Semblante serio y sonrisa forzada. L.P. es uno de los mejores operadores de la Bolsa española. Desayunamos en su despacho hace unos días. Tras el obligado apretón de manos, mi interlocutor inició un movimiento circular y en silencio, que duró 3 minutos, según el reloj de mi teléfono (otra industria, la relojera, que se ha cargado Appel ¿han visto a algún joven con reloj en su muñeca?). Tres minutos de silencio espeso, que fue roto con «esto es una mierda. La Bolsa nos animó hace unas semanas con un rally prometedor, con ilusiones sobre la Gran Rotación desde el mercado de bonos hacia las acciones, pero todo ha sido una pequeña carrera de apenas 100 metros obstáculos. Ni una puta orden. No hay dinero, no hay ideas. Los índices se mueven todos los días, porque están obligado a hacerlo. Los medios de comunicación lo repiten dándole una profundidad al asunto, que no la tiene…»
«Llevo preocupado muchos meses. Treinta años en este negocio y no he aprendido nada ¿O sí? Me desvelo por las noches al comprobar que las volatilidades vienen y van a su antojo. Que los bancos se han convertido en auténticos chicharros. Que los chicharros se convierten en estrellas de la Bolsa. Que los índices no se detienen. Lo que preveíamos que iba a suceder no ha sucedido. Y mientras, ni un euro en la caja ¿Miedo? No, no hay negocio para nosotros. Todo está en manos de los grandes, que son cada vez más grandes. Ese es el gran miedo, porque nos hemos planteado cerrar la sociedad de valores . La otra alternativa es reconvertirnos, pero ¿cómo, cuándo y en qué? Hemos hecho un seguimiento de los sucesos en los mercados de acciones desde que estalló la Crisis y asomaron los primeros brotes de verdad en la economía española. Hemos hablado con una docena de colegas y más de lo mismo: ni una puta orden y cero comisiones por corretaje. Muchos días nos hemos ido a almorzar sin haber cursado una sola operación. Argumentos suficientes para cerrar y dedicarnos a otra cosa…”
“…Tal es la gravedad del momento, que nuestros clientes, gentes inquietas, adoctrinadas en este mundo y con cultura financiera de alto nivel, ni siquiera nos han llamado para preguntarnos cómo vemos las cosas. O por qué los índices saltan y caen con fuerza. O por qué Europa concita todo el interés inversor del mundo y nosotros no nos enteramos. El dinero que piensa en la Bolsa va a los fondos de renta variable. Para nosotros, una ruina. En el resto de sociedades de valores y Bolsa sucede lo mismo…”
“…¿Por qué no llaman los clientes? Porque el inversor final de antaño murió. Además, el inversor que ha sobrevivido parece que tienen muy clara la idea, el sentimiento de que hay que estar en y con los grandes…”
“…Además, las máquinas, sin alma, sin corazón y sin sentimientos, siguen moviendo de manera importante los mercados ¿Quiénes mueven las máquinas? Párvulos veinteañeros que no tienen ni idea de economía real ni de economía financiera. Sólo han aprendido la cultura del pelotazo. Y así nos luce el pelo”, me cuenta el consejero delegado de una importante sociedad de valores y Bolsa.
Escriben en Reuters Francesco Canepa y Simon Jessop Reuters que los inversores europeos envían por primera vez más órdenes a través de ordenadores que a través de operadores de carne y hueso, mientras las nuevas reglas del mercado llevan a los administradores de dinero a mejorar en tecnología y reducir costes.
La generalización de los cambios regulatorios, diseñada para hacer operaciones de manera más segura, más transparente y con un valor mayor, ha afectado a operadores y gestores de activos y ha revolucionado la manera en la que interactúan.
Como resultado, el comercio electrónico – hace 30 años reservado a bancos expertos en tecnología y fondos de cobertura – se ha extendido gradualmente en el sector en una tendencia que está preparada para avanzar rápidamente.
Y, además, las fuentes tradicionales de ingresos desaparecen. Por ejemplo, las salidas a Bolsa y ventas de acciones, las ampliaciones de capital y la venta de bloques, y muestra una caída del 42% en lo que va de año comparado con el mismo periodo del año anterior. Las empresas europeas han apelado a la Bolsa por 75.600 millones en lo que va de año, en lo que supone el menor volumen desde el mismo periodo de 2012.
Cada vez más compañías prefieren venderse antes que salir a bolsa
Maureen Farrell y Matt Jarzemsky/The Wall Street Journal
El inversionista Bill Costello se entusiasmó cuando a finales de junio Centennial Resource Development Inc. presentó los papeles para realizar una oferta pública inicial (OPI). La petrolera opera en la prolífica cuenca Pérmica y Costello apostaba a una prometedora salida a bolsa.
Pero apenas unas semanas más tarde, Centennial canceló sus planes para emitir acciones y acordó venderse a una empresa propiedad de inversionistas entre los que se halla la firma de capital privado Riverstone Holdings LLC.
“Estábamos muy interesados en Centennial,” dijo Costello, un administrador de portafolio de la firma de inversión Westwood Holdings Group Inc., que gestiona US$21.000 millones. “Me quedé estupefacto cuando Riverstone aceptó la oferta” de compra.
Así están las cosas en 2016, el año más lento para las salidas a bolsa en Estados Unidos desde 2009. En los últimos tiempos, dicen banqueros e inversionistas, el deprimido mercado de las OPI sencillamente no puede competir con compradores que están dispuestos a pagar mucho dinero para sacar del tablero a potenciales firmas cotizantes.
Además de Centennial, el mercado de salidas a bolsa perdió este año a la compañía de seguridad cibernética Blue Coat Systems Inc., el mercado en línea de automóviles Trader Corp. y Performance Health Holdings Corp., un fabricante de productos de consumo para la salud.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa