Los operadores bursátiles festejaban (siempre a cuenta, claro está) después de conocido el índice de inflación mayorista en octubre, que quedó por debajo de lo esperado. El dólar cayó de inmediato, y el euro se acercó a 1.0500, en su mejor nivel en varios meses, en tanto la libra esterlina superó momentáneamente 1.2000, algo poco imaginable apenas semanas atrás, cuando el efímero gobierno de Truss logró algo menos imaginable aún: llevar a su propia moneda a rozar la paridad.
Hasta el yen, siempre pendiente de cuestiones externas como los rendimientos de los bonos del Tesoro, a punto estuvo de cubrir un viejo gap del 26 de agosto, cuando su caída se hacía interminable. Dicho nivel, en 137.45, aún no ha sido alcanzado y, si algo seguro hay en los mercados, es que los gaps siempre se cubren (por las dudas, no se olvide de 1.1270 en el EURUSD).
La alegría duró poco. Apenas iniciada la sesión americana, trascendió que un misil ruso impactó en una ciudad de Polonia, casi en la frontera con Ucrania. Las alarmas se encendieron de inmediato, ante la chance cierta, y aún no resuelta, de que Polonia acuda al Tratado de la OTAN, que obliga a los aliados a defender a una potencia miembro en caso de un ataque externo.
Occidente reacciona con mucha prudencia, ante el previsible silencio ruso. Más allá de las consecuencias que una guerra mundial podría tener sobre la humanidad, que realmente conviene no imaginar, el efecto sobre los mercados, algo de importancia muy menor en relación a un conflicto global, fue realmente duro.
Las acciones de Wall Street borraron de inmediato sus ganancias, y las monedas europeas cayeron sin atenuantes, quedando lejos de sus máximos del día. En la sesión asiática de este martes el panorama no cambia.
Obsérvese que hablamos de monedas europeas, y no las principales. Y es que el yen, que es una de las más importantes divisas, está volviendo a actuar como refugio. Ya en febrero, apenas una semana antes de la invasión de Rusia a Ucrania, hubo versiones del inicio de la guerra, y el par USD/JPY se precipitó a una velocidad inusitada.
La situación se mantuvo hasta que la guerra dejó de estar en los titulares, y la inflación (en parte derivada de la guerra) obligó a la Fed a endurecer su política, y a vender parte de los bonos que compró durante muchos años. Los rendimientos de esos bonos se dispararon a máximos de 15 años, y así el yen dejó de actuar como un activo seguro, para sufrir su peor devaluación en décadas, producto del atractivo por los bonos, y por las acciones de Japón, cuyos bonos observan un rendimiento fijo del 0.25%.
Si la guerra se agrava, el yen volverá a crecer. Y si bien el euro y la libra caen ligeramente, el yen no lo hace, como tampoco lo hace el oro, que cotizó durante buena parte del martes por encima de 1770 dólares, y parece dispuesto a superar 1800 dólares próximamente. La onza también es un refugio seguro, y más en medio de un conflicto bélico.
Los ánimos parecen calmarse en estas horas, aunque el temor perdura. El euro tiene bastante para ganar si supera 1.0500, y lo mismo le sucede a la libra, sobre todo después de haber quebrado 1.2000.
Este miércoles las ventas minoristas de octubre serán el foco de atención de los operadores, aunque la guerra vuelve a estar en el ánimo de todos.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el jueves.
Adrián Aquaro
Trader College