Nos vamos acercando al domingo donde tendremos las elecciones italianas. Muchos inversores temían (y temen) este día por si hubiese alguna sorpresa que pudiese acarrear consecuencias para la renta variable y para la divisa comunitaria. Pero de momento, a día de hoy, como que no está influyendo demasiado. Fíjense que el FTSE MIB de Italia sube un +3,8% en lo que va de año. La idea es muy sencilla, lo que menos gustaría a los mercados es que hubiese un Gobierno de coalición de carácter euroescéptico, estando las miradas puestas sobre todo en el Movimiento 5 Estrellas.
Sí, es cierto que si tomamos como ejemplos o referencias otros comicios importantes en Europa tampoco pasó nada especial, pero bueno, las opciones están ahí y mientras haya posibilidades convendría ser precavido.
Los mercados se han encontrado con la buena noticia de que estos días se ha producido entrada de dinero en la renta variable. Podemos verlo en el ETF PowerShares QQQ Trust Series 1 (sigue al índice Nasdaq 100) y en el mayor fondo del mundo, el SPDR S & P 500 ETF Trust, que observó la entrada de 5.000 millones de dólares, siendo la tercera entrada diaria más grande en este ejercicio.
El ser humano en general y el inversor en particular, tiende a pasar del todo a la nada y viceversa con una velocidad inusitada y sin aprender de la experiencia ni pararse un momento a razonar y analizar objetivamente cuantas cosas suceden a su alrededor. Pasamos de la euforia a la catástrofe y viceversa sin remisión alguna. Les digo esto porque con las fuertes caídas de hace unas semanas parecía que se acababa el mundo y tras el rebote al alza parece que ya no existe el menor peligro.
Miren, desde el año 1992 hubo cuatro casos en los que diversas turbulencias llevaron a la volatilidad a subir con mucha fuerza. El S&P500 subió después una media de +5,6% (excepción hecha del año 2008) y acto seguido volvía a caer tras el rebote. Es más, si observamos el número de acciones que cambian de manos durante el rebote al alza, podemos concluir que pese a la subida de la renta variable el volumen de operaciones ha estado disminuyendo gradualmente a la mitad de lo que lo hizo los primeros días de dicho rebote.
No estoy diciendo que de nuevo venga un batacazo (soy de la opinión, y ya la expuse a primeros de año, de que espero un año alcista), pero sí que convendría dejar la euforia aparcada, que nadie ha dicho que este ejercicio fuera a ser fácil y que hay varias cosas importantes pendientes en los próximos meses.
Tres apuntes importantes:
– El índice de confianza de la UE cayó de 114,9 a 114.1 siendo ya la segunda caída mensual consecutiva tras tocar máximos de 17 años el pasado mes de diciembre. La confianza empresarial en Alemania cayó a niveles de hace cinco años, mientras que los índices de gerentes de compras mostraron que la actividad manufacturera y de servicios se debilitó más de lo previsto. También el sentimiento económico se debilitó en Alemania, Francia y España, aunque aumentó en Italia, lo que sugiere que las elecciones de este fin de semana no han afectado a la confianza.
– El nuevo presidente de la Fed, Powell, se estrenó con un discurso y lo más relevante fue lo siguiente: la FED puede continuar elevando gradualmente las tasas de interés ya que las perspectivas de crecimiento siguen siendo fuertes, y el reciente episodio de volatilidad no debe de pesar sobre la economía del país. La reciente corrección en el mercado bursátil no debería obstaculizar el crecimiento. La entidad ha estado luchando con una inflación demasiado baja en un período de 12 meses aumentará y se estabilizará en torno al objetivo del 2%.
Esto está muy bien, y que haya miembros optimistas que desean una estrategia más agresiva en lo referente a la subida de tipos de interés, pero sería positivo que escuchasen más a Randal Quarles, vicepresidente de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal desde octubre de 2017. Él viene a decir básicamente que un período sostenido de mayor crecimiento es cierto que podría requerir tasas de interés más altas, pero no tan severas como se está abogando últimamente.
– Todos conocemos el mantra de que una moneda fuerte perjudica a las exportaciones del país en cuestión. Y sí, es cierto, pero todo hay que ponerlo en ju justo contexto y matizar atendiendo a cada caso en particular. Por ejemplo, las exportaciones de China se han incrementado y eso que el yuan está fuerte. ¿Y esto por qué? Digamos que se debe a una fuerte demanda externa y un cambio hacia productos de tecnología más avanzada.
El yuan llegó el lunes a niveles no vistos desde el año 2015, pero su fortaleza frente a las monedas de sus principales socios comerciales (al margen del dólar) no ha sido nada del otro mundo, hecho que significa que los bienes exportados de China en realidad no están llegando a ser tan caros en todas partes. Todo esto se puede ver en el índice CFETS RMB, que mide la tasa de cambio de China frente a 24 divisas, sube un +1,2% este año y un +3% frente al billete verde.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es