Las ventas minoristas de enero crecieron por encima de lo esperado en Estados Unidos, según el informe publicado el miércoles. De inmediato, el dólar se fortaleció en todos los frentes, llegando a máximos de varias semanas ante el euro, y poniendo a la libra esterlina en apuros. Además, el yen cayó a niveles que no tocaba desde inicios de enero, con los rendimientos de los bonos del Tesoro volando más allá del 4.55%.
La bolsa de Nueva York reaccionó en forma mixta a los anuncios, tal como ha venido sucediendo con los datos de empleo y de inflación. Siendo que los tres informes arrojaron cifras poco menos que asombrosas, lo que queda como síntesis es que la economía está bastante lejos de la temida recesión a la que aludieron varios analistas calificados, probablemente para sacudir la paz que reinó en los mercados durante todo el mes de enero.
Pero a la vez que los informes publicados además de favorecer al dólar favorecen a la economía estadounidense, los riesgos de un rebrote inflacionario también han crecido. Para las acciones, que a la economía le vaya bien debería ser una suerte de bendición. Lo es en parte, si se analizan los gráficos diarios o semanales, que comienzan a dar señales positivas en los papeles principales. Pero en el día a día la perspectiva es otra: a mayor inflación, la Fed seguirá ajustando la tasa durante más tiempo de lo previsto, y seguirá restando liquidez al circuito.
Añadido a esto, varios funcionarios de la Fed comienzan a aparecer en público favoreciendo mayores alzas de tipos de interés en el futuro, algo que parece descontado. Una tasa del 5.25 al 5.50% es lo que los mercados esperan, lo cual coincide con 2 o 3 alzas más durante las próximas reuniones. En definitiva, los aumentos seguirán hasta el cierre del primer semestre.
La inflación será clave en este período, sin dudas, y allí no parece tan claro que la Fed siga aumentando la tasa durante un tiempo prolongado. El banco central cumplirá el mes que viene un año aumentando la tasa en cada reunión de política monetaria, y si bien la inflación se mantuvo alta durante buena parte del primer semestre de 2022, la misma comenzó a ceder en su medición subyacente ya a partir de junio. Distinta es la inflación general, que incluye alimentos y energía. Esta última variable voló desde el inicio de la guerra en Ucrania, y recién en los últimos meses cedió en gran forma. Claramente, la inflación dejará de ser un problema tan notorio sobre el cierre de 2023.
El dólar tiene un camino alcista por delante, más allá de las correcciones esperables. El euro se aleja de 1.0830, la libra de 1.2250, y el yen de 130.00. Y mientras las tres monedas no logren acercarse a esos niveles, el billete seguirá siendo claro ganador.
Este jueves, la inflación mayorista servirá para seguir dando impulso al dólar en todos los frentes, y la batería de noticias que la acompañan (peticiones de subsidio por desempleo, permisos e inicios de construcción, índice de la Fed de Filadelfia) poco tendrán para ofrecer.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.