Income Fund