Los mercados se mantienen en calma antes del crucial discurso del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en el contexto del Simposio de Jackson Hole. En los últimos días se han dividido las opiniones de los analistas; por un lado están quienes opinan que Powell mantendrá un discurso agresivo, prometiendo nuevas alzas de tipos de interés más allá de septiembre, aumento que ya está descontado por los mercados. Por otro lado, están quienes creen que Powell moderará su postura, contradiciendo de alguna forma los dichos de varios funcionarios de la Fed, que quieren ir a fondo con más aumentos de tipos en los próximos meses.
Creemos más en esta segunda opción. Powell sabe, y deberá hacer equilibrio al hablar este viernes, que cualquier palabra no del todo clara puede generar un desplome de los mercados en Wall Street, algo que no parece ser su deseo. Hasta el momento el funcionario intentó, a veces con éxito y otras sin él, demostrar que se preocupa tanto por bajar la inflación como por no provocar una caída en los mercados.
Su postura actual, de mostrarse algo más duro contra la inflación, cambió a fines de 2021, casualmente cuando quedó confirmado como presidente del banco central por un período más. Hasta entonces, su visión era que la inflación se trataba de un fenómeno transitorio.
A favor de Powell se puede decir que no podía prever la guerra en Ucrania, que disparó el precio de las materias primas, tanto de los alimentos como de la energía. Pero en su contra se puede esgrimir que la inflación subyacente, que excluye tales variables, ha seguido creciendo hasta hace apenas dos meses, producto de una emisión descontrolada, y de los planes de estímulo del gobierno del presidente Biden, algo que tampoco es atribuible al banco.
El dólar llega muy fuerte a esta nueva instancia, y salvo que Powell se muestre demasiado liviano, no hay motivos para pensar en un cambio de tendencia repentino. Sí podría atenuarse un aumento del billete, sobre todo en su cruce con el euro, si se pronunciara a favor de seguir la información que se vaya publicando para tomar decisiones. En dicho caso, los datos de empleo, inflación, ventas minoristas y PBI serán seguidos con lupa por los mercados después de la reunión de septiembre.
El euro no tiene muchas herramientas para defenderse en esta situación. Ha llegado a mínimos de 20 años en estos días, y podría seguir tocando nuevos mínimos si Powell le borra el optimismo a los mercados. Hay razones para pensar en ello. La más importante es que los dichos de Powell probablemente ya sean medianamente conocidos en los bancos, y las acciones crecieron en Wall Street el jueves, sin muchos motivos y sin noticias que lo ameriten. Una caída violenta de las acciones equivaldrá a una baja sustancial del euro, la libra esterlina y el yen.
El euro sí tendrá su oportunidad en los primeros días de septiembre, cuando el Banco Central Europeo anuncie un aumento de tipos de interés. Pero deberá luchar contra una crisis energética fenomenal que se acerca, producto del corte de suministro por parte de Moscú. Europa sufre los efectos de las sanciones impuestas contra Rusia de la peor manera posible, aunque cabe pensar si tenía alguna opción al momento de tomarlas.
La libra esterlina también se muestra débil, en momentos en que Reino Unido afronta problemas similares a los de la Unión Europea, y ahora sin el paraguas protector que suponía pertenecer, aunque fuera en condiciones distintas al resto de los países que la componen.
Como se ve, el panorama es sumamente complejo, y no hay mucho margen de maniobra por parte de los bancos centrales. Lo que creemos más cierto en estas horas es que el dólar tiene bastante para ganar, y poco para perder.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana, nos reencontramos el próximo lunes. Hasta entonces.
Adrián Aquaro
Trader College