Por tercer día consecutivo, la mirada del mercado está puesta en Reino Unido. Jornadas de negociaciones agotadoras e interminables se suceden, con votaciones en el seno del Parlamento que parecen querer mostrar soluciones, pero que lo único que buscan es complicarle la vida a Theresa May, a quien no le sonríe el presente político.
Después de dos días de votaciones en las que nada quedó definido, lo único que puede quedar concreto en la fecha es un pedido de postergación del Brexit. Es decir, dejar pasar el tiempo, y tal vez hasta llamar a un nuevo referéndum en el futuro que termine con la farsa en que metió a los británicos David Cameron, el responsable original de este berenjenal que salió como debía salir una aventura de este tipo: mal.
La libra Esterlina, tironeada por los optimistas que ven oportunidades en medio de la calamidad, y los que perciben, entre ellos quien suscribe, que si el Brexit se lleva adelante como está planteado habrá un verdadero desastre de alcance global, se mueve frenéticamente entre 1.2900 y 1.3300, sin datos macro de Londres, ni de Estados Unidos, y ni siquiera de Europa: solo reacciona a alguno de los trasnochados dirigentes británicos que efectúan declaraciones amarillistas.
Con este panorama, se hace imprevisible no solo el destino de corto plazo de la libra, sino también del euro, que es convidado de piedra en esta historia. Por momentos, la moneda única parece aprovechar el momento para escaparse; por otros, mira de cerca sus mínimos del año. Será que, además, un cambio de tendencia está tan cerca como dichos mínimos
Se dice que las crisis son oportunidades. Y algo de eso puede haber, sobre todo cuando uno ve como la onza de oro, hasta hace pocos días vulnerable, ahora vuelve a asomarse y a brillar con su estilo único e irresistible. Otra vez el metal precioso se posiciona al alza, aunque es verdad que muy lejos de 1346 dólares, el máximo que tocó dos semanas atrás y que por ahora aparece inalcanzable. Una cierta búsqueda de refugio, sumada a la debilidad del dólar que se puso de manifiesto en varios frentes, y los rendimientos de los bonos del Tesoro le dan forma a este resurgimiento de la onza.
A su vez, el petróleo acaba de alcanzar un nuevo máximo desde mediados de noviembre pasado, y su marcha es lenta pero su fuerza es pareja, como diría el gran José Larralde. Ya comienza el WTI a mirar de cerca 59.64 dólares, un 50% de su caída de octubre a diciembre, que sin dudas le costará pasar.
En tanto, los índices bursátiles siguen presentando una tendencia alcista de corto plazo, aunque conviene tomar precauciones: los futuros del índice Dow jones muestran una formación de cambio de dirección aún en gestación -doble techo- que los operadores de Nueva York harán lo posible por desvirtuar, como sucediera a fines de diciembre con la tendencia alcista de largo plazo.
La sesión americana tiene pocos atractivos desde el calendario de noticias: las ventas de viviendas nuevas y las peticiones semanales de subsidio por desempleo no moverán la aguja del dólar. Y pese a su trascendencia, el anuncio de política monetaria del Banco de Japón, previsto para el viernes en la mañana asiática, tampoco. Igualmente, como se ve, al mercado no le faltan emociones.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College