El Banco Central Europeo aumentó, tal como estaba previsto, la tasa de interés en un 0.75%, llevando la misma al 2%, un nivel que no tenía desde febrero de 2009. Los últimos dos aumentos, de igual tenor, constituyen todo un récord en la joven entidad que dirige Christine Lagarde, y deja en claro la preocupación de la institución por la alta inflación reinante.
Al BCE le toca lidiar con una serie de dificultades que exceden lo económico. La guerra entre Ucrania y Rusia puso en jaque al sector de la energía, con el corte de suministro de gas desde Moscú a gran parte del continente, elevando el costo de vida que ya era alto, y acercando a la Eurozona a una recesión, tal como lo manifestó la Sra. Lagarde.
De alguna forma, la funcionaria dejó entrever que va a suavizar la política monetaria en el futuro, al explicar que el riesgo de una caída mayor de la economía es muy alto.
Por otro lado, el PBI del tercer trimestre arrojó cifras positivas y por encima de lo esperado. La Fed se alivia, al justificar con creces sus aumentos de tipos de interés. PBI, positivo; mercado laboral, sólido, con un desempleo mínimo en 60 años. Finalmente, no están tan mal las cosas.
Una baja de la bolsa de valores en Nueva York, con una fuerte caída de buena parte de las acciones tecnológicas le dio nuevamente fuerza al dólar, llevando consigo a la baja al euro, que a su vez venía perdiendo vuelo tras el discurso de Lagarde. El quiebre de la línea de tendencia de largo plazo medida en el gráfico diario quedó, por ahora, sin efecto.
La libra esterlina se mantiene algo más firme, por encima de 1.1500. Sin embargo, todo apunta a que vuelva a caer en las próximas sesiones. La proximidad de la reunión de la Fed va diluyendo el buen humor de los mercados, que en forma artificial fue alimentado la semana pasada por un artículo que hablaba de una revisión de la política monetaria del banco central. Cada día que pasa ese artículo parece ser más una excusa que un motivo.
La onza de oro no logra salir de un rango estrecho de precios, pero sin superar resistencias clave, que debe quebrar para aspirar a llegar primero a 1700 dólares, y luego a 1740 dólares, próximas resistencias importantes. Sin embargo, el cambio de tendencia no le queda tan lejano al oro. Claro, tampoco quedaba lejos en 1805 dólares, pero el rebote en la línea bajista de entonces derivó a una fuerte caída a los mínimos del año en 1615 dólares.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro siguen cediendo, lo cual permite al yen oxigenarse, luego de llegar a mínimos de 32 años el viernes pasado. La moneda nipona está pendiente de intervenciones múltiples por parte del Banco de Japón. Las que intentó, no salieron del todo bien; en las dos más importantes, el yen demoró poco más de una hora en perder lo que había recuperado. Sí, en cambio, parecen ser un llamado de atención a los mercados, que como un niño que hace algo a escondidas va probando posiciones largas del dólar ante el yen, cayendo lentamente. Cuando aparece el BoJ, se termina el juego.
El deflactor de inflación de septiembre, informe rezagado si los hay, marcará el ritmo de la sesión americana. Se trata de un dato muy seguido por la Fed, que mide la inflación por consumo. No suele tener mucho efecto en los precios, aunque en un momento como este, todo es posible.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana, nos reencontramos el próximo lunes. Hasta entonces.
Adrián Aquaro
Trader College