El divorcio de la bolsa de Nueva York respecto a la economía es total, y la situación volvió a quedar puesta de manifiesto ante los datos de empleo de Estados Unidos de abril. Llamativamente, y cuando parecía que aún los pronósticos más optimistas quedarían algo cortos, lejos del casi millón de empleos esperado la cifra ascendió a 266 mil nóminas, con una tasa de desempleo que subió por primera vez en 12 meses, y que quedó en el 6.1%.
La cifra decepcionó los análisis, pero impulsó a máximos históricos al Dow Jones, dejando además cerca de dicha marca al Nasdaq 100, cuyas acciones habían sido vendidas brutalmente por los fondos de inversión en las semanas anteriores.
A estos dos respectos quedan algunas consideraciones por hacer. La primera es cuan confiables son los análisis previos, que son tomados como referencia y contra los cuales se puede afirmar que un informe ha sido positivo o negativo. Habitualmente, los datos son “mejores o peores que lo esperado”, y lo esperado esta vez fue tan escandalosamente errado que por lo menos llama la atención. Pensemos bien de los analistas consultados, y del Departamento de Trabajo, y que no hay cosas extrañas en el medio.
En cuanto a la reacción de la bolsa, con un meteórico despegue minutos después de conocerse los datos, queda muy claro que los máximos que desde prácticamente 7 meses atrás viene consiguiendo Nueva York prácticamente a diario, solo dependen de la liquidez que les ofrezcan los diversos planes de estímulo de la Fed y del gobierno, y no de la marcha de las empresas. En definitiva, se trata de una burbuja de formidable tamaño, que terminará por explotar el día que la Fed decida dejar de inflar a la economía (y a la bolsa, claro está) con dinero cuyo respaldo es el temor del mundo a que todo se desmorone un día. Una ecuación compleja con una definición que los malos datos del viernes ayudaron a estirar en el tiempo.
La máxima de que “cuanto peor, mejor” volvió a aplicar el viernes en Wall Street, y los rallíes de las monedas líderes obedecen solo a tal circunstancia. El euro, la libra, el dólar australiano, y el dólar canadiense siguen disfrutando de un dólar débil, pero no por culpa propia sino en defensa propia, esta vez de parte de la Fed, que sigue repitiendo un discurso vacío e impreciso, y por el gobierno de Biden, que goza de la simpatía de buena parte de la prensa global y, por consiguiente, de una parte significativa de la opinión pública.
El caso del Loonie canadiense es elocuente. En Canadá se perdieron el mes pasado 207 mil empleos, frente a los 305 creados en marzo. Una diferencia de 500 mil nóminas menos, que solo ralentizaron a la moneda local, antes de finalizar la semana en su máximo desde septiembre de 2017.
Con este panorama se inicia una semana que tendrá como principales atractivos las cifras de ventas minoristas e inflación de abril en Estados Unidos. Claro que con datos como el de empleo antes mencionado estos informes quedarán solo para la estadística, puesto que la Fed encontrará la excusa perfecta para seguir colocando fondos sin pausa alguna durante unos cuantos meses más, aún cuando la inflación supere largamente el 3%, como ocurrirá en mayo, cuando la deflación del petróleo de marzo y abril deje de entrar en las estadísticas anualizadas.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College