El bitcoin, medio de pago creado por el empresario australiano Craig Wright bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto, surgió íntegramente en internet y tras siete años de existencia pretende ser una alternativa al sistema monetario convencional.
La moneda electrónica, un código encriptado que los usuarios utilizan para efectuar pagos, está desarrollada colectivamente a través de una plataforma de código abierto y no está controlada por ningún organismo regulador.
Concebida en 2008 por Craig Wright, que se ha identificado como su creador, el proyecto «bitcoin» es una de las primeras puestas en marcha del concepto de criptomoneda, descrito originalmente en 1998 por el criptógrafo Wei Dai.
La red «bitcoin» entró en funcionamiento en enero de 2009 con la creación de la primera aplicación informática y las primeras monedas virtuales.
La nueva forma de dinero utiliza un protocolo descentralizado, circula a través de redes puerto a puerto (P2P) y su valor frente a otras monedas tradicionales se fija en el sistema libre de precios.
Los usuarios pueden cambiar sus ahorros a «bitcoin» y crear su propia cartera virtual (equivalente a una cuenta corriente) mediante empresas como Coinbase o Mt.Gox.
El protocolo «bitcoin» utiliza algoritmos encriptados para controlar la creación de moneda y las transacciones producidas.
Las claves de seguridad de las divisas son generadas por complicadas fórmulas matemáticas que impiden su duplicidad.
Y las transacciones se articulan en grandes conjuntos de datos denominados bloques, que son validados por una red de «mineros» (usuarios informáticos) mediante computaciones criptográficas.
Uno de los aspectos más revolucionarios del «bitcoin» es su descentralización, ya que no está controlado por ningún Estado o institución financiera.
Esta cualidad le confiere valor entre los inversores, que desconfían de las instituciones financieras tradicionales tras la última crisis internacional.
La nueva divisa ganó popularidad al aumentar su uso en el comercio electrónico y como medio de pago en numerosos establecimientos.
Los detractores de este sistema de pago consideran que permite el blanqueo de dinero, las transacciones ilícitas gracias al anonimato y cierta vulnerabilidad a ataques de piratas informáticos.
Sin embargo, es un medio legal de intercambio en muchos países y diversos informes consideran que no será un procedimiento de evasión fiscal porque deja rastro en los ordenadores y que no será una moneda refugio por culpa de su valor volátil.
Sus principales ventajas son la ausencia de comisiones o tasas, una cotización no expuesta al mercado de futuros y altos niveles de seguridad.