Donald Trump ha podido superar un año 2017 complejo lleno de adversidades, lo que sucede es que el 2018 se presenta igual o más complicado, por lo que el escenario de posibles sucesos se encuentra abierto.
Es cierto que cuando llegó a la Casa blanca, los republicanos tenían la gran baza de tener mayoría en las dos cámaras del Congreso, hecho que sin lugar a dudas le suponía un presumible alivio de cara a implementar aquellas medidas y política prometida durante la campaña electoral. Pero las cosas no siempre son tan fáciles como a priori pudiera parecer, ya que de poco sirve ostentar la mayoría si en tus filas hay disidencia y opiniones contrarias a tu labor. De hecho, Trump todavía no ha podido llevar a efecto algunas de sus medidas estrella, tales como el muro en la frontera con México o la derogación de la ley sanitaria de Obama (Obamacare).
Por el momento, la única baza que puede apuntarse a su favor es la reforma fiscal y no es ninguna tontería, ya que Trump está sabiendo vender muy bien este éxito legislativo:
Fíjense si es importante para Trump poder vender al pueblo norteamericano su gran éxito legislativo, que logra dos cosas:
- 1º Cumple una de sus medidas prometida en campaña electoral, de las más importantes.
- 2º “Compensa” el fracaso que le supuso no poder derogar la famosa ley sanitaria de Obama, ya que logra modificar parcialmente dicha ley porque la reforma fiscal pone punto y final a una tarifa que pagaban algunos ciudadanos sin seguro médico.
Pero como les decía, entramos en un nuevo año cargado de retos para el Presidente. Por ejemplo, en noviembre el país está llamado a las urnas para designar un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes. En el Senado está todo muy igualado, pero en la Cámara Baja el tema es diferente.
La realidad es que hay en juego nada más y nada menos que 432 puestos en juego, y claro, los republicanos se la juegan literalmente, ya que el riesgo está en que podrían perder su mayoría que en estos momentos es de 239 escaños (los demócratas tienen 193 asientos).
Pero es en la vida hay que ser precavido e intentar mirar más allá para evitar sorpresas y poder estar preparados para cualquier eventualidad. Les digo esto porque es un secreto a voces que a Trump le obsesiona el tema de la mayoría en la Cámara de Representantes, entre otras razones porque sería donde se autorizaría la apertura del impeachment (el proceso de destitución del Presidente).
Sí, aunque es un tema que ya salió a escena en el 2017, no crean que este año no volverá a hacer acto de presencia, máxime si tenemos en cuenta los temas en que se basaría: todo el entramado de Rusia y las acusaciones de acoso sexual seguirán vigentes.
Impeachment es el proceso mediante el cual se puede llegar a destituir a un Presidente. Concretamente, en el caso de la Constitución norteamericana (está recogido desde su aprobación en el año 1789 y motivado de las leyes coloniales inglesas) se detalla que el presidente, vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos, serán separados de sus puestos al ser acusados y declarados culpables de traición, soborno, abuso de poder, cohecho u otros delitos y faltas graves.
Es la Cámara de Representantes la que ha de posicionarse y votar a favor del inicio del impeachment. Posteriormente, el Comité Judicial abre una investigación para esclarecer la veracidad de los delitos. En el caso de que existan indicios suficientes para ello, la Cámara votará de nuevo y si gana el “sí” la última palabra estará en el centenar de senadores (se requiere dos tercios o más de los votos).
Por tanto, la Cámara de Representantes tiene la votación inicial. Si es aprobada por mayoría, el proceso pasa al Senado y para aprobarse la destitución se requiere el voto favorable de dos tercios del Senado. Es más, incluso atendiendo a la Enmienda número 25 de la Constitución norteamericana, el vicepresidente puede informar por escrito a la Cámara y al Senado que el Presidente del país no está capacitado para el cargo.
De todas maneras, hay que tener claro que en el caso de que un Presidente sea destituido por el impeachment (en cuyo caso no cabe la posibilidad de apelación), no se producirían elecciones, tan sólo habría una sustitución, en este caso la del Presidente por el Vicepresidente.
Para terminar, tan sólo recordar que esta misma semana, en su recta final, el Gobierno Federal se quedaría sin fondos ni dinero si no se llega a un acuerdo para su financiación. Todo va a estar pendiente de un hilo que no es otro que la inmigración, con lo que hemos topado con un muro, ya que las partes no están por la labor de ceder un ápice.
¿Pero qué es todo ésto? Es sencillo, Estados Unidos no puede endeudarse de manera ilimitada, es el Congreso el que establece un techo máximo de deuda cada año. Cuando ese techo se alcanza, es el turno de los legisladores republicanos y demócratas y tienen que ponerse de acuerdo para elevar el techo el máximo de cara a que la Administración siga funcionando con normalidad. Así pues, el techo de deuda es el tope que tiene la Administración norteamericana para tomar dinero prestado. Como dato anecdótico les diré que entre Marzo de 1962 y Agosto de 2015, el límite del endeudamiento se incrementó en 74 ocasiones, 10 de ellas a partir del 2001.
¿Y qué consecuencias puede tener todo esto? Del año 1976 al año 1996 se han producido en los Estados Unidos nada más y nada menos que 17 cierres de la Administración y siempre se ha salido de los 17 atolladeros anteriores. Aunque bien es cierto, dicho sea de paso, que de esos 17 cierres muchos solo duraron un día.
¿Y cómo reaccionaron los mercados bursátiles en esas 17 ocasiones? Pues para tranquilizar, les diré que en 8 ocasiones los mercados de renta variable subieron y que de las ocasiones que bajaron sólo en 6 la caída superó el 2%.
Ismael de la Cruz
ismaeldelacruz.es
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