Se torna complejo el panorama para los mercados, con varios factores que están influyendo en forma casi decisiva en el movimiento de las divisas principales, y también en las materias primas.
El contexto internacional está en gran parte dominado por los conflictos comerciales entre Estados Unidos y gran parte del mundo. Si bien aún no ha habido anuncios oficiales por parte de la Administración de Donald Trump, cada día que pasa aumentan las probabilidades de que se implementen aranceles a las importaciones desde China por 200 mil millones de dólares, que se suman a una cifra de gran importancia ya impuesta. Y a ello le seguirá la respuesta del gigante asiático, que no se quedará cruzado de brazos. Las consecuencias exceden largamente a las dos primeras economías del mundo, y el temor es que lleguen rápidamente a todas partes.
Ello explica en buena parte la caída del dólar australiano y del dólar neocelandés, que navegan aguas turbulentas en estos días, llegando a mínimos desde inicios de 2016. No parece, al menos en este caso, apostar por sus respectivos rebotes alcistas: si bien esto podría producirse en forma temporal, los aranceles están allí, a la vuelta de la esquina, y una nueva caída del Aussie y el Kiwi aparece como la opción más clara. Las economías de Australia y Nueva Zelanda desnudan de este modo que, pese a su fortaleza, le deben mucho a la marcha de China.
La cuestión del NAFTA, el acuerdo que buscar refundar Estados Unidos con México y Canadá, parece haber entrado en una pausa en estos días, aunque las negociaciones siguen. México ya logró firmar, pero no Canadá, y su moneda cae, aunque a ritmo menor que en las semanas anteriores. El Loonie, pendiente también del petróleo, se mueve con fuertes amplitudes de precios, en función de las noticias que se van conociendo en ambas puntas.
Pero este lunes ha vuelto a los titulares el Brexit como protagonista principal. Las negociaciones para que la salida de Reino Unido de la Unión Europea sea lo más suave posible parecen lentamente encaminarse. Las noticias que llegan tanto de la UE como de la parte británica apuntan a que se firme un acuerdo de aquí a fines de noviembre, con un plazo suficiente para que la ejecución del divorcio, que tendrá lugar el 29 de marzo próximo, sea ordenada.
Michel Barnier, el negociador jefe de la UE, hizo disparar a la libra el lunes, superando largamente 1.3000 con sus declaraciones acerca de un acuerdo “realista” para las próximas 6 a 8 semanas. Como siempre ocurre, a tamaño movimiento proveniente de una declaración, y no de un informe, le sigue una corrección bajista. Pero aún así, la libra parece tener bastante para ganar si se redondean las negociaciones. Claro que aún queda la cuestión de la frontera de Irlanda, conflicto que combina el Brexit con acuerdos de paz, y con contendientes que no se tienen un gran afecto, por así decirlo, problemas difíciles de limar en poco tiempo.
Eso sí: esperar a que la libra solo gane y no vuelva a caer es ingenuo. Es altamente probable que antes de que se firme acuerdo alguno, aparezca una catarata de malas noticias, que auguren una salida caótica, en cuyo caso, antes de regresar a su tradicional zona de 1.40 / 1.55, la tradicional moneda británica visite nuevos mínimos del año, que por ahora quedaron en 1.2665. Poco aconsejable aparece, pues, apostar por la libra en cualquier dirección. En cualquier momento salta, al compás de un Brexit que, pasados dos años de su votación, nadie parece querer ejecutar.
La reunión del Bank of England, prevista para el jueves, será un hito en sí mismo, para tratar de calmar a la libra. Pero sin cambios de tasa a la vista, con compras de bonos sin final, y con datos de inflación, desempleo y PBI más o menos en línea con lo esperado, el comunicado del BoE no le darán mucha fuerza al cable.
En otro orden, las monedas de países emergentes no comenzaron la semana con buen pie. La lira turca volvió a caer, cubriendo un gap que había dejado al inicio del día, en tanto el peso mexicano cayó ligeramente, y el peso argentino retrocedió otra vez, después de tres días de calma. Para la maltrecha economía del país sudamericano, esos tres días parecieron un oasis, pero sus propias autoridades, con buen tino, dejaron en claro que la crisis está lejos de terminar.
Apropósito del peso argentino, que ha sido titular en todo el mundo por su caída, conviene revisar algunas cifras que muestran algo bastante revelador: lo que pareció una gran devaluación, que llevo al par USD/ARS desde 18 pesos de inicio de año a los casi 42 que tocó dos semanas atrás, no fue más que un reacomodamiento del dólar, que en la zona de 38, nivel en que se estabilizó hacia el fin de semana pasado, igualó su precio a la inflación descontrolada que no dejar de asolar a Argentina desde fines de 2006.
Y dado que esta inflación recién podrá comenzar a detenerse, con mucha suerte y a caballo de una recesión feroz, en octubre, y con un promedio que estará en el orden del 3 al 4% mensual de aquí a fin de año, una cotización de menos de 49 a 51 pesos por dólar para ese entonces solo estará incubando una crisis de proporciones para 2019.
El calendario del martes es modesto en noticias, y la atención de los operadores estará centrada en anticipar noticias del Brexit y de Estados Unidos y sus conflictos comerciales. ¿Será este martes un día con mayores novedades? Habrá que preguntarle a Trump.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el miércoles.
Adrián Aquaro
Trader College