Una intensa jornada vivieron los mercados financieros el miércoles, con las monedas europeas en rangos estrechos de precios, y con un nuevo mínimo de dos décadas -en rigor de verdad de febrero de 2002- del yen, una moneda cuya caída no encuentra un suelo cierto por el momento.
Las materias primas aparecen imparables por el momento, agitando los fantasmas de una inflación persistente y muy alta por mucho más tiempo de lo previsto. La guerra entre Ucrania y Rusia pasa a un segundo plano en las noticias desde la acción bélica, pero las consecuencias económicas comienzan a emerger, y allí tenemos una muestra.
El petróleo supera los 120 dólares en los futuros del WTI, y se acerca a sus máximos del 9 de marzo, cuando tocó 126.50 dólares, en un máximo de 14 años. El gas natural no se queda atrás: llegó el miércoles a 9.63 dólares, en un nuevo máximo desde agosto de 2008, antes de caer más de 1 dólar durante la tarde de Nueva York. En ambos casos, las correcciones están a la orden del día, con un mercado sumamente volátil, aunque mantienen una tendencia alcista que por ahora no tiene un final a la vista.
Las oleaginosas, los metales, y en general todos los “commodities” ofrecen sendas alzas de mediano y largo plazo, algo esperable desde la ausencia de oferta de Ucrania, con sus exportaciones de granos embargada por Rusia, y de la propia Rusia, cuyas ventas se han prohibido en Europa. No hay motivos para que ello cambie en los próximos días, ni en las próximas semanas. Aún en el muy hipotético -aunque deseable- caso de que la guerra finalice, volver a la normalidad llevaría meses, y en el medio la inflación seguirá siendo la protagonista principal en todo el mundo.
Precisamente, este jueves el Banco Central Europeo anunciará su política monetaria, en una esperada reunión, a cuya finalización hablará Christine Lagarde, su titular, tan glamorosa como especialista en hablar sin definiciones claras.
A la manera de la Fed, varios funcionarios del banco central deslizaron en los últimos días que esperan una alta inflación por mucho tiempo -no es necesario saber de economía ni ser funcionario de alto nivel para ello, o sea que se trata de una obviedad-, siendo el eufemismo que encontraron para explicar lo que muchos esperan que explique la Sra. Lagarde en pocas horas: que habrá un aumento de tipos de interés en julio, una medida que se posterga sin muchos argumentos más que defender el funcionamiento de la economía.
La inflación “simétrica” propuesta por Lagarde hace pocos meses, que consiste en que el costo de vida sea del 2% anual, ni una décima más o menos, parece cosa del pasado. Aún elevando los tipos de interés varias veces, la inflación en máximos de casi 50 años no va a ceder, y mucho menos con el costo de la energía en las nubes. Pero la inacción del BCE es un caso de estudio, con intereses encontrados entre el norte poderoso y el sur más débil. En defensa de Lagarde se puede decir que esta situación tiene lugar desde la época de Jean Claude Trichet. Este exfuncionario tuvo una particularidad en sentido contrario: en abril de 2011, en plena crisis, con la Eurozona en sus peores momentos económicos, elevó la tasa de interés bajo el argumento de que podía aumentar la inflación en cualquier momento. Se trata de un banco central bastante particular, que oscila entre la dinámica de la Fed, la impulsividad del Banco de Inglaterra, y la tranquilidad del Banco de Japón, pero actuando siempre a destiempo. Algo así sucederá este jueves.
Mientras tanto, y ya en horario asiático de este jueves, el yen sigue cayendo, el gas natural apenas se mueve, y el petróleo vuela. Se trata de un escenario al que, guste o no, habrá que acostumbrarse.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el viernes.
Adrián Aquaro
Trader College