El sentimiento del mercado es unánime: una guerra comercial podría acabar con la baja inflación que predomina desde el año 1980, incluso podría traer la temida estanflación y terminar por lastrar intensamente a las bolsas mundiales. Exactamente, en el segundo trimestre de 1980 la inflación en USA llegó al 14,5% interanual, niveles más próximos hoy en día a Turquía que a los mismos Estados Unidos. Fue a raíz de este hecho cuando los bancos centrales comenzaron a tomarse muy en serio el control de la inflación. Goldman Sachs es de la opinión que si Trump termina imponiendo aranceles a todos los bienes sobre los que amenazó, el IPC subyacente podría incrementarse en 15 puntos básicos en un año.
La imposición de aranceles sobre un producto específico ya está teniendo efectos. A finales de enero, la administración Trump aumentó los aranceles para las lavadoras. Como resultado, las empresas aumentaron las importaciones antes de la introducción de la tarifa.
Por supuesto, también hay otros impactos. Después de ver 5 años de precios en constante descenso, el índice de IPC para lavadoras ha aumentado un 17,7% en los últimos dos meses a medida que los aranceles se transfieren a los consumidores.
Es inevitable que cada vez que se hable de guerra comercial, salga a colación el tema del aplanamiento de la curva de rendimiento (tasa de interés a corto plazo por encima de las de largo plazo), ya que generalmente ha terminado avisando de que se acercaba una recesión económica en los 12-20 meses siguientes, aunque bien es cierto que ha sido una historia diferente con los activos de los mercados emergentes. Y es que las acciones de estos mercados superaron a las acciones estadounidenses.
De todas maneras, calma. La actual expansión económica en USA es la segunda más larga de su historia. A pesar de los problemas relacionados con los aranceles y una potencial guerra comercial, en USA, tanto las personas como las empresas son optimistas. Como prueba, el NFIB Small Business refleja una lectura de 107.8, la segunda más alta en los 45 años de historia del índice.
A ver, vamos por partes. El 6 de julio, Trump aplicó aranceles del 25% a más de 800 importaciones chinas por valor de 34.000 millones de dólares, y en unos días a otros productos por valor de 16.000 millones de dólares. China no se iba a quedar de brazos cruzados y respondió con aranceles del 25% a productos estadounidenses por un valor equivalente. Y aún hay más, Trump dijo que aplicaría aranceles del 10% a más productos por valor de 200.000 millones de dólares si China respondía. Vamos, lo que se conoce como guerra comercial abierta y frontal.
De momento no hay que preocuparse demasiado, ya que todos los productos chinos que tendrán que soportar aranceles suponen sólo el 0,35% del producto interior bruto del país asiático. Otra cosa son los efectos que sobre la inflación puedan surgir.
De momento, habría que vigilar por si China recurre a la devaluación del renminbi para compensar en parte el efecto de los aranceles.
Mi opinión es la que les vengo comentando hace tiempo. No me creo nada de Trump. Esta es su forma de negociar, amenazando a lo grande para asustar y obtener lo que pretende, como bien se pudo apreciar con el acuerdo NAFTA con México y Canadá. Y es que hay que poner las cosas en perspectiva: si terminan USA y China en guerra comercial, no gana ninguno, que no les engañen, ninguno. Otra cosa es que se transmita a la sociedad el mensaje contrario, el de que ganaremos y además es de justicia actuar así. Me cuestas mucho creer que los asesores de Trump no le digan claramente, llegado el momento, que no se puede seguir en esta vorágine.
Así pues, la retórica de Trump tiene todavía cuerda para rato, porque se ha dado cuenta que actuando así le reporta un buen número de votos, y claro, no olvidemos que hay elecciones en el mes de noviembre…
Un último apunte, vean en el siguiente gráfico la relación inversa entre el oro y el dólar. Les dejo aquí el artículo donde les hablo ampliamente del oro y les explico por qué no está actuando de refugio.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es