El dólar volvió a brillar el martes en prácticamente todos los frentes, con una baja de mediano tenor del euro y la libra esterlina, y con el yen nuevamente cerca de sus mínimos del año (y desde mediados de 1998) en la zona de 136.70.
El embate de la moneda norteamericana coincide con una baja importante de la bolsa de Nueva York. Las acciones principales volvieron a posicionarse en esa dirección, ante una reiterada preocupación por la recesión que puede llegar a la economía estadounidense en los próximos tiempos.
La inflación en máximos de más de 40 años, y la reacción agresiva de la Reserva Federal para combatirla (que recién comienza) se conjugan para que, periódicamente, la bolsa sufra estas caídas.
Las materias primas también sufren esta circunstancia. El oro se aleja por ahora de su condición de activo de refugio, cayendo de la zona de 1820.00 dólares, en tanto la plata y el platino no logran alejarse de sus respectivos mínimos anuales. El petróleo ha sido la excepción en las últimas horas, con un rally no tan importante en puntos, pero que sí sirvió para cambiar su sesgo bajista de corto plazo.
En la sesión asiática del martes vuelve a notarse un cierto nerviosismo en los mercados, con movimientos poco usuales en estos horarios. Sin embargo, los pares principales de divisas presentan un comportamiento en estrechos rangos de precios, por lo que solo están volátiles, aunque con una amplitud bastante escasa.
Los mercados se abocan ahora a esperar la presentación conjunta de la titular del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, del gobernador del Bank of England, Andrew Bailey, y del presidente de la Fed, Jerome Powell, en Portugal. El encuentro tendrá lugar desde las 9:30 del este, y será el hito más importante del día.
Si bien no se esperan definiciones fuera del contexto en que se mueven estos bancos centrales en estos tiempos, una confirmación por parte de Powell del rumbo que ha tomado la Fed, con aumentos progresivos de tasa de interés desde marzo, podrían volver a impulsar al dólar.
En cambio, Lagarde confirmará un aumento más suave de tipos, en julio, del orden del 0.25%, dejando abierta la puerta para un incremento similar en septiembre. Esta diferencia de criterio con los otros bancos centrales, motivada sobre todo en las disímiles situaciones que atraviesan los países del norte, más sólidos, respecto a los países del sur, con mayor nivel de deuda, es objeto de análisis por parte del BCE. La propuesta de comprar bonos de estos últimos países, pese a que el propio estatuto de la entidad no lo permite (cabe acotar que ya lo ha hecho en el pasado con países poderosos), podría llevar al BCE a equilibrar fuerzas con otros bancos centrales en el futuro.
Respecto al Bank of England, Bailey también confirmará los próximos pasos, similares a los ya dados. Alzas de tipos de interés de bajo tenor, en medio de una inflación récord en varias décadas, y una visión sumamente pesimista para los próximos tiempos. Y no le falta razón al funcionario. A los males de este tiempo (pandemia, inflación, guerra) se suma lo que en tenis se denomina “error no forzado”, que en el caso de Reino Unido se llama Brexit.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el jueves.
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