La economía de Estados Unidos está siendo objeto de intenso debate sobre una posible recesión. Ha sido objeto de mucho análisis durante los últimos años, especialmente tras la turbulencia generada por la pandemia de COVID-19. A medida que nos adentramos en 2025, surgen cada vez más interrogantes sobre la posibilidad de una nueva recesión en la principal economía mundial.
Los ciclos económicos suelen incluir períodos de expansión seguidos de contracciones, y varios indicadores actuales sugieren que podríamos estar acercándonos a un punto de inflexión económico significativo. Este análisis examina los factores clave que podrían determinar si Estados Unidos se dirige hacia una recesión en el futuro próximo.
Contexto histórico y ciclos económicos recientes
La economía estadounidense ha experimentado importantes fluctuaciones durante las últimas administraciones presidenciales. Durante la administración Trump (2017-2021), la economía mantuvo inicialmente las tendencias positivas heredadas de la era Obama, aunque con un crecimiento que comenzó a desacelerarse antes de la pandemia. Si consideramos un crecimiento del PIB del 2% como objetivo «normal», la administración Trump experimentó tres trimestres de crecimiento subóptimo incluso antes de los cierres por COVID: el primer trimestre de 2017 (1,7%), el cuarto trimestre de 2018 (0,7%) y el cuarto trimestre de 2019 (1,8%).
Las políticas económicas implementadas durante ese período estuvieron centradas en recortes fiscales masivos y presiones para mantener bajas las tasas de interés, lo que según varios analistas, fomentó un crecimiento a corto plazo a expensas de la flexibilidad para enfrentar crisis imprevistas1. Cuando surgió la pandemia, el país contaba con menos herramientas fiscales y monetarias para estimular la economía, ya que las tasas de interés ya estaban excepcionalmente bajas y se habían incurrido en importantes déficits.
La administración Biden heredó una economía severamente afectada por la pandemia y enfrentó el desafío de la recuperación económica en un contexto de disrupciones en la cadena de suministro global y presiones inflacionarias significativas. A pesar de lograr una notable recuperación económica, los efectos residuales de esta tormenta económica perfecta siguen influenciando las perspectivas actuales.
Indicadores económicos actuales: señales mixtas
A principios de 2025, la economía estadounidense presenta señales contradictorias que dificultan predecir con certeza si se avecina una recesión. Por un lado, el mercado laboral ha mostrado resiliencia, con tasas de desempleo que se han mantenido relativamente bajas. Sin embargo, otros indicadores muestran signos preocupantes. La inflación, que alcanzó niveles alarmantes en 2022-2023, ha disminuido considerablemente, acercándose al objetivo de la Reserva Federal del 2%, pero este proceso de «aterrizaje suave» sigue siendo frágil.
Las tasas de interés, que la Reserva Federal ha utilizado como herramienta principal para controlar la inflación, han afectado diversos sectores de la economía, particularmente el inmobiliario. El mercado de la vivienda, que comenzó a experimentar aumentos significativos de precios durante la pandemia debido al auge del trabajo remoto y las bajas tasas hipotecarias, ha enfrentado presiones considerables con el incremento posterior de las tasas.
Factores de riesgo en Estados Unidos para una recesión inminente
Varios factores estructurales aumentan la vulnerabilidad de la economía estadounidense ante una posible recesión. La desigualdad económica, exacerbada por políticas fiscales que han favorecido desproporcionadamente a los más ricos, ha creado una economía menos resiliente donde un número significativo de consumidores tiene menor capacidad para mantener el gasto durante períodos de dificultad económica.
La deuda nacional, que aumentó significativamente durante las administraciones recientes (Trump añadió aproximadamente $4.8 billones excluyendo gastos relacionados con COVID, y Biden aproximadamente $2.2 billones en gastos no relacionados con la pandemia), limita la capacidad del gobierno para implementar estímulos fiscales adicionales ante una desaceleración económica.
Adicionalmente, las tensiones comerciales globales, iniciadas en parte por las políticas arancelarias agresivas de administraciones anteriores, han alterado los flujos comerciales internacionales y afectado a sectores clave de la economía estadounidense, como la agricultura y la manufactura.
Perspectivas y conclusiones
Aunque predecir con precisión cuándo ocurrirá una recesión resulta notoriamente difícil, incluso para los economistas más experimentados, es evidente que la economía estadounidense enfrenta vulnerabilidades significativas. La forma en que se han gestionado las políticas económicas en los últimos ciclos, priorizando frecuentemente ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo, ha dejado a Estados Unidos con menos «munición» económica para enfrentar futuros desafíos.
El enfoque más prudente para gestionar una economía nacional debería asemejarse más a «gobernar el país como una familia» que como un negocio a corto plazo, invirtiendo y ahorrando durante los períodos de prosperidad para poder afrontar mejor los tiempos difíciles. Las lecciones de los ciclos económicos recientes sugieren que la falta de previsión y preparación adecuada ante inevitables fluctuaciones económicas puede amplificar significativamente el impacto de las recesiones.
En conclusión, mientras diversos indicadores económicos actuales muestran signos mixtos, las vulnerabilidades estructurales acumuladas durante años aumentan el riesgo de una recesión en Estados Unidos. Los próximos meses serán críticos para determinar si la economía logra mantener su trayectoria de crecimiento o si finalmente sucumbe ante las presiones que han estado acumulándose gradualmente en el sistema económico.
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