Para los inversores que buscan razones para preocuparse por los bancos, aquí tienen otra: Han prestado una gran cantidad dinero en monedas a prestatarios que tendrán dificultades para pagar. El fenómeno ilustra cómo funcionan los flujos de capital en un mundo económicamente integrado – y cómo pueden contribuir a las subidas y bajadas bursátiles.
Mientras la Reserva Federal de EE.UU. y el Banco Central Europeo mantenían las tasas de interés extremadamente bajas para apoyar a sus propias economías, provocaron que los bancos buscaran una mayor rentabilidad en otros lugares, y también prestaron dinero en monedas atractivas en todo el mundo. El resultado fue que la cantidad total de préstamos en dólares y euros a prestatarios no bancarios fuera de EE.UU. y de la zona euro crecieron un 57 por ciento durante los últimos seis años, hasta 12,7 billones de dólares, según el Banco de Pagos Internacionales. El gráfico adjunto lo muestra claramente.
Un crecimiento del crédito tan rápido es un precursor clásico de crisis financieras, y el elemento de tipo de cambio añade un giro negativo. Los planes de la Fed para aumentar las tasas de interés, junto con las preocupaciones sobre el crecimiento de los mercados emergentes, han hecho que el valor del dólar se eleve bruscamente contra una serie de monedas. El euro también se ha revalorizado contra algunas monedas. Así que para los prestatarios de países como Brasil y Turquía, cuyas monedas se han debilitado sensiblemente, el coste de pagar esa se ha disparado.
El segundo gráfico desglosa el crecimiento de la deuda a bancos en valor local del dólar como porcentaje del producto interior bruto durante los últimos dos años, debido sólo al cambio de divisas.
El resultado tiende a ser lo que hemos visto en los mercados globales. Las preocupaciones por impagos hacen que los inversores huyan – una respuesta que, presiona aún más a las divisas y detienen el flujo del crédito, haciendo más probables los impagos.
La pregunta entonces es si los prestamistas – los mismos bancos cuyos precios de las acciones se han desplomado en los últimos días – tienen suficiente capital para absorber las pérdidas. Si no es así, la angustia financiera puede propagarse rápidamente, como ya vimos en 2008.
¿Se puede hacer algo? Sí. Como el economista Helene Rey ha señalado, unos límites más estrictos de apalancamiento – es decir, la cantidad que los bancos y otras personas pueden tomar prestado por cada dólar de patrimonio – podría suavizar el ciclo global de auge y caída, sin ningún o casi ningún coste a la economía. Los prestatarios tendrían menos oportunidades de excederse y el sistema financiero estaría mejor preparado para absorber las pérdidas si las tuvieran. Los reguladores se han movido hacia esa dirección desde el año 2008, pero no lo suficiente.
Fuentes: BBG
Carlos Montero
La Carta de la Bolsa