La situación en Corea del Norte, como ya hemos señalado en estas páginas en otras ocasiones, tiene el potencial desestabilizador suficiente, para provocar caídas generalizadas de los mercados a nivel global. Las últimas declaraciones tanto del presidente de los EE.UU. como el del líder de Corea del Norte han incrementado sensiblemente la tensión en la zona. Ya se habla directamente de acciones militares, y del uso de armas nucleares.
Aunque ni Donald Trump ni Kim Jong-un se caracterizan precisamente por su moderación y diplomacia, la probabilidad de una confrontación armadas entre ambos países es baja. Por un lado Corea del Norte no tomará la iniciativa de un ataque preventivo porque sería un suicido tanto para el régimen como para el propio Kim Jong-un. Por otro, también es poco probable que el presidente de los EE.UU. inicie la confrontación armada porque no tendría el respaldo ni de sus principales aliados en la zona, Corea del Sur y Japón, ni de gran parte del Congreso de los EE.UU. Por tanto, el escenario más probable es que una reducción paulatina de la tensión, ayudada por la intervención de China y Rusia.
Si la situación en Corea del Norte no es el riesgo mayor de los mercados de renta variable a nivel mundial, ¿qué lo es? Según Nicolás López de M&G Valores es que “el actual optimismo sobre la aceleración del crecimiento económico y el repunte de la inflación resulten un espejismo”. Nicolás López lo argumenta de esta manera:
Si tuviéramos que identificar la principal fuente de riesgos potencial para el mercado diríamos que sería la posibilidad de que el actual optimismo sobre la aceleración del crecimiento económico y el repunte de la inflación resulten un espejismo, una mejoría coyuntural dentro de una situación estructural dominada por el bajo crecimiento e inflación que volvería a apoderarse del escenario económico más pronto que tarde. La experiencia japonesa desde 1990 sería un ejemplo en este sentido. En los últimos 30 años la economía japonesa ha mantenido un tono de crecimiento débil e inflación baja aunque alternando fases de recuperación con recaídas. El problema es que las recuperaciones nunca eran completas.
Cada vez que la situación mejoraba, la Bolsa subía y se llegaba al punto en que parecía que finalmente los problemas quedaban atrás, llegaba la decepción. El resultado, 30 años de un gran movimiento lateral en la Bolsa alternando ciclos alcistas y bajistas de unos pocos años de duración pero nunca una gran tendencia alcista sostenible a largo plazo. ¿Existe la posibilidad de que Europa se encuentre en algo similar desde la Gran Recesión de 2008-09? En principio no le daríamos una alta probabilidad a este escenario pero tampoco lo descartaríamos del todo, aunque fuese en una versión algo menos dramática que la de Japón.
¿Es posible anticipar un deterioro severo de la economía y los mercados? Continuamente hay análisis que predicen la llegada de una nueva gran crisis con argumentos más o menos creíbles. Es inevitable, por tanto, que cuando se produce alguna siempre ha habido quién “la ha anticipado”. Incluso en ocasiones los argumentos que se han manejado para anticiparla coinciden con la cadena de acontecimientos que ponen en marcha la crisis por lo que podría decirse que realmente han sido capaces de predecirla. Sin embargo, incluso en estos casos puede argumentarse que ha habido algo de “suerte” en la predicción en el sentido de que el momento concreto en que estalla una crisis y su magnitud no están predeterminados.
No es posible, por ejemplo, demostrar objetivamente porqué las grandes crisis de 1929 y 2008 empezaron en ese momento y no algunos años antes o después. En todo caso es evidente que grandes cataclismos como esos tienen algo en común que es un período previo de crecimiento excesivo con severos desequilibrios de la economía, acumulación insostenible de crédito, burbujas en el precio de los activos, etc. En este sentido nos parece evidente que ahora no estamos ni remotamente ante una nueva crisis de dimensiones históricas como las mencionadas.
Carlos Montero