José A. Herce @_Herce es una autoridad, reconocida por todos, en el estudio y análisis de las pensiones. Nadie lo discute. Recientemente ha twitteado que»las pensiones españolas, por euro cotizado, son de las mejores del mundo. A los 12 años de jubilado, la Seguridad Social ya te ha devuelto todo lo cotizado. Y te quedan 10 años más de vida.»En el mismo acto, Gonzalo Bernardos @GonBernardos ha twitteado que «el 48% de todas las pensiones públicas alemanas están por debajo de los 800 €, y el 62%, por debajo de los 1.000. En Alemania, los nuevos jubilados cobran el 49,5% de su último salario, en España, el 81,5%. Ni en Alemania están tan bien, ni en España estamos tan mal.» Mientras, jubilados vascos se manifiestan semanalmente pidiendo el oro y el moro. Pretenden vivir muy bien con y de las pensiones ¿Vivir de la pensión pública? Un desafío cada vez mayor para los españoles
El Equipo de inversiones de imdi funds ya advertía a finales del passado mes de abril que España es uno de los países de la OCDE con un mayor gasto público en pensiones. La jubilación de los baby boomers hacia 2050 supondrá un importante pico en el gasto en pensiones. La relación entre pensión inicial y último salario caerá en picado por las reformas. Los fondos perfilados pueden ser un complemento a la jubilación gracias a su adaptación a los distintos perfiles de riesgo y horizontes temporales. España es uno de los países de la OCDE que más dinero público destina a las pensiones y en el que menos ahorro privado se mueve a dicho fin. Esta situación se presenta insostenible, por lo que los españoles deberían tomar conciencia de lo dificultoso que será mantener el poder adquisitivo actual durante sus años de retiro sin contar con un componente de ahorro privado adicional. Nuestra economía es una de las que más dinero público deriva a pagar las pensiones. De hecho, en este sentido, en Europa está sólo por detrás de Grecia (17% del PIB), Italia (16,5% del PIB), Portugal (14% del PIB) y Francia (15,7% del PIB), mientras el ahorro privado destinado al mismo fin es inversamente proporcional.
Sin embargo, el mantenimiento del elevado gasto público en pensiones está en entredicho, con una deficitaria hucha de pensiones y una pirámide poblacional invertida por la baja natalidad y la creciente esperanza de vida.
En 2017 se asignaron 139.647 millones para pensiones y este año los Presupuestos Generales del Estado destinarán 144.834 millones de euros a esta partida, lo que supone un aumento de 5.187 millones. Como resultado, en 2017 el déficit del sistema de pensiones se situó en 18.800 millones (1,61% del PIB) y este año, para equilibrar el agujero y garantizar el pago puntual de las pensiones, el Estado tendrá que prestar 15.164 millones de euros a la Seguridad Social. Esta situación pone de manifiesto las dificultades crecientes de España para hacer frente al pago de las pensiones públicas año tras año. Además, lo más preocupante está por venir, con el retiro de la generación baby boom (nacidos entre 1958 y 1977), pues el abultado número de personas que se jubilarán hacia 2050 supondrá un importante pico en el gasto en pensiones.
También cabe destacar que, en el momento actual, la relación entre pensión inicial y último salario (tasa sustitución) es relativamente elevada en España, pero las reformas darán un vuelco a la situación y esta relación previsiblemente caerá en picado.
Teniendo en cuenta todo esto, ¿podemos confiar en mantener nuestro nivel de vida actual a partir de nuestro retiro? Parece complicado sólo dependiendo de la pensión pública, por lo que la alternativa sería buscar un complemento privado. En este sentido, los fondos de inversión son un producto de ahorro perfectamente compatible con las pensiones públicas pues, al ser vehículos de inversión a largo plazo, aunque el perfil de riesgo del ahorrador cambie con los años, se puede traspasar el dinero entre fondos sin tener que tributar por ello, o incluso elegir fondos de inversión perfilados adaptados a los distintos niveles de riesgo y horizontes temporales de los ahorradores.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa