Los datos de manufacturas y servicios conocidos en ambos márgenes del Atlántico encendieron nuevas alarmas respecto al futuro de la economía global. Las mediciones de Markit quedaron peligrosamente cerca de los 50 puntos, barrera que separa la expansión y la contracción de ambos sectores.
En Estados Unidos, por caso, la medición de manufacturas cayó de 58 a 52 puntos en tres meses, una baja con pocos antecedentes en los últimos años, excepción hecha de los meses de inicio de la pandemia. La cifra de servicios también se mostró débil, aunque su declive fue menos pronunciado, ya que venia perdiendo desde marzo pasado.
En Alemania, la primera potencia económica europea, la medición de manufacturas ya viene dando signos de baja desde mediados de 2021, y los datos de este mes terminaron por confirmar dicha caída.
Estos informes muestran que una recesión global está más cerca de lo esperado, y lo más alarmante es que la situación encuentra a los bancos centrales absolutamente a contramano. Estas entidades, dentro de las cuales la Fed es líder, y cuyos pasos sigue la mayoría, dieron muestra de una total falta de ubicación en tiempo y oportunidad, estirando sus planes de estímulo varios meses más de lo debido en 2021, y generando una inflación que llega a máximos de varias décadas.
La guerra en Ucrania agravó la situación, con un alza histórica de las materias primas, lo cual obligó a los bancos centrales a ajustar de apuro sus respectivas políticas monetarias. Pero dado que la energía recién ahora comienza a estabilizarse, y la cadena de suministros global sigue presentando dificultades importantes, los bancos centrales deben ahora elegir entre el mal menor: bajar la inflación, o recesión. Por el momento, han elegido lo primero.
La inacción de los bancos centrales es tal que hasta la variable del empleo, que en los últimos meses había dejado de ser una preocupación, puede comenzar a serlo muy pronto. Cuesta entender tamaño desacierto entre funcionarios que, se supone, están donde están por capacidad operativa. Es evidente que, aún con muchos títulos y legajos brillantes, no han vivido en un país con una inflación endémica.
En este contexto, solo el yen está dando que hablar en estos días. Sus alzas y bajas continuas contrastan con su habitual tranquilidad, y su condición de “árbitro” entre el dólar y otras divisas. Luego de llegar a mínimos de 1998 el martes, la moneda nipona recuperó 200 puntos, para ceder casi 100 al cierre de la sesión americana de la víspera.
El euro y la libra esterlina lucen expectantes. Lejos, o no tanto, de sus mínimos de varios años que tocaron el mes pasado, pero sin fuerza para ganar terreno en forma concluyente, y para alejar los fantasmas de mínimos de décadas, como por momentos parecieran ir a buscar.
El euro deberá superar por lejos la zona de 1.0700 y la libra 1.2500 para comenzar a dar señales realmente positivas, y ello parece lejano, no tanto en puntos, sino en el tiempo. El oro atraviesa una situación similar, circulando en un estrecho rango de precios entre 1825 y 1840 dólares por onza.
El petróleo y el gas hacen ahora caso omiso a la guerra en Ucrania. Pesa más el temor a una recesión global, que marcaría el fin de sus respectivos ciclos alcistas, que la falta de oferta de ambas materias primas a Europa.
La sesión del viernes tendrá como hito importante la apertura de la sesión americana, a las 9:30 del este, luego de un jueves que no dejó mucho para el análisis, con los papeles líderes en constantes idas y vueltas, y sin pistas importantes para la sesión de la fecha.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana, nos reencontramos el próximo lunes. Hasta entonces.
Adrián Aquaro
Trader College