Sin dudas, la votación que tendrá lugar en el Parlamento británico el martes es el evento más importante de este mes, y podríamos decir del año, salvo que aparezca alguna circunstancia más extraordinaria.
Es que lo que se define este martes no es un aumento de tipos de interés, o una ley importante, o cambios en el gobierno. Lo que tendrá una definición es la salida de Reino Unido, una de las potencias globales más importantes de la Unión Europea, un hecho sin precedentes, y que tal vez por ello mismo genera tanta incertidumbre y en muchos casos preocupación.
Agotadas todas las instancias de negociación entre el endeble gobierno de Theresa May y los funcionarios de la UE de Bruselas, que naturalmente se hacen más fuertes al ver los desaguisados en que caen una y otra vez los británicos, lo que queda es ver si el Brexit será ordenado o caótico. Aún queda alguna pequeña posibilidad de que la salida se postergue unos meses, y también de que se llame a un nuevo referéndum, que sería lo más sensato y que, paradójicamente, es lo que nadie se anima a plantear abiertamente.
La libra Esterlina tiene entonces por delante una semana muy compleja, en la que puede verse totalmente beneficiada o seriamente perjudicada, sin paliativos y sin grises. El viernes, por caso, después de muchos titubeos, terminó en la zona de 1.3000, que a esta altura parece una zona de frontera entre una recuperación y una caída sin piso cierto.
Con un escenario como este, lo más preciso es dejar de lado a la libra para las operaciones diarias, y comenzar a buscar otras monedas, que no estén tan expuestas a las acciones de un grupo de políticos. Esta vez, el PBI de Reino Unido, y otros datos también importantes que se conocerán esta semana, no tendrán casi impacto en los precios.
De todas formas, todo el mercado estará a la expectativa: el euro no podrá escapar a una ola de euforia o de pánico que pueda afectar a la libra, y si bien recuperó posiciones el viernes sobre el cierre, el quiebre de la zona de 1.1175 podría hacerlo desbarrancar nuevamente. Cabe acotar que dicho nivel es el 61.8% de retroceso de 1.0340/1.2555, mínimo de 2017 y máximo de 2018 respectivamente, y un rebote desde allí asomaba como lógico y esperable.
Tampoco el yen estará ajeno a lo que se decida en Londres. Azuzado por un muy débil dato de empleos de Estados Unidos conocido el viernes, y una cierta búsqueda de refugio, la moneda nipona se recuperó en muy buena forma. Quienes apostaron a la baja de los pares del yen les habrá ido muy bien: el EUR/JPY y GBP/JPY observaron caídas fuertes, en especial este último, apoyado en la caída de la libra y el alza del yen.
El oro, que actúa de manera similar al yen, también se hizo fuerte en las últimas horas del viernes, recuperando 20 dólares en poco más de un día, luego de llegar el jueves a 1280 dólares por onza, un mínimo de un mes y medio.
En este contexto con tanta información, el dólar sigue liderando la elección de los inversores. La creación de empleos de febrero, como queda dicho, fue muy floja: solo 20 mil nuevas nóminas luego de 2 meses de más de 300 mil. Al respecto, cabe preguntarse que llama más la atención: si que desde un mes a otro la creación de empleo caiga de esta forma, o como nadie cuestiona la forma en que se generan los pronósticos, que siempre están en 180 mil puestos nuevos, y se equivocan ya no en 4 o 5 mil, sino en cientos de miles.
Como suele suceder los lunes posteriores a los datos de empleo, los movimientos serán medidos y escasos en la sesión de la fecha. Más aún cuando se avecina la votación del Brexit. Eso sí, si las acciones de Nueva York, que habían tenido un viernes muy duro hasta pocas antes del cierre y cerraron al alza, mantienen su rally de última hora, las oportunidades, que suelen ser escasas en días así, pueden ser muchas más. Y esta vez, en contra del dólar.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College