La opinión de los mercados se encuentra dividida, como pocas veces, acerca del camino que tomará el dólar en los próximos tiempos. Y escuchando ambas campanas, es inevitable dar parte de la razón tanto a quienes ven para la moneda norteamericana un futuro venturoso, como para quienes creen lo contrario.
Esto se debe fundamentalmente a que el dólar no encuentra una tendencia clara ante las monedas líderes, sobre todo cuando se consideran marcos de tiempo de mediano plazo.
Así, están quienes suponen que el euro se mantiene alcista solo porque logró alejarse repentinamente de la zona de peligro de 1,0350, que tocó a principio de enero, y cuyo quiebre lo llevaría sin escalas a la paridad. Comparando dicho precio con la zona actual de 1.11/1.13, claramente ha ganado, aunque cabe entonces preguntarse de qué plazo se habla.
En términos anuales, por supuesto que está ganando, pero no habría que subestimar al dólar: la tasa de interés de la Fed acaba de ser incrementada otra vez, por tercer trimestre consecutivo, y los diferenciales entre la misma y la tasa del BCE comienza a alejarse rápidamente. Una simple mirada sobre ambas tasas dejaría sin dudas a quien comience a invertir en estos días, apostando al dólar.
Distinto es el caso de la libra Esterlina, que luego de sufrir varias caídas violentas, intenta recuperarse, aunque es justo decir que sin la fuerza que mostró en su baja. La reunión de política monetaria del BoE dejó en claro que más de un oficial de la entidad desea incrementar los tipos de interés en el corto plazo; si esto sucediera -no lo vemos probable este año pero sí en 2018-, más el retraso que presenta la libra por cuestiones políticas aún no resueltas, el cruce GBP/USD no tardará en buscar 1,36, valor que, una vez quebrado 1,30 con confirmación y con fuerza, alcanzará sin obstáculos. Aún así, y tomando en cuenta el último año, no dejará de lucir bajista.
En el caso del yen, la situación no pasa tanto por la política monetaria del BoJ, que sigue sin cambios y con discursos escépticos, sino por el clima político y financiero global. La divisa nipona, más que nunca, sufre la incertidumbre o la relajación de los mercados, y al compás de estos estados de ánimo es que se mueve sin pausa entre 115 y 108, eludiendo cualquier esfuerzo del banco central por devaluar su propia moneda.
Así se podría enumerar una a una la situación de varias monedas, y en varios casos aparecerán cuadros similares: muchas tienen terreno por ganar, pero no lo logran; otras, parecen desplomarse en forma inminente, pero se estabilizan. Y todo esto se debe a un dólar errático.
Creemos que la medida que la Fed tomó el miércoles 14 de junio puede ser determinante en más de un sentido. Una tasa más alta, con una economía que, al decir de la titular de la Fed, Janet Yellen, pasa por sus mejores momentos en muchos años, deberá darle un impulso alcista al dólar ante al menos el euro, el yen, el franco suizo y las monedas vinculadas a las materias primas.
La conclusión, al cabo de una semana que tuvo de todo, Fed, BoE, informes importantes en Estados Unidos entre otros hitos, es que, con honrosas excepciones como la libra esterlina y la onza de oro, al dólar se le abre un camino alcista que puede aprovechar en la tercera semana del mes, una semana que habitualmente es la que menos datos ofrece, y que, tal vez por ello, sea aprovechada por la moneda líder para “escaparse” en sus pares principales. Como se ve, si de opiniones divididas se trata, la nuestra se tiñe de verde para los próximos días.
Adrián Aquaro
Trader College