Hace ahora dos semanas en una reunión de economistas uno de ellos me interpeló de esta forma: «no debes hablar del riesgo de recesión a nivel mundial con un crecimiento económico aún positivo y que lo mantendrá en el futuro incluso en un escenario negativo». Sí, era una buena rectificación que acepté de buen grado. Pero, en el fondo, tampoco estaba tan desacertado al hacer compatible un riesgo de recesión con un crecimiento económico positivo. Al menos, si vamos más allá del sentido práctico de la expresión (dos crecimientos trimestrales negativos) para ahondar en su significado (producción y su ritmo de crecimiento por debajo del normal). Ahí está la clave: un crecimiento débil o una desaceleración, si se traduce en infrautilización de la capacidad de producción o del ritmo de crecimiento potencial, es aceptado como recesión. Ya sé que ustedes preferirían valorarlo como estancamiento, desaceleración o deterioro económico. Pero, en sentido estricto es recesión (NBER, CEPR). Considerando las nuevas previsiones del FMI publicadas el martes, un crecimiento del 3.1 % y 3.6 % respectivamente para 2015 y 2016 no parece consistente con recesión (en términos de ritmo de crecimiento) aunque sí con una economía débil (por debajo de su capacidad). Pero, ¿cómo deberíamos interpretar si finalmente el ritmo de crecimiento mundial es del 2.5 % y 2.9 % para los dos próximos ejercicios? Estas son nuestras previsiones. Y aquí sí podríamos ya tener argumentos «teóricos» para hablar de recesión.
Miren ahora estos gráficos….
Para el FMI la recesión ocurre cuando el ritmo de crecimiento del producto per cápita es negativo. Si observan con atención el segundo gráfico, encontrarán que el Mundo ha estado en recesión (siempre de acuerdo con el FMI) en 1975, 1982 y especialmente en 2009. En este último año, contracción del producto, recesión de acuerdo con cualquier definición que se utilice.
¿Empiezan a estar confundidos? Los economistas somos así: no nos ponemos de acuerdo ni sobre cómo denominar las cosas.
Pero, lo cierto y evidente, es que el ritmo de crecimiento mundial se debilita. También, que el crecimiento potencial en las economías desarrolladas se reduce. Y en las emergentes, especialmente en China, hay un ajuste pendiente de exceso de capacidad. También, que nos falta información para calibrar bien el estado real de la economía china (vean el primer gráfico siguiente). Y por último, que la debilidad del comercio mundial con datos que lo situarían en crecimiento negativo supone sin lugar a dudas uno de los mayores riesgos para la salud económica a nivel internacional.
¿Y cómo calcular el crecimiento potencial? Ya les voy anticipando que no es fácil. En su triple constitución (inversión, productividad y demografía) la debilidad económica lo reduce y la expansión lo aumenta. Además, nos enfrentamos a problemas estructurales como el demográfico difíciles de gestionar. Y de responder, como la caída del stock de capital en las economías desarrolladas a la que me refería antes. Por último, también parece claro como la productividad se ha ido reduciendo en los últimos años más allá de la «mejora» consecuencia de los ajustes de empleo en el momento peor de la Crisis. Con todo, les diré que para el FMI el Mundo mantiene un output-gap de 1-2 puntos.
¿Interpretan de forma negativa todo lo anterior? No deben verlo así. Sigo pensando que nos enfrentamos a un escenario en el futuro próximo de crecimiento débil, recuperación moderada. ¿Recesión? Vale, no lo vean así si les produce problemas. Otra cosa es que nuestras autoridades, utilicen el nombre que quieran, sí sean conscientes del escenario. Y tomen decisiones en consecuencia.
José Luis Martínez Campuzano
Estratega de Citi en España
Fuente: La Carta de la Bolsa