Falta solo una semana para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y la definición parece más lejana que nunca. Si hubieran tenido lugar en febrero, habrían sido un paseo para Donald Trump. Pero apareció la pandemia, y entre la crisis que aparejó, y que aún está muy lejos de ser superada, y las torpezas de su gobierno (comenzando con las del mismo presidente), los demócratas encontraron en Joe Biden una alternativa al modelo actual.
Los mercados se encuentran a la expectativa. Saben que si gana Trump tendrán los favores propios de los gobiernos republicanos, y por eso mismo apoyaron financieramente a Biden, cuyas ideas están algo más lejos de las finanzas.
Ello explica los movimientos erráticos, volátiles por momentos, que observa la bolsa de Nueva York en estos días. Las acciones tecnológicas, que tuvieron un gran año, comenzaron a caer raudamente, en tanto las representadas en el S&P 500 y el Dow Jones tampoco pasan por sus mejores días. De todos modos, lejos están de perder sus tendencias alcistas de mediano plazo, y habrá que esperar a la semana próxima para tener una definición más clara.
Las monedas, en tanto, están más pendientes de cuestiones puntuales, del momento, podríamos decir. La crisis hizo que el gobierno implementara planes de ayuda de distinto tenor, y sobre el que se está negociando había amplias esperanzas. Sin embargo, pasaron los días, republicanos y demócratas no llegaron a un acuerdo en el Congreso, y tal parece que el plan, que abarca más de 2 billones de dólares, deberá esperar a que pasen las elecciones, algo que realmente parece lógico.
El euro, la libra esterlina, el yen, se fortalecieron durante las últimas semanas, pero fueron declinando en sus posiciones a medida que el plan se diluyó. La moneda única, de todas formas, se despertó el viernes, con los muy buenos datos de manufacturas de Alemania, que devuelven al viejo continente la esperanza de una salida de la crisis. Sin embargo, el virus arrasa con cualquier cálculo optimista. Por caso, España debió declarar estado de emergencia hasta mayo próximo, una eternidad para cualquier país, y más aún para uno que viene lidiando con cifras dramáticas desde marzo pasado. Para esta semana, la resistencia de 1.1930, que fuera máximo histórico hace ya muchos años (2003) estará en el candelero.
La libra esterlina se encuentra ante un dilema. El dólar está débil, es verdad, pero el virus y el Brexit limitan cualquier chance de crecimiento. La divisa británica superó por lejos 1.3100, pero no se le puede pedir mucho más. Más allá de que la cuestión del virus es algo que tarde o temprano va a terminar, el Brexit no lo es. La salida será desordenada en el mejor de los casos, y aunque tuviera algún formato más cuidado, no evitará las consecuencias nefastas para Reino Unido. La zona de 1.2740 vuelve a aparecer en el horizonte para la libra.
El yen, en cambio, no cayó tanto. La moneda nipona creció por la baja del dólar, y se mantuvo mucho más firme, con el comunicado del BoJ previsto para esta semana. El Banco de Japón no suele ser muy expresivo, y tampoco tiene efecto duradero sobre los movimientos del yen, pero siempre conviene estar al tanto de lo que esperan, y deciden, el Sr. Kuroda y su gente.
El oro tampoco pudo consolidarse sobre 1932 dólares, un nivel que parece una barrera insalvable en el corto plazo. El destino del metal precioso parece sellado: sube o sube, pero no se sabe cuando. La impresión que da es que las elecciones terminarán por darle el impulso que necesita (¿anticipa esto una victoria de Trump?)
La agenda del lunes es modesta, y solo se conocerán las ventas de viviendas nuevas de septiembre, un dato que el mes pasado llegó a su mejor nivel desde enero de 2007, en pleno auge del sector inmobiliario de esa época, y que comenzó a caer a mediados de ese año. Otra prueba más de que la economía sigue una senda de recuperación muy concreta.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, nos vemos el martes.
Adrián Aquaro
Trader College