El dólar volvió a trastabillar el viernes, producto de una serie de declaraciones, esta vez por medio de las redes sociales, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acompañadas en un sentido similar a las del mandatario por parte de James Bullard, de la Fed de St. Louis.
Trump volvió a enfatizar su contrariedad por la política monetaria de la Reserva Federal, que consiste en elevar los tipos de interés en la medida en que la inflación se ubica igual o por encima del objetivo del organismo, que es el 2% anual, tomando en cuenta además que la tasa de desempleo se encuentra en su mínimo nivel desde el año 2000. El funcionario se queja de que Estados Unidos pierde competitividad frente al resto del mundo, a la vez que acusó a otras potencias de manipular e intervenir los tipos de cambio.
El dólar ha crecido en el segundo trimestre del año, es verdad, aunque los motivos son variados, y no tienen que ver con manipulaciones. El euro llegó en enero a 1.2555, un valor que no tocaba desde tres años antes, y Trump no habló en ese momento de manipulaciones. Más bien podría atribuirse a su propia política de absorber dólares el motivo del alza de su moneda. Con bonos que superaron por lejos el 3%, y una toma de deuda de más de 150 mil millones, era fácil suponer que el dólar se iba a tornar imparable en estos meses, siendo además que el resto de los bancos centrales se ha quedado inmóvil. Y con alguna sonrisa escondida por ver como sus monedas se caían, eso sí.
Por otra parte, la libra no cayó por manipulaciones, sino por un laberinto llamado Brexit, cuya versión más dura es la que defiende Trump, y la que precisamente está destrozando a la moneda británica. La aparición de cierta oposición a esta línea ha frenado la caída de la libra, que por primera vez desde noviembre de 2017 quebró 1.3000 la semana pasada.
Y el yen, moneda que sí supo de manipulaciones groseras años atrás (hasta los demás bancos centrales le hicieron un guiño al BoJ cuando el tsunami de 2011 y un posterior golp de mercado llevaron a la moneda nipona a 75.55 y al franco suizo a 0.7000), esta vez se mantuvo con pocos cambios, y diríamos que caminando en sentido opuesto a las monedas europeas. Esta situación llevó, a su vez a los pares cruzados a tomar sendas tendencias alcistas de corto plazo.
No hubo manipulaciones de precios, y sí mucha picardía en Trump, que logró frenar al dólar en su mejor momento del año. El dólar index había llegado el jueves a la mañana a su máximo de 2018.
Y la semana pinta en negativo para la moneda norteamericana. La reunión del BCE del jueves, para lo cual igualmente falta mucho, puede darle al euro un buen impulso alcista, después de varios meses de sufrir fuertes caídas. Será el momento de apuntar a 1.2000? es probable que sí, pero dependerá de que la apatía habitual de Mario Draghi se convierta esta vez en optimismo moderado, tal el que mostraba en la primera parte del año.
También tendremos como dato importante la primera medición del PBI del segundo trimestre, prevista para el viernes. Este informe sí puede impactar en el dólar, que si cae durante la semana podría tener un buen alivio con estas cifras.
Este lunes asoma como un día de relativa tranquilidad en los mercados, con movimientos lentos y medidos, como todos los lunes. La superación de 1.1770 estiraría las ganancias del euro hasta 1.1830, y una caída de 1.1650 desvanecería su esfuerzo alcista. La libra tendrá su resistencia más importante casi en 1.3200, y el yen en 111.20. Puede que sea el momento de empezar a mirar al dólar con ojos bajitas, al menos durante unos cuantos días.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College