Existe un consenso cada vez mayor de que los movimientos extremos en los mercados apuntan a un cambio de paradigma: una nueva era en la que la Reserva Federal ya no está impulsando a los mercados y el proteccionismo estadounidense descarrila los ingresos. Los inversores simplemente han pasado demasiado tiempo acostumbrados a la baja volatilidad y a los mercados alcistas. En términos psicológicos, se conoce como el sesgo de actualidad, se acostumbraron a la tranquilidad, por lo que las turbulencias actuales parecen más dura de lo que son en realidad. Esto siempre tiende a suceder cuando se introduce cierto temor en la ecuación, y en general, cuando el mercado empieza a caer (el índice S&P 500 registró cuatro caídas del 3% en 2018, más que en los tres años anteriores).
Y es que la volatilidad que hemos experimentado en los últimos años fue bastante baja según los estándares históricos y ahora estamos volviendo lentamente a un régimen de volatilidad más normal.
La encuesta más reciente en Wall Street apunta a que el S&P 500 subirá un 11% hasta los 3.056 puntos para finales del próximo año. Morgan Stanley es el menos alcista, con un objetivo en 2.750 puntos, Bank of America en 2.900 puntos, UBS lo ve en los 3.200 puntos y Credit Suisse tiene el objetivo más optimista en los 3.350 puntos. Ya saben, este tipo de predicciones son al azar, dicen un número por decir, porque nunca se puede saber. Otra cosa es decir si será un año alcista o bajista, eso es otro tema, aunque por cierto, leí un estudio que decía que en Wall Street, desde el año 1.999, nunca se ha pronosticado un año negativo…
Los fondos de inversión llevan tres meses seguidos asistiendo a retirada de efectivo. En octubre salieron 739 millones de euros, en septiembre 493 millones y en agosto 297 millones. En total, más de 1.500 millones de euros. El volumen de activos gestionados se sitúa en 264.345 millones, un 4% menos respecto a los máximos históricos del mes de julio. Y es que Inverco indica que todas las categorías de fondos están en números rojos este año, algo sin precedentes (los fondos de Bolsa internacional pierden un -6,2%, los de Bolsa española un -6,4%, los de renta fija un -1,31% y los globales un -3,35%).
Uno de los problemas inherentes a la condición humana es que siempre tropezamos en la misma piedra, eso de aprender de la experiencia o del pasado no va con nosotros. Buena prueba de ello son las recientes palabras del Banco Central Europeo diciendo que cada vez hay más bancos que vuelven a conceder préstamos con riesgo de impago (hipotecas subprime), como ya hicieran antes de 2007, hecho que desató la crisis financiera. ¿El motivo? Sencillo, las entidades bancarias llevan años con los tipos de interés tan bajos que sus vías de ingresos están limitadas, de ahí que se ven abocadas a asumir un mayor riesgo a la hora de conceder préstamos a quienes en condiciones normales no lo harían.
El petróleo merece un apartado especial. El precio del crudo se vio penalizado por los datos de producción de Arabia Saudí del mes de noviembre, colocándose en máximos históricos con una producción de 11,3 millones de barriles día. Además, los inventarios de crudo de Estados Unidos siguen al alza y esto no es positivo. Detrás de estos descensos hay un temor de los inversores a un menor crecimiento de la actividad económica mundial, que suele traducirse en un menor consumo de petróleo y sus derivados, no sólo por el ahorro de costes de los usuarios de automóviles, también porque el petróleo se usa para producir muchos bienes e infraestructuras. El mercado está atento a la reunión de la OPEP el 6 de diciembre donde podrían acordar un recorte de la producción, aunque se espera que Irán se resista a cualquier reducción voluntaria y Rusia, un aliado de la OPEP, tampoco ha mostrado signos de unirse a la propuesta. Hace apenas un par de meses, las principales empresas comercializadoras de petróleo pronosticaban el retorno del crudo a 100 dólares. Ahora, con los precios del petróleo en la mitad de ese nivel implica menos presión sobre la inflación y menos presión sobre los bancos centrales para elevar las tasas de interés. Cada caída de 10 dólares por barril aumenta los ingresos en alrededor de 0,5-0,7% del producto interno bruto en los principales importadores de petróleo de mercados emergentes (según Capital Economics). El mismo descuento causaría una pérdida del PIB del 3-5% en la mayoría de las economías del Golfo, y una desaceleración del 1,5-2% del PIB en los Emiratos Árabes, Rusia y Nigeria, todo sobre una base anualizada.
En Europa, los últimos datos apuntan a que los fabricantes de la zona euro vieron cómo la actividad se desaceleraba a medida que la preocupación por las guerras comerciales y la inestabilidad política afectaban a la demanda de máquinas y otros bienes de inversión. El índice de gerentes de compras para las fábricas cayó a 51.8 en noviembre desde el 52 de octubre, marcando el crecimiento más débil en dos años. La confianza de las compañías sobre las perspectivas para el próximo año están entre las más débiles desde 2012 y sugiere que las empresas se están preparando para una demanda más floja en los próximos meses (hubo una caída en la demanda en Alemania, Francia e Italia y solo un modesto aumento en los pedidos en España).
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es