El capitalismo es un sistema económico donde quien invierte acertadamente obtiene importantes ganancias y donde, asimismo, quien invierte mal cosecha notables pérdidas. Por ello, los liberales no sólo nos oponemos frontalmente a que el Estado se apropie fiscalmente de las rentas generadas por trabajadores y empresarios, sino también a que el Estado rescate a empresas privadas fallidas con el dinero de los contribuyentes. A la postre, los rescates estatales amparan la ineficiencia y la injusticia: son ineficientes, por cuanto incentivan el riesgo moral, a saber, la tendencia a asumir riesgos desproporcionados bajo la certeza de que podré trasladarles mis pufos al resto de conciudadanos; son profundamente injustos, por cuanto quienes no han tomado malas decisiones terminan responsabilizándose de las consecuencias de quienes sí lo han hecho.
Lo anterior vale tanto para las cajas de ahorros cuanto, acaso con mayor razón por la total ausencia de implicaciones sistémicas, para Abengoa. La compañía andaluza ha entrado en preconcurso de acreedores debido a un insostenible modelo de financiación basado en el hiperendeudamiento: por cada euro de ahorro propio que aportaban los accionistas de la empresa, ésta pedía prestados diez. Como es obvio, tan frágil situación financiera requería de unos accionistas decididos a aportar más capital a sus líneas de negocio y de una camarilla de acreedores dispuestos a diferir continuamente las obligaciones de pago de la compañía, especialmente en un contexto en el que parte de sus inversiones en energías verdes han terminado siendo fallidas a raíz del muy necesario recorte en las primas a las renovables.
Pero los accionistas y acreedores de Abengoa se han negado a aumentar su exposición financiera en la empresa, por lo que a la andaluza no le ha quedado otro remedio que iniciar el camino hacia el concurso de acreedores y, acaso, hacia la liquidación futura de la compañía. En este contexto, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se ha apresurado a reclamar una línea extraordinaria de crédito del ICO para la andaluza; a su vez, el candidato de IU a la presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, ha llegado a pedir la nacionalización de la empresa energética con el objetivo de reflotarla. Es decir, ambos líderes de izquierdas piden una masiva socialización de pérdidas en la que todos los españoles asumamos el riesgo y las pérdidas que los accionistas y acreedores de Abengoa se niegan a asumir. No podemos, no debemos, no pagamos.
Autor: Juan Ramón Rallo
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