“Resultados empresariales. Dicen que ahora, sí, que serán la prueba del algodón…”
«Y todo, porque los analistas consideramos que es inevitable una desconexión entre los bancos centrales y los mercados. Tiempo de frío y de nieblas. Con el cierre de enero llega la primera oleada de resultados correspondientes al cierre del año pasado. Luego, la primera guía trimestral, casi sin darnos cuenta. Antes, ahora, a mordernos las uñas; a dormir incómodos y a tirarnos de los pelos por lo que podríamos haber vendido ¡ya te lo decía yo! y no hemos vendido. Y al revés, por lo que pudimos comprar y no lo hicimos. Lo de siempre. La Bolsa luce sus pitones de oro, cogidas mortales, rápidas, sin apenas capacidad de reacción y justo cuando todo el mundo estaba instalado en la complacencia. Lo de siempre. Con la subida pasa lo mismo. Antes, ahora, a seguir de cerca los resultados de las empresas, que madrugan en Wall Street y se extienden por el resto del planeta. En esta ocasión, los analistas están empeñados en que los resultados de las empresas serán los verdaderos catalizadores del comportamiento inmediato de los mercados…»
«…Pero no será así, salvo en aquellos casos en que no se cumple el guión previsto por exceso o por defecto. Es decir, se cotizarán las sorpresas mayúsculas, las verdaderas sorpresas. El resto es lo sabido: el juego de chiquillos de unos resultados mejores o peores de lo previsto por los analistas. Y como las empresas ya saben esto, siempre filtran resultados por debajo de lo esperado ¿No les resulta esto muy grotesco, una chiquillada de mal gusto?», me dice A. M. uno de los grandes observadores de la realidad bursátil del mundo, que me envía el siguiente enlace:
He aquí algo sencillo para ayudar a mantener la marcha de las acciones en 2017: las ganancias corporativas.
Aunque que la elección de Donald Trump disparó las esperanzas de los inversionistas en que el presidente electo implantará políticas favorables a los negocios, las ganancias corporativas emergieron silenciosamente de un declive de cinco trimestres.
Es una mejora muy esperada. El rendimiento de las acciones fue flojo en 2015 y principios de 2016, y muchos inversionistas y analistas citaban la falta de crecimiento de las ganancias como el principal culpable del estancamiento. Desde finales de 2014 hasta la primera mitad de 2016, el S&P 500 subió un 1,9%.
El aumento de 6,7% que se produjo desde entonces—en gran parte, luego del día de las elecciones en EE.UU.—, ha sido atribuido en gran medida a los recortes de impuestos, el relajamiento regulatorio y el gasto fiscal prometidos por el presidente electo. Pero el alza también ha coincidido con una mejora fundamental: el retorno de las ganancias de las empresas estadounidenses.
“Es el crecimiento de las ganancias lo que está impulsando las acciones a largo plazo”, dijo Tom Cassidy, director de inversiones de Univest Wealth Management Division. Aunque “no sabremos si alguna de estas políticas [preanunciadas por Trump] entrará en vigencia hasta el año que viene”, un continuo repunte de las ganancias debería apuntalar un mayor crecimiento de las acciones, dijo Cassidy.
Las ganancias de las empresas del índice S&P 500 crecieron un 3,1% en el tercer trimestre respecto al año anterior, según FactSet, entrando en territorio positivo por primera vez desde el primer trimestre de 2015, cuando crecieron 0,5%. Los analistas encuestados por FactSet esperan que el repunte continúe, y calculan una tasa de crecimiento de 3,2% en el cuarto trimestre de 2016…
¿Y qué pasa en España?
Según el Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados, los resultados de las compañías españolas cotizadas han ido mejorando en términos de comparación interanual conforme avanzaba el año hasta situarse en positivo al cierre del tercer trimestre de 2016 con una mejora cercana al 20% de las compañías no financieras del IBEX 35 y una leve caída del 3,8% para los bancos presentes en el indicador.
De acuerdo con datos correspondientes al primer semestre, la aportación en 2016 de las ventas exteriores a la cifra total de facturación de las empresas cotizadas en la Bolsa española alcanza un máximo histórico con el 65,3%, más de un punto por encima del registro alcanzado en 2015. Esta tendencia creciente de internacionalización de las fuentes de ingresos de las empresas cotizadas es también visible en las grandes cotizadas: el peso exterior en la facturación total de las compañías del IBEX 35 en 2016 es del 65,5% frente al 63,8% en 2015.
Un ejercicio más el dividendo vuelve a ser un elemento positivo diferencial y un sostén de la Bolsa española. Las empresas cotizadas han repartido casi 25.000 millones de euros durante lo que va de año, en línea con lo anotado en 2015, para dejar la rentabilidad por dividendo del conjunto de empresas cotizadas cerca del 4,9%, nuevamente un registro líder entre los mercados de valores desarrollados según datos publicados en el informe mensual MSCI Blue Book correspondiente a noviembre para mercados de valores desarrollados.
La rentabilidad por dividendo de la Bolsa española es desde hace ya casi 10 años la más elevada de entre las Bolsas desarrolladas del mundo y su promedio (basado en datos mensuales) en los últimos 30 años es del orden del 4%, también el más alto en la comparación internacional con otros mercados homologables en tamaño y desarrollo de acuerdo con los datos de la citada publicación
Los pagos en acciones a elección del inversor (scrip dividend) han significado un 22% de la retribución total ya lejos del 40% alcanzado en 2013. Por segundo año consecutivo, las operaciones de amortización de acciones se han vuelto a situar por encima de los 3.000 millones en términos de valor de mercado.
Daniel Gutiérrez
La Carta de la Bolsa