Después de un turbulento comienzo de semana, este martes tendrá lugar una votación de extrema importancia en el Congreso de Estados Unidos. La invasión de Rusia a Ucrania, que se venía pergeñando desde varias semanas atrás, pero que se concretó el jueves 24 de febrero, dio lugar a una disparada del precio de las materias primas, encabezadas por el petróleo.
La materia prima líder se encuentra en máximos de 10 años en los futuros del WTI, y de 12 en la variedad Brent, de Reino Unido. El Congreso tiene por delante la responsabilidad de decidir si prohíbe las importaciones de petróleo desde Rusia a partir de ahora, lo cual supone una fuerte presión sobre Moscú, y el gobierno de Putin.
Si la votación es positiva, habrá una menor oferta de petróleo en el mundo (aproximadamente un 7% de la producción global pertenece a Rusia), lo cual generará un inmediato aumento explosivo del crudo.
En los últimos días varios países han intentado reflotar un acuerdo nuclear con Irán. El país persa es otro gran productor de petróleo, y ha sufrido sanciones similares, que ahora se intentará eliminar de urgencia. De todas formas, se estima que Irán no está en condiciones de ofrecer tamaña producción en reemplazo del petróleo ruso en pocos días, y cualquier acuerdo al que llegue llevará tiempo implementarlo.
Por otra parte, Rusia (como también Irán en su hora) puede acordar la venta de petróleo “fuera de circuito” a otros países, como China, que suele tener este tipo de prácticas. De manera que el perjuicio contra Moscú puede ser parcial, aunque sea sensible en una primera instancia.
El petróleo es la única variable que influye sobre todos los países, sobre todo los industrializados. Con una inflación galopante en las economías desarrolladas, que los bancos centrales intentan combatir con tímidas alzas de tipos de interés, un aumento como el que estamos viendo en estos días en el petróleo (sin dejar de lado el gas, también en máximos) solo genera una mayor expectativa inflacionaria. De allí la importancia de lo que se decidirá este martes en Estados Unidos.
Las monedas líderes dan señales de debilidad extrema, pero también se sobreventa extrema, hora tras hora. El euro, en mínimos de dos años, la libra esterlina, de un año y medio. El dólar australiano a contramano, con el oro apuntando a sus máximos históricos de agosto de 2020. El petróleo presionando sobre el dólar en países como México, Colombia o Brasil, donde el billete pierde terreno aceleradamente, y las oleaginosas quitando presión al tipo de cambio en el sur de Sudamérica. Este es el panorama de los mercados en días que asoman decisivos en la guerra entre Ucrania y Rusia.
Los constantes ceses del fuego aparejan, cada tanto, algo de tranquilidad a los mercados. Sin embargo, lo que ocurre es grave, y la bolsa de Nueva York lo reflejó el lunes, con una baja de los índices que, en el caso del S&P 500 superó el 3%, y con el Nasdaq cediendo el 3.7%, en el peor día de operaciones desde octubre de 2020.
La única moneda cuyo comportamiento sorprende es el yen. A esta altura, y en circunstancias menos relevantes, la moneda nipone hubiera crecido varios centenares de puntos. En esta oportunidad, apenas se mueve, aún cuando las noticias de la guerra son cada día más desalentadoras.
Por el momento, nada distinto a lo que se ve puede esperarse. Tan solo algún compromiso por parte de Rusia y Occidente de un alto el fuego sustentable puede cambiar este panorama, y ello parece bastante lejano.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el miércoles.
Adrián Aquaro
Trader College