La semana que se inicia estará marcada por la reunión de política monetaria de la Fed, que tendrá lugar entre el martes y el miércoles. Al cabo de la misma, el banco central anunciará su decisión.
Se espera que, por primera vez desde 2020, la Fed recorte su tasa de interés el 5.25%, desde el 5.50% actual. Durante varias semanas se especuló con un recorte mayor, en especial a inicios de agosto, cuando los datos de empleo de julio y el ISM de manufacturas quedaron en niveles alarmantes. Los datos de ventas minoristas, y un sólido PBI del segundo trimestre, desestimaron esa posibilidad.
Más acá en el tiempo, los datos de empleo de agosto quedaron debajo de lo esperado, pero muy por encima de las pobres cifras de julio, con una tasa de desempleo estable. Las vacantes de empleo volvieron a caer, y el ISM de manufacturas volvió a decepcionar, aunque el de servicios mostró un crecimiento sólido.
Este balance entre buenas y malas noticias llevaría a la Fed a iniciar un ciclo de recortes de tipos, pero a un ritmo pausado y sin mucho apuro. La inflación, que es en definitiva el factor clave en este tipo de decisiones, baja en forma consistente, aunque de acuerdo al tipo de medición con que se juzgue se ubica cerca o no tan cerca de los objetivos de la entidad que lidera Jerome Powell.
La medición general interanual ya se acerca a dichos objetivos, fijados en el 2%. Las cifras de agosto arrojaron un 2.50%, suficiente como para que la Fed avance sin demoras. La medición subyacente, que excluye alimentos y energía, y que finalmente mide la gestión de la Fed (los precios de la energía están lejos de su dominio) quedaron en agosto en el 3.2%, lejos del 2% buscado.
Un recorte del 0.25%, que es lo esperado, seguido de dos recortes similares en las reuniones que faltan para completar 2024, moderará la caída del dólar, que se ha hecho tangible en los últimos tiempos ante el oro y el yen, favorecidos por la baja importante de los rendimientos de los bonos del Tesoro.
El Euro, principal contraparte del dólar en el mercado de divisas, apenas se alejó 600 puntos de sus mínimos anuales, en un año especialmente estático para la moneda europea. Solo por encima de 1.1300 comenzará a tomar forma una tendencia alcista de mediano plazo, de cara al año próximo.
El recorte importante de tipos de interés del Banco Central Europeo, conocido el jueves pasado, no ayuda del todo al euro. Si bien no dejó pistas de acciones futuras, la brecha entre la Fed y el BCE volvió a ampliarse, y por ahora no hay motivos para pensar en un euro por encima de 1.1200, su máximo anual que tocó pocas semanas atrás.
La Libra esterlina sí recupera terreno en forma más sustentable. La economía británica parece más estable que la de la Eurozona, y los movimientos del Bank of England también lucen más moderados. La moneda británica llegó a 1.3260 en su máximo del año, y se mantuvo, pese a la recuperación del dólar de las últimas sesiones, por encima de 1.3000. El quiebre de los máximos mencionados ya ubicaría a la libra camino a 1.3500 para los próximos meses, pero no creemos esta semana vaya a tomar tal dirección.
En cuanto al Yen, aparece en un camino de recuperación, después de sufrir, durante más de dos años, el embate de los fondos de inversión que, aprovechando la tasa negativa del Banco de Japón, tomaron deuda en yenes para colocarse en otros activos. La prueba más dramática la tuvimos a mediados de julio, con el alza no muy sorpresiva de tasa por parte del BoJ, que generó un desplome de la bolsa de Tokio, y una salida masiva de posiciones por parte de dichos fondos. El par AUD/JPY fue el que más sufrió, con una baja histórica del dólar australiano y una fuerte recuperación del yen.
La moneda nipona se topó con un muro: el 61.8% de retroceso del último movimiento alcista del par USD/JPY medido en el gráfico semanal, en 140.40, nivel que momentáneamente logró superar. Todo está dado para que lo haga en las próximas semanas, para buscar la zona de 135.00.
Por su parte, la onza de Oro llegó la semana pasada a un nuevo máximo histórico en 2585 dólares, superando por mucho el anterior del 20 de agosto. Al igual que el yen, el oro se vio beneficiado por la baja de los rendimientos de los bonos del Tesoro. En un plazo de tiempo más largo, la tensión en Medio Oriente y la compra masiva de oro por parte de los bancos centrales, en especial el Banco Popular de China, han tenido peso en este rally interminable del metal precioso, que está por cumplir un año. La sobrecompra de los gráficos de corto plazo implica una corrección bajista para el inicio de la semana.
Este es el contexto que encuentra la Fed en su nuevo ciclo. La inflación que ahora está controlando la generó el propio banco central con una emisión monumental, iniciada a mediados de 2020, y extendida por mucho más tiempo de lo que la prudencia indicaba. Si los recortes llegan tarde y la economía sufrirá demasiado una tasa tan alta como la actual durante más de un año, se verá con el paso de los meses.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College