«En la Bolsa, como en cualquier mercado organizado (también en aquellos que no están organizados) siempre hay que saber con quién se juega uno los cuartos, cuáles son los contrincantes, los métodos, las normas, las reglas de juego, en definitiva. No valen lamentos postreros, cuando el mal ya está hecho. En la Bolsa, como en otros mercados, han cambiado los hábitos, las normas, las costumbres. Todo transcurre a velocidad del rayo en el Mundo Global, todo menos la oxidada maquinaria económica y la desastrosa tela de araña del desempleo. Si los más viejos levantaran la cabeza se volverían a la tumba, en el caso concreto de la Bolsa, al comprobar que lo que está enfrente de ti, como inversor, es una máquina y no otra persona (la que te compra o vende lo que tú quieres vender o comprar, que es la ley secular de la oferta y la demanda). Comprobarían, además, lo que ya estamos comprobando desde hace tiempo, tanto a nivel institucional como particular: que es imposible competir con máquinas de última generación. En esta nueva etapa ¿qué hacemos? Son muchos los clientes los que nos formulan esta pregunta. Nuestra respuesta es sencilla: no sabemos ni podemos, ni nos apetece, competir con las máquinas. Pero esto también está cambiando: ya hay rebajas en los robots, ya hay robots para todos, si bien los más caros no están al alcance de todos. Quizá no sea mala idea comprar un robot, ponerlo a trabajar en Bolsa y nosotros, a jugar al golf o a la que sea», me dice el presidente de una importante gestora de fondos, que me envía uno de los artículos relativos a este asunto, recién salido del horno.
¡Ver para creer! Como bien saben los defensores del libre mercado, la competencia beneficia a los consumidores, ya que la lucha por ganar cuota de mercado suele traducirse en más y mejores productos o servicios a menor coste. Es lo que empieza a suceder en el mercado británico de los servicios automatizados de asesoramiento que prestan los conocidos como roboasesores o robo-advisors, una de las tendencias que vienen pisando fuerte en el mundo de la inversión y que ya está en el radar de los supervisores europeos.
La firma italiana MoneyFarm –que, al igual que muchos de sus competidores, permite invertir en carteras de ETF seleccionados según el perfil de riesgo del inversor, ofreciendo una alternativa de bajo coste a los gestores patrimoniales tradicionales– acaba de cruzar el Canal de la Mancha con una propuesta comercial que representa una auténtica declaración de guerra: no cobrará ningún tipo de comisión a los inversores con patrimonios inferiores a 10.000 libras o superiores a un millón de libras, informa Financial Times.
Nutmeg, hasta el momento líder en este tipo de servicios en Reino Unido –y participada, entre otros, por Schroders–, rebajó recientemente la comisión de su plataforma del 1% al 0,95% para prepararse ante la oleada de roboasesores europeos que intentarán conquistar el mercado británico en los próximos meses.
Aunque muchos analistas coinciden en que la oferta de servicios gratuitos o a muy bajo coste podría acabar convirtiéndose en la norma a nivel europeo, otros se muestran escépticos. “A la hora de invertir y gestionar dinero, los consumidores no siempre se decantan por el recién llegado más barato”, explican desde la consultora Lang Cat Financial. “No encontramos una gran correlación entre el coste de las plataformas y la cuota de mercado que atraen”. Jeremy Fawcett, responsable del segmento D2C (direct-to-consumer) en la consultora Platforum, añade que el precio no es la prioridad de los inversores cuando se deciden por uno de estos servicios, sino que “le dan mucha más importancia a que sea una empresa conocida y fiable”.
En este sentido, puede que los bancos y las gestoras tradicionales tengan una ventaja frente a las firma más nuevas, puesto que ya cuentan con una sólida reputación y una amplia cuota de mercado. Se sabe que bancos como Barclays, Royal Bank of Scotland, Lloyds y Santander UK, por un lado, y gestoras como Robeco, Fidelity Investments y Deutsche Asset & Wealth Management, están desarrollando plataformas de asesoramiento automatizado para sus clientes. BlackRock, por su parte, cuenta ya con capacidades en este ámbito tras adquirir el pasado mes de agosto la plataforma estadounidense FutureAdvisor.
Moisés Romero
La Carta de la Bolsa