Adam Smith en el S.XVIII expuso las ventajas del libre comercio en su obra “La riqueza de las naciones”. Demostró que mediante el libre comercio y produciendo cada país los bienes en los que tienen ventaja absoluta, el comercio mundial y con ello los países y ciudadanos, saldrían ganando debido al aumento de bienestar. Por el contrario, el establecimiento de limitaciones al comercio produce que un país produzca de forma más ineficiente determinados bienes y el crecimiento económico sea limitado. Años después, estos principios vuelven a estar en cuestión.
El 22 de enero, Estados Unidos ha impuesto aranceles a los paneles solares y las lavadoras. China, uno de los principales importadores de Estados Unidos se ha visto gravemente afectada por ellos. Unos meses más tarde (8 de marzo), Estados Unidos anuncia el establecimiento de unos aranceles del 10% y 25% para el acero y el aluminio respectivamente, confirmando la escalada de proteccionismo en materia económica. El gobierno liderado por Donald Trump alegó la necesidad de salvaguardar la seguridad nacional como argumento de peso para el establecimiento de estos. En un primer momento, algunos socios comerciales de Estados Unidos como la Unión Europea, Canadá y México estaban exentos de estos aranceles, pero a partir del 1 de junio esta decisión se revocó y sus importaciones de
Desde estas primeras decisiones se ha vivido una escalada de aranceles a nivel mundial que vienen a dar forma gráfica y real al proceso de Richardson de las hostilidades recíprocas y creciente. China ha establecido aranceles a más de 128 productos estadounidenses con un valor de más de 50 mil millones de dólares, y la Unión Europea también ha establecido aranceles a Estados Unidos, los cuales serán efectivos a partir de julio con un valor de casi 7 mil millones de euros amparándose en el acuerdo de salvaguardias de la OMC. Estados Unidos no se ha quedado impasible ante estas medidas y ya ha anunciado nuevos aranceles a productos chinos, principalmente tecnológicos, con un valor de más de 34 mil millones de euros. El mundo está estableciendo aranceles cuyo único objetivo es el perjuicio del contrario. Las empresas de todos los países se están viendo perjudicadas, y con ello un efecto arrastre que afectará a miles de personas, y que lo único que creará será una hostilidad a los productos de determinados países. Estos acontecimientos pueden agudizar aún más la crisis económica que más pronto que tarde va a suceder, según indican la gran mayoría de indicadores económicos. Es más, si los gobiernos siguen recurriendo al proteccionismo como panacea para resolver los problemas económicos, los votantes ante nuevas dificultades le exigirán el incremento de estas medidas, y el creciente número de partidos populistas que se están instaurando en los gobiernos de todo el mundo parece indicar que con tal de mantenerse en el poder no dudarán en aplicarlas.
Para poner en contexto estas decisiones tomadas por la administración Trump hay que analizar la balanza comercial de Estados Unidos. En abril de 2018 las exportaciones de Estados Unidos al resto del mundo se situaban en 211.200 millones de euros, las importaciones a Estados Unidos por parte del resto del mundo se situaban en 257.400 millones de euros, esto nos da un saldo de la balanza comercial de -46.200 millones de euros.
Pero la aportación a ese déficit comercial ha sido desigual entre los países. En el siguiente gráfico se muestra el porcentaje de déficit comercial causado por cada país/ grupo de países. Siendo sin duda el más importante China con un 40.83%, seguido de Europa con un 26.03%, Japón representa un 9.18% y México un 8.25%. Es destacable que Canadá solo representa el 1.15%.
Por otro lado, si miramos la clasificación de las importaciones de Estados Unidos, según a la categoría a la que pertenece, la partida que mayor peso tiene es la de los bienes de equipo. De estos dos gráficos se podría deducir por qué Estados Unidos ha priorizado establecer restricciones a los productos chinos, especialmente a la tecnología.
El establecimiento de medidas proteccionistas como solución a los problemas causados por una crisis no es algo nuevo. Ya tras la Primera Guerra Mundial y especialmente tras el Crack de 1929 se produjo un aumento de aranceles en todo el mundo. En Estados Unidos se aprobó la Tariff Act (1930), mediante la cual se elevó los aranceles de casi 20.000 productos con el objetivo de proteger a trabajadores y agricultores.
El presidente Hoover no se atrevió en aquel momento a vetar la ley en el Senado y se produjo lo que más se temía: un aumento generalizado de aranceles liderados por Canadá, Francia, Gran Bretaña y Alemania, con el único objetivo de perjudicar a Estados Unidos. Estas represalias provocaron un efecto nocivo para Estados Unidos con una gran caída de las exportaciones, tal como se observa en el gráfico.
En 1933 con Roosevelt en el poder se eliminó esta ley, pero no será hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando el comercio internacional vuelva a ser un motor de crecimiento.
Como hemos visto ya se cometieron errores en el pasado, errores que pretendieron ser soluciones a crisis parecidas como las que hemos vivido actualmente. En la mano y en la cabeza de nuestros gobernantes está evitar errores que no han causado ningún bien a lo largo de la historia.
Por el Departamento de Análisis ASPAIN 11 Asesores Financieros EAFI
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