Hablo con uno de mis gurus favoritos: «Hemos retrocedido 10 años en términos y conceptos bursátiles. La española es una Bolsa de sota, caballo y rey. Si la mejora económica sigue, como apuntan todos los indicadores adelantados, los más beneficiados serán la media docena de valores más capitalizados del mercado. Es lo que manda la tradición. El mercado español es estrecho por definición y además no es representativo del cuadro económico general, porque ni cotizan todas las empresas que son ni son todas las que cotizan. Existen amplios sectores industriales y de crecimiento que no están presentes en la Bolsa y, lo que es peor, que nunca lo estarán. Por eso, la española es una Bolsa clásica, de sota, caballo y rey. Los sectores denominados estratégicos acaparan el 90% de la capitalización total. La actuación de los grandes gestores, en un gesto de mimetismo, se limita a comprar-vender bancos, telecomunicaciones, eléctricas, petróleo, construcción-inmobiliaria y algún valor de capitalización media. Frente a la actuación de estos denominados profesionales de la gestión, destaca la de inquietos especialistas de la Bolsa, que miran con detenimiento los valores más pequeños susceptibles de protagonizar situaciones brillantes, o desastrosas, llegado el caso…»
«Una Bolsa de sota, caballo y rey que genera, con harta frecuencia, movimientos unidireccionales sin ton ni son, sin distinciones, para pasmo de los más incautos. Por eso, cuando pintan bastos todo baja aunque resulte difícil extrapolar la situación bancaria con la energética o inmobiliaria. No sucede lo mismo, sin embargo, en los procesos alcistas, porque hay valores, como se ha demostrado este año y se demostrará el que viene, que no han logrado levantar la cabeza debido al empeoramiento de sus fundamentos. Son compañías que han mostrado una incapacidad manifiesta para subir, pero que se han subido las primeras al carro de las bajadas cuando éste se ha puesto en marcha de manera esporádica durante el año…»
«Y mientras estos sucede en la Bolsa española, lean lo que se prepara en Wall Street: Cuatro temas para invertir en renta variable estadounidense durante la próxima década (Cecilia Prieto/Funds People)
Franklin Templeton Investments es una gestora que siempre ha destacado por un estilo largo placista, contrario a la corriente de los mercados y con un sesgo value… aunque a veces hace excepciones: “Franklin Templeton es una casa que tradicionalmente ha defendido el estilo value, pero pensamos que, para el caso de EE.UU., tiene más sentido la apuesta por el growth”, comenta Grant Bowers, gestor del Franklin U.S. Opportunities (calificado como Blockbuster Funds People).
El gestor ha identificado cuatro grandes tendencias de inversión en renta variable estadounidense que están en los primeros estadios de su desarrollo, por lo que piensa que podrían tener proyección para invertir en compañías relacionadas durante la próxima década.
#1 Demografía y salud
El primer tema del que habla el experto es la evolución de la industria sanitaria en función de la demografía a nivel global. Particularmente, destaca que “hay una clase media floreciente en países emergentes que demandan unos servicios sanitarios de mayor calidad y acceso a las medicinas”. Según Bowers, “prácticamente todas las farmacéuticas han identificado este incremento de la demanda en la última década”, por lo que este tema sí estaría bien establecido.
Su predicción para el futuro de las farmacéuticas es que “también se impondrá una tendencia hacia la detección temprana de enfermedades y hacia una mayor personalización de las medicinas, que se fabriquen fármacos para enfermedades más concretas y adaptados por perfiles de población”
#2 Comercio electrónico
La segunda megatendencia es el desarrollo y expansión del comercio electrónico. Bowers aporta algunos datos como contexto para comprender el potencial de esta temática: “El e-commerce está en sus primeros días de vida. Supone sólo el 8,9% de las ventas minoristas en EE.UU., y de esta proporción Amazon tiene dos tercios de la cuota”. La expectativa de Franklin Templeton es que el uso de empresas que basan su negocio en el comercio electrónico crezca hasta el 15% en EE.UU. y hasta el 10% en Europa, donde ahora supone sólo el 5,6%. A esto se han de añadir otros mercados de todo el globo donde las ventas por internet apenas están en una fase embrionaria.
El comercio electrónico lleva apareado consigo la exposición a la inversión en logística y transporte. Tal y como detalla Bowers, “el incremento de la capacidad de inversión en logística para acelerar la velocidad de entrega es el factor determinante para que estas compañías incrementen su volumen de ventas”.
Su tercera observación sobre el potencial de desarrollo de esta temática tiene que ver con el incremento del stock disponible para la venta: “Pensamos que en el futuro se añadirán a la cuota de mercado nuevas categorías de productos que se puedan vender online, como por ejemplo coches o servicios sanitarios”.
#3 Revolución industrial 4.0
El tercer tema es la revolución industrial de la inteligencia artificial. “Más que el impulso de los robots, nos referimos al desarrollo de software que hay detrás, como el big data, la computación predictiva o el aprendizaje automático”, aclara Grant Bowers. El gestor identifica algunas de las áreas que se verán más afectadas por este desarrollo tecnológico e industrial: consumo, ciencia, transporte, industria petroquímica, mineras y cemento. “Las compañías incrementan su inversión en tecnología para incrementar su eficiencia y productividad, es decir, para incrementar su rentabilidad y, por ende, aumentar sus márgenes”, detalla el gestor.
Éste también se refiere al desarrollo del internet de las cosas y sus múltiples aplicaciones a través de dispositivos y localizaciones: vehículos, casas, oficinas, fábricas, tiendas de ventas al por menor, complementos (por ejemplo, relojes inteligentes que permitan recoger datos biométricos), logística y navegación o para mejorar los servicios púbicos en ciudades.
#4 Gestión activa vs gestión pasiva
Bowers introduce como cuarto tema el debate entre gestión activa y gestión pasiva. Aunque defiende que “aún existe una gran oportunidad de generar alfa para los gestores activos”, su postura es que “este debate es cíclico: los fondos activos o los pasivos se comportan mejor o peor en distintos entornos de mercado”, dependiendo de si los inversores buscan alfa o beneficiarse de las cualidades de activos con beta alta.
Para Bowers, la clave de una buena gestión activa reside “no sólo en encontrar buenas compañías, también en evitar las compañías que no quieres; cuando compras el índice, tienes todas las compañías”. Pone como ejemplo un análisis realizado a partir de la rentabilidad del S&P 500 durante 2016: el índice terminó el pasado ejercicio con un rendimiento del 9,53%. No obstante, si se hubiera retirado del índice los 50 valores con peor comportamiento, entonces el rendimiento habría ascendido al 12,3%. Al contrario, si se hubiera invertido en todo el índice, salvo en los 50 valores más rentables, entonces el retorno anual habría caído al 7,9%.
El posicionamiento de la cartera es otra herramienta clave para el gestor activo: “Hay valor en la diversificación y en la selección de valores de alta convicción, porque permite capturar un equilibrio óptimo entre rentabilidad y riesgo”, concluye.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa