«Se cumplen ahora 40 años de mi primera conferencia en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander sobre el concepto de eficiencia de los mercados. O como los mercados son (eran) soberanos y siempre tienen (tenían) la razón. Hoy son recuerdos, efemérides. Hace tiempo que la Bolsa, el mercado de valores, ha muerto. Las máquinas juegan con las variables económicas a su antojo, sin sentimientos. Los grandes fondos de inversión destrozan bolsillos, capitalizaciones. Matan sentimientos. Unos dicen que la Bolsa es un casino. Yo, que ha muerto. La mesa de juego es propiedad de tres grandes bancos de inversión. Dos de las más poderosos están muy vinculados al nuevo gobierno de Trump ¡Dios nos libre de sus tropelías!. Ni eficiente ni soberana. La Bolsa ha muerto. Pero es lo que hay. Si quiere seguir en la partida debe asumir las nuevas condiciones, las nuevas reglas de juego. No vale mirar al pasado. Sea prudente. Muy, muy prudente. Mandan tres. O cuatro, como mucho y son los que imponen las modas. Desde hace cinco años, la moda y la requetemoda son las tecnológicas…»
«Mientras, los medios repiten como papagayos las excelencias de valores opables y, al revés, empresas que se van a despeñar. Y ni lo uno ni lo otro. Una acción en Bolsa vale lo que alguien está dispuesto a pagar por ella. Los teóricos dirán que esa acción está cara o barata de acuerdo con unos protocolos de valoración, que con frecuencia, no sirven para nada, salvo unos viejos criterios que nunca han fallado. Hablan los puristas de las valoraciones extremas de las FAANGS en Wall Street, pero no se han percatado que llevan tres años tomando la iniciativa y que, ahora, están de moda con fuerzas renovadas. Si quiere seguir vivo en la Bolsa siga las modas y bajase del tren antes de que se despeñe. Los fundamentales dejaron de existir hace tiempo», me dice el CEO de una importante gestora, que añade:
«En la segunda mitad de los ochenta y noventa los inversores preferían que fueran las propias empresas a través de «crecimiento» (orgánico o mediante compras) las que remuneraran sus posiciones. Pero en los últimos años de baja inversión y limitadas operaciones corporativas han sido los dividendos y la recompra de acciones el camino elegido para materializar el valor. Es obvio que en un mundo de bajos tipos de interés y pocas inversiones rentables (o al menos con limitado riesgo) ahora todos volvamos a hablar de crecimiento como premisa para orientar la rentabilidad potencial en el futuro….»
«La realidad es que la última conclusión sigue sin ser válida. Así, cualquier estudio estadístico determina que las empresas que mejor comportamiento muestran en el mercado son precisamente las que más porcentaje de resultados pagan vía dividendos. Las peores, aquellas que los destinan a inversión (y crecimiento). Así, en este momento (y probablemente a corto plazo no va a cambiar mucho) son las compañías con mayores beneficios y elevados payouts las más demandadas por los inversores: tecnología, farmacia, consumo duradero. Y naturalmente, el mercado norteamericano como paradigma. Los manuales ya no sirven, porque hay mucha matemática y muchos matemáticos jugando con máquinas en todos los mercados. No obstante, les dejo con un buen recetario, las recetas de siempre…»
«Por último un aviso. Lo advierte S&P global Ratings: «tanto los inversores de capital como de bonos han seguido abarrotando el sector tecnológico de Estados Unidos en 2018, pero el deterioro de la calidad crediticia de este sector sugiere serios problemas por delante»
https://www.marketwatch.com/story/high-flying-tech-sector-is-vulnerable-to-deteriorating-credit-quality-2018-07-18
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa