En principio, la economía española crecerá un 2,2% este año, un 1,9% en el 2020 y un 1,7% en el 2021 (en el 2018 creció un 2,6%, de manera que la tendencia es bajista y significaría una desaceleración respecto a los crecimientos de los últimos 4 años). La tasa de ahorro en mínimos históricos es una mala noticia y la ralentización del comercio global podría presionar al sector exportador que representa el 34% del PIB. Por su parte, el consumo privado también decaerá desde el 2,3% del año pasado al 1,7% este año y 1,6% el próximo ejercicio.
El paro subió en 49.900 personas en el primer trimestre del año, hecho que implica un incremento del 1,5% respecto del trimestre anterior, siendo la mayor subida en un primer trimestre desde el año 2013, de manera que la tasa de paro se incrementó dos décimas, hasta el 14,7%. En un primer momento, podría parecer un mal dato, pero si se analiza más profundamente sabríamos que el primer trimestre del añosuele ser malo porque terminan los contratos temporales de Navidad. Es por ello que la clave es analizar el paro desestacionalizado y entonces tendríamos que el desempleo bajó un 2,92% en el primer trimestre, un poquito menos que la media registrada el pasado año.
Podríamos estar ante una cierta desaceleración en lo referente al ritmo de creación de empleo, pero habrá que esperar a los datos oficiales del 25 de julio. En principio, se estima que la EPA del segundo trimestre arrojaría un incremento del empleo de 339.000, lejos del récord del segundo trimestre de 2017 (469.900), hecho que supondría el peor dato de un segundo trimestre desde el año 2016.
En cuanto a previsiones, este año la tasa de paro podría terminar en torno al 13,6%, esperándose para el 2020 que baje al 12,8% y en 2021 al 12,1%. En lo referente al incremento de los salarios, el primer trimestre cerró con un aumento del 1,3%.
Si ponemos las cosas en perspectiva, podemos decir que en los últimos 50 años, el PIB en términos per cápita representa unas 2,8 veces más que hace 50 años. A modo comparativo, hace 50 años nuestro PIB per cápita representaba el 69% del alemán, mientras que en la actualidad el ratio permanece igual. Respecto al mercado de trabajo, hace 50 años la población en edad de trabajar representaba el 61,2% y hoy es el 64,8%.
España es la única potencia económica europea que reduce su inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e inversión), entre otras razones porque existen muchos recursos del Estado sobre los que no hay un control, por no hablar de partidas con una cantidad excesiva y no justificadas, y al contrario, partidas ridículas insuficientes para el fin destinado, como es el caso de I+D+i.
Si nos comparamos con los principales países europeos, podemos observar que hemos reducido esta inversión mientras Francia la incrementó un 10%, Italia un 12%, Reino Unido un 15% y Alemania nada más y nada menos que un 24%. Necesitaríamos aumentar la inversión en I+D+i al menos en un 0,8% del Producto Interior Bruto (PIB), algo que lamentablemente se me antoja complicado.
La tasa de pobreza severa en España es la segunda más alta de Europa. En concreto, la tasa sube al 6,9%, un dato únicamente superado por Rumanía y además duplicamos la media europea del 3,5%.
La inflación en España seguramente termine el presente año en +1,4% y el próximo año en más de un 1,5%.
La llegada de turistas extranjeros se aceleró en el mes de abril (7,17 millones de turistas, un 5,7% más que el año anterior). En los cuatro primeros meses del año hablamos de 21,39 millones. Lo importante es que el gasto turístico creció un 5,05% hasta 22.500 millones de euros. En el lado negativo, decir que la estancia de los turistas se reduce, por ejemplo, en abril la estancia media fue de 6,45 días, un 4,69% menos que el año anterior. Para este verano un cálculo razonable sería recibir 29,6 millones de turistas que gasten 32.000-34.000 millones de euros.
Una de las asignaturas pendientes que tenemos es cumplir con la disciplina presupuestaria. Los niveles de endeudamiento son elevados y es complicado atajar esta vorágine sin que sean los contribuyentes los que terminen pagando la fiesta. Tendríamos que establecer un claro objetivo como es el de rebajar el nivel de deuda pública, que a cierre de 2018 se situó en el 97% del PIB (un 37% superior al límite marcado por Europa).
El otro tema que preocupa y mucho es el de las pensiones y el efecto de la demografía. Por ejemplo, tengamos en cuenta que la generación del “baby boom” comenzará a jubilarse en el año 2023 y y sus pensiones tensionarán las cuentas de la Seguridad Social porque son muchos, han cotizado más y durante más años. Pero, sigamos sumando más elementos delicados: por ejemplo, el número de personas mayores de 65 años aumentará en casi seis millones mientras que el número de las personas en edad de trabajar caerá en 2,27 millones.
Por mucho que se hable de la inmigración, sería solo un parche, no la solución global y definitiva. La Seguridad Social cerró el año pasado con un déficit de 18.000 millones de euros, y es que pese a que en los últimos años se han creado más de medio millón de puestos de trabajo en cada ejercicio, la contención salarial ha limitado el crecimiento de los ingresos por cotizaciones, hecho que hay que sumarle que la cuantía de los gastos se acelera al mayor ritmo en los últimos 13 años debido a las nuevas jubilaciones.
Una solución pasaría por complementar cada persona su jubilación pública con una pensión privada, bien mediante algún vehículo financiero destinado a este fin o bien simplemente ahorrando. Pero claro, la mayoría de las personas apenas tienen capacidad de ahorro, demasiado tienen con poder llegar a fin de mes como para pensar en mañana.