Las nóminas de empleo no agrícolas sorprendieron positivamente el viernes, con la generación de 467 mil puestos de trabajo en enero, frente a los 110 mil esperados. La tasa de desempleo creció muy ligeramente, al 4%, en tanto las ganancias promedio por hora sí crecieron en buena forma, en lo que se conoce como “la inflación de los salarios”, que como suele suceder, quedaron bastante por debajo de la inflación real, que ronda el 7%.
Precisamente, los datos de inflación minorista de enero, que se conocerán el jueves, serán las cifras más esperadas de una semana que habitualmente no se caracteriza por ser la más pródiga en materia de informes. El nivel actual de inflación es insostenible en el largo plazo, y pese a que gran parte de ello viene del costo de energía, de los alimentos y de los vehículos, nadie espera realmente que baje mucho si no se toman medidas de fondo. La Fed estará atenta a estos datos, más que nunca.
El ánimo de los mercados está algo caldeado, y más allá de las cifras mencionadas, conviene revisar lo que está sucediendo en la bolsa de Nueva York. A una caída histórica del 25% en Meta (ex Facebook), que no logró siquiera recuperar un dólar de su pérdida del jueves, le siguió una ganancia extraordinaria de Amazon, cuyo balance, presentado el jueves a la tarde, mostró cifras más que positivas. Así de oscilantes están las acciones principales, y con esas oscilaciones están los índices, en especial el Nasdaq 100, que representa a los papeles de tecnología.
No es mucho, pero hay una especie de consenso acerca de una burbuja creada en torno a este tipo de acciones, que durante muchos años brindaron ganancias de gran porte, y ahora parece haber llegado el tiempo de las dudas. Ya pocos apuestan por nuevos máximos históricos en algunos papeles hasta hace poco considerados intocables, como sucede con Facebook, y muchos son quienes sostienen que lo que viene es una caída mucho más fuerte que una simple corrección. En cualquier caso, no conviene hacer caso a pronósticos apocalípticos, que en este medio abundan, pero tampoco festejar de antemano.
A estos balances, cuyas cifras pueden ser buenas o malas, pero que en términos normales no justifican un alza o una baja del 25% de una acción líder, se le suma la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, lo que en otras palabras significa decir Estados Unidos y China. La situación es seria, y si bien muchos apuestan a una salida diplomática del conflicto, Rusia mantiene cientos de miles de soldados en la frontera con Ucrania, y cualquier malentendido, o una confusión, puede desatar un conflicto bélico, con consecuencias inimaginables. A las bolsas de valores no suele caerles bien este tipo de enfrentamientos, al menos hasta que estos se encaminen, y cabe esperar que este no sea el caso.
El oro se mantiene expectante. Llama la atención su quietud, y su cierto sesgo bajista, en un momento como este. Demás está decir que si el conflicto se agrava, volará por encima de los 1860 dólares sin demoras.
El dólar se mantiene mixto en estas primeras horas de la semana, con el foco puesto en su cruce con el euro y con la libra esterlina. Ambas monedas se mueven a contramano, y en sentidos que habitualmente deberían ser opuestos. El euro crece sin muchas pausas, pese a que la titular del BCE, Christine Lagarde, solo prometió más de lo que viene haciendo hasta ahora, y dejó entrever tibiamente algún aumento de tasa de interés, sin precisión alguna.
Mientras tanto, el BoE aumentó por segunda vez consecutiva la tasa de interés, pero la libra no reaccionó al ritmo de estas medidas. Una serie de declaraciones confusas, casi desafortunadas, del gobernador Bailey, dejó sin chances a la moneda británica, que parece preparar su alza para los próximos días.
Este lunes, la agenda de noticias es modesta, y solo la apertura de la bolsa de Nueva York, a las 9:30 del este, puede generar algún movimiento de cierta importancia.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College