La tasa de crecimiento del PIB nominal en Estados Unidos ha caído al 2.4%, el nivel más bajo fuera de una recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Ha ido descendiendo sin descanso durante casi dos años, una señal que nos advierte de que las fuerzas deflacionarias subyacentes pueden estar apoderándose de la economía de Estados Unidos.
Teniendo en cuenta este extraordinario telón de fondo, el violento ascenso en los rendimientos de los bonos mundiales y de Estados Unidos en los últimos cuatro días de mercado es extremadamente raro. Es raro que la deuda calificado como refugio seguro con una calificación AAA caiga tanto, al mismo tiempo que los mercados de acciones, y el influyente columnista del diario británico The Telegraph, Ambrose Evans-Pritchard, ofrece algunas explicaciones a este respecto:
«Todos estamos de acuerdo que el oxígeno se agota al entrar en la fase final del ciclo económico después de 86 meses de expansión. El índice mundial MSCI de las acciones globales ha subido a una relación precio-ganancias de 17, significativamente más alta que en la cúspide de la crisis de Lehman.
«Creemos que se ha filtrado en el mercado un exceso de complacencia», dice Mislav Matejka, estratega de acciones de JP Morgan.
«Después de siete años de estar sobreponderados estructuralmente en las acciones globales, creemos que el régimen ha cambiado fundamentalmente. Pensamos que ya no hay que comprar en las caídas, sino que utilizamos cualquier incremento como una oportunidad de venta», dijo.
La correlación entre bonos y acciones ha alcanzado niveles sin precedentes. El más mínimo aumento de los rendimientos ahora tiene un potente efecto en todo el espectro de los activos. De ahí la angustia por lo que está pasando los bonos del Tesoro.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años – el costo de los préstamos de referencia para las finanzas internacionales – han subido 19 puntos básicos, hasta el 1.72 por ciento, desde mediados de la semana pasada. La cantidad de deuda pública mundial que se negocia a tipos inferiores a cero ha caído repentinamente desde 10 billones de dólares a 8.3 billones de dólares, con efectos paralelos en los bonos corporativos.
Se podría pensar que la inflación estaba repuntando en Estados Unidos y que la Fed estaba a punto de pisar el freno, pero ese no es el caso. Los mercados están dando una posibilidad del 15 por ciento de un alza de tasas esta semana, y la cifra ha ido disminuyendo.
En todo caso, el miedo a la inflación en Estados Unidos ha disminuido. Había motivos para preocuparse a principios de año de que la Fed tuviera que actuar. En febrero, la inflación subyacente estaba viento en popa a una velocidad del 2,9 por ciento sobre una base anualizada de tres meses. Esta se ha reducido de nuevo al 1,8 por ciento. Otras medidas básicas están más bajas.
Llama la atención que los mercados no creen que la Fed vaya a alcanzar su objetivo de inflación del 2 por ciento en los próximos 30 años, según la fijación de precios de la curva de los bonos ligados a la inflación. Sería totalmente absurdo que la Fed dé la razón al coro de voces que suplica una subida de tipos en tales circunstancias.
Si la presidenta de la Fed, Janet Yellen, sube las tasas la próxima semana, el movimiento se cubriría con un discurso tan «dovish» que podría neutralizar el efecto. En pocas palabras, la Fed no puede plausiblemente ser responsable del desplome de los bonos a nivel mundial.
Lo que es cierto es que los mercados temen que el Banco de Japón y el Banco Central Europeo estén alcanzando sus límites políticos, y no se les pueda permitir seguir adelante con sus experimentos, incluso si así lo desean.
El gobernador de Japón, Haruhiko Kuroda, tiene sus alas cortadas por la crítica del partido en el gobierno de Shinzo Abe, alarmado de que el Banco de Japón se está tragando el sistema financiero. Lo obligaron a llevar a cabo una «revisión integral» de sus políticas.
Japón ha alcanzado un punto de inflexión. El Banco de Japón está claramente arrinconado.
El banco ya posee el 12 por ciento de Fast Retailing y el 13 por ciento del grupo de tecnología Advantest, La economía de mercado de Japón está siendo nacionalizado.
El Banco de Japón pronto mantendrá el 50 por ciento de todos los bonos del Gobierno japonés. Está monetizando todo el déficit presupuestario. El banco central se está acercando al punto fatídico en el que no tendrá ninguna estrategia de salida si la inflación alguna vez se recupera, una preocupación compartida por los funcionarios del Fondo Monetario Internacional.
Una variante de esta saga política se está jugando en Europa, donde el presidente del BCE, Mario Draghi, ha perdido la confianza de las élites alemanas. «En lugar de medidas nuevas y siempre más extremas, necesitamos un poco de paciencia», fueron las palabras ácidas de Sabine Lautenschläger, miembro alemán en el consejo ejecutivo del BCE.
El balance del Bundesbank ha aumentado seis veces, a 1,2 billones de euros y se han construido deudas de 660.000 millones de euros con otros bancos centrales de la zona euro a través del sistema de pagos TARGET2. Los pasivos de Italia han llegado a un máximo histórico de 327.000 millones de euros, sobre todo debidos al Bundesbank.
La fatídica decisión del BCE de optar por tasas negativas – ahora -0.4 por ciento – se enfrenta a la protesta vehemente alemana. Las cajas de ahorros y las aseguradoras quieren a Draghi quemado en la hoguera. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble lo culpa por el ascenso del partido de derecha AfD.
Es cierto que el paquete de compras de bonos de 80.000 millones de euros cada mes no es mayor, proporcionalmente hablando, que los esquemas anteriores QE de la Fed y del Banco de Inglaterra, pero los efectos políticos son tóxicos dentro de la extraña estructura de la zona euro.
Como descubrieron los mercados la semana pasada, podría tener problemas para garantizar la aprobación alemana para una extensión de la QE cuando expire en marzo. Los fondos de inversión ya están sufriendo sus apuestas sobre la QE. Después de todo, puede que el BCE tenga que comprar menos bonos.
Es por esto que los rendimientos de los bonos alemanes a 10 años ascendió de repente por encima de cero después de tres meses en los bajos fondos, con movimientos paralelos en Francia, Holanda y España – y subidas más grandes en Italia y Portugal.
El rendimiento de la deuda en Europa no está aumentando porque el crecimiento se esté acelerando y la inflación esté a la vuelta de la esquina. La producción industrial cayó un 1,1 por ciento en julio. Francia e Italia están en estancadas. La inflación subyacente es muy débil. En otras palabras, los rendimientos están subiendo en Europa por la «razón equivocada».
Estamos entrando en aguas peligrosas. Los mercados están perdiendo la fe en los «todopoderosos» bancos centrales, pero los gobiernos aún no están dispuestos a llenar ese vacío con estímulo fiscal para mantener el espectáculo mundial. Así es como ocurren los accidentes.»
Fuentes: Ambrose Evans-Pritchard
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa