Hablo con Vicente L. aguerrido lobo de mar de la Bolsa española con 60 años (60) de experiencia en estas lides. «La Bolsa ya no es negocio para nadie, ni para los que intermedian ni para los que invertimos. Los corretajes o ingresos por intermediación cayeron a plomo hace años. Los agentes se devoraron entre sí, Luego llegó la Madre de Todas las Crisis y a muchos nos dejaron cacareando y sin pluma, huyendo como el perro con el rabo entre las piernas. Por eso, las cuentas de resultados de estas sociedades tienen cada vez más telarañas. Por eso, los bancos venden gestoras y sociedades de inversión» y añade: «Emigrar o morir. La Bolsa ya no es negocio ni para los profesionales del corretaje ni para los inversores. Son las máquinas las que juegan, de acuerdo con programas informáticos de última generación. Mi reputación era excelente. Algunos de mis amigos me envidiaban. En el ascensor, incluso me reverenciaban los más necios. Traje impoluto. Ni un kilo de grasa. Bien afeitado. Bien hidratado. Más de doce horas al día de trabajo. Muy bien pagado ¿Éxitos en las operaciones con mis clientes? Los mercados, ya sabes, son muy difíciles de entender, muy difíciles de aventurar. Es decir, resultados humildes cuando la Bolsa sube mucho y muy malos, cuando la Bolsa baja…»
«Lo correcto en mi antiguo banco de inversión era seguir la corriente de los demás, hasta el extremo de copiar al pie de la letra los informes de estrategia y de situación de las grandes bancos, de las firmas de análisis relevantes. Eso pasó a la historia. La banca de inversión ha muerto, bien porque los reguladores la han aniquilado, bien porque los clientes desconfían, salen corriendo de este tipo de banqueros como el gato que huye escaldado ¿Qué hacer? O te aclimatas, emigras o mueres. Ahora, con más de ochenta años cumplidos, más gordo y con traje usado mil y una veces busco otros acomodos, otros asuntos para no aburrirme y seguir vivo. Pero no los encuentro. Ni siquiera me cogen el teléfono. Tampoco leen mi currículo…»
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Encuentro una referencia de hace dos años. No tiene desperdicio:
Las barbas de Wall Street
Después de cinco años de trabajar en banca de inversión, Matt Wolf decidió que era hora de cambiar de rubro.
Aunque el vicepresidente de 35 años disfrutaba de su trabajo en Morgan Stanley, había alcanzado su punto límite: demasiadas noches de trabajo con comida a domicilio, demasiados viajes con su esposa cancelados y demasiadas miradas de desaprobación en eventos sociales. Su remuneración —aún generosa, pero menor a la que esperaba recibir antes de la crisis financiera— ya no valía los sacrificios, escribe LESLIE KWOH en The Wall Street Journal.
El mes pasado, finalmente, decidió irse. Sin un nuevo trabajo a la vista, su único plan es pasar los próximos meses viajando solo en su motocicleta desde Nueva York a Sudamérica, durmiendo en albergues y campamentos y explorando oportunidades laborales en los mercados emergentes. «Uno quiere sentirse bien con lo que está haciendo en el largo plazo», dice Wolf, quien ahora busca una carrera más de emprendimiento.
Después de que la crisis financiera resultara en menos prestigio y dinero, «la ecuación cambió».
La turbulencia en Wall Street, que ha resultado en problemas de imagen para la industria, bonificaciones más bajas y menos beneficios de lujo, está llevando a algunos banqueros a reconsiderar sus carreras.
Tras toda una vida de fijarse metas y alcanzarlas —asistir a una universidad de élite y perseguir pasantías competitivas con la esperanza de conseguir un trabajo bien pagado en el sector financiero—, algunos banqueros están abandonando el barco sin un plan B. Su única certeza, según entrevistas que realizó The Wall Street Journal con una decena de banqueros, es que ya no quieren seguir en la banca. «La gente de la industria ha empezado a preguntarse cuál es realmente el gran propósito», señala Wolf.
El agotamiento y la fatiga no son nuevos en Wall Street, ni tampoco los que se retiran tras acumular una pequeña fortuna. Sin embargo, los reclutadores dicen que es inusual ver a treintañeros, que han pasado cerca de una década en las finanzas, irse sin un plan alterno.
«Ha sido un caso que se repite este año», afirma Ross Baltic, socio gerente en Mercury Partners Inc., una firma de cazatalentos de Manhattan que se especializa en la banca de inversión. La cantidad de banqueros de medio rango normalmente disminuye a medida que se van a firmas de private equity o fondos de cobertura, pero irse sin un destino fijo es un nuevo fenómeno, explica.
La menor remuneración, sin dudas, es un factor importante para los banqueros a la hora de sopesar los costos y beneficios de la profesión. Las bonificaciones promedio para los vicepresidentes en su primer año —generalmente un cargo que requiere entre cinco y 10 años de experiencia— cayeron 13% en 2011, a US$203.358, según una encuesta anual llevada a cabo por WallStreetComps.com.
Asimismo, un informe de la Oficina del Contralor de Nueva York reveló que el salario total promedio y las bonificaciones para los profesionales de la industria de valores en la ciudad crecieron 0,5% a US$362.950 en 2011, pero se ubicaron por debajo del nivel de más de US$400.000 de 2007, justo antes del punto más bajo de la crisis financiera.
Banqueros de Goldman Sachs, Bank of America Merrill Lynch, Morgan Stanley, Citigroup Inc., J.P. Morgan Chase & Co. y UBS AG entrevistados para este artículo —pero que no quisieron ser identificados porque aún trabajan en las firmas o temen que un día tengan que volver a la industria— citaron horarios brutales, la falta de ejercicio, el aumento de peso y una vida social casi inexistente como razones para irse.
Varios bancos contactados para este artículo, entre ellos Goldman Sachs, Bank of America y Citigroup, no quisieron hacer comentarios sobre si han notado que los profesionales de medio rango se van de sus firmas sin otro trabajo concreto. Una persona al tanto de las tendencias de contratación en Morgan Stanley dice que las salidas voluntarias en todas las divisiones empresariales han caído a los niveles más bajos desde la crisis financiera.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa