Cuando un intermediario al que usted ha confiado sus bienes o valores declara algún tipo de insolvencia empresarial, ya sea por quiebra o por suspensión de pagos, los activos nunca pasan a ser propiedad del profesional, sino que siguen en manos del inversor, y por ello no tienen por qué correr riesgo alguno. El intermediario deberá responder ante las deudas con su patrimonio.
1) La Bolsa es segura, pero cuidado con los «chiringuitos»
Aunque la suspensión de pagos de un intermediario nunca es una buena noticia para sus clientes, el pequeño inversor no debe tener miedo a verse arrastrado por las circunstancias de insolvencia empresarial.
Las propiedades que se negocien en la Bolsa estarán resguardadas de esta situación adversa, pues nunca dejan de ser suyas. Por esta razón, usted no tendrá que responder con sus títulos ante las responsabilidades de pago que haya contraído su intermediario.
Sí debe tener mucho cuidado con los «chiringuitos» financieros, que ofrecen con pocas garantías grandes rentabilidades por inversiones en mercados emergentes o paraísos fiscales.
En el mercado de valores, cuando quiebra la agencia, las acciones cambian de gestor, pero no de dueño. En los «chiringuitos», corre el riesgo de que el intermediario emplee su inversión para responder ante los acreedores
2) Todos sufren las consecuencias
No sólo sufren «enfermedades» financieras las sociedades y agencias de valores. Los grandes grupos no están inmunes: también se pueden ver afectados por situaciones de quiebra o suspensión de pagos. En estos casos, la inquietud de los pequeños inversores se traduce en larguísimas colas ante sus sedes comerciales. Pero, la mayoría de las veces, no hay de qué asustarse. Las escenas de pánico colectivo responden más a razones psicológicas que al posible riesgo para los ahorros.
La experiencia dicta que las grandes entidades suelen garantizar más el patrimonio de sus inversores, sean estos grandes o pequeños