La sesión del lunes mostró a los inversores dispuestos a buscar riesgo en la bolsa de Nueva York. Los índices bursátiles volvieron a crecer, aún cuando se encontraron, sobre la mitad de la sesión, con resistencias importantes que limitaron sus movimientos alcistas de corto plazo.
A la vez, el euro, la libra esterlina, el dólar australiano y el dólar canadiense brindaron señales de firmeza, pese a la baja que sufrió la moneda única en la apertura de la sesión americana. En este sentido, la libra esterlina se vio más beneficiada, y aunque el PBI mensualizado de Reino Unido quedó por debajo de lo esperado, la libra se mantuvo lejos de sus mínimos de la semana pasada.
El yen continúa débil, pendiente del costo de la energía y de los rendimientos de los bonos del Tesoro. Los de 2 años se mantienen en máximos de 15 años, lo cual limita cualquier posibilidad de que la moneda nipona vuelva a imponerse en el corto plazo.
La onza de oro también se muestra más activa y con ciertos signos de recuperación. Si bien la barrera de 1731 dólares (38.2% de la baja anterior) es bastante poco superable en un primer intento, si las monedas europeas comienzan a levantarse, la onza las seguirá.
Pero claro, estamos ante un dato definitorio. Y se trata del índice de inflación minorista de agosto, con todo el impacto que el mismo supone, a falta de poco más de una semana para la reunión de política monetaria de la Fed.
Sin dudas, el índice general ofrecerá cifras menores a las de julio. El componente de energía es clave, y tanto el petróleo como el gas natural han bajado en los últimos 30 días. A la vez, las dificultades en la cadena de suministros se van suavizando, y las materias primas en general han perdido terreno.
El problema es la inflación subyacente, que excluye alimentos y energía. Estas variables están lejos del alcance de los bancos centrales, puesto que cotizan en todo el mundo, y no dependen de la emisión de dinero de un país, sino de su propia oferta y demanda.
Si bien en julio la inflación subyacente bajó del 6.2% al 5.9%, en agosto podría haberse mantenido en el mismo nivel, o incluso subir al 6%, lo cual supone un problema para los mercados, que verán como a la Fed se le facilitan las cosas para seguir aumentando la tasa de interés durante un buen tiempo, pese a los evidentes efectos negativos que esto tiene sobre la economía.
Es más, podríamos decir que ni siquiera son los aumentos los que perjudican la actividad, sino la periodicidad y tenor de los mismos. La Fed se acordó tarde de actuar, y no miró que, por ejemplo, el Banco de Inglaterra tomó acción antes de iniciar 2022, y sus alzas de tipos fueron mucho más suaves y consecutivas. Claro, en el medio, el puesto de jefe del banco central no estaba en juego en Inglaterra, como si lo estuvo en Estados Unidos.
Con este panorama y un mercado optimista (¿se descuenta una inflación alta, una baja en Wall Street y un dólar de nuevo dominante?) es que comienza el día más importante de la semana.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el miércoles.
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