El año 2020 no ha sido amable con la industria petrolera. El crudo Brent, el referente internacional, comenzó el año en alrededor de 60 dólares. A finales de abril, estaba por debajo de 20 dólares. Cuando concluyeron algunas medidas de confinamiento a principios del verano, los precios del petróleo ganaron fuelle y registraron máximos de seis meses. Una subida hacia el nivel de 50 dólares parecía probable.
Sin embargo, septiembre ha vuelto a poner signos de interrogación sobre el futuro de la industria de cara al resto del año, así como la debilidad de los precios. Aunque el Brent sigue en más de 40 dólares, muchos analistas coinciden en que no se puede descartar un descenso hacia los 35 dólares.
Según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en septiembre: «La previsión de crecimiento económico mundial se revisa al -4,1% para 2020 desde el -4,0% del mes anterior, ante la nueva desaceleración del impulso de las economías, especialmente emergentes y en desarrollo… En 2020, la contracción de la demanda mundial de petróleo se revisa aún más a la baja en 0,4 (millones de barriles al día)».
Anteriormente, hemos analizado cómo podrían utilizar los inversores los fondos negociados en bolsa (ETF) para participar en los movimientos de los precios del petróleo. Hoy, ampliamos la discusión a la gran petrolera con sede en el Reino Unido BP.
A principios de año, tanto BP como Royal Dutch Shell alcanzaron la mayor capitalización bursátil en el FTSE 100, el índice bursátil líder del Reino Unido. Pero su caída en desgracia ha sido rápida y brusca. Las acciones de ambas compañías cotizan ahora a menos de la mitad de sus anteriores capitalizaciones de mercado. El 29 de septiembre, las acciones de BP cerraban en 229,30 p (17,67 dólares en el caso de las acciones de Estados Unidos).
Del mismo modo, el índice Dow Jones Oil & Gas ha caído alrededor de un 46%. Las empresas petroleras Chevron y Exxon Mobil también han bajado un 41% y un 51%, respectivamente.
Por un lado, los gigantes biofarmacéuticos en la carrera por la vacuna del COVID-19, AstraZeneca PLC y GlaxoSmithKline ocupan actualmente la posición de liderazgo en el FTSE 100.
Echemos un vistazo a BP para ver si una apuesta a contracorriente podría ser apropiada.
Resultados trimestrales poco halagüeños
Las fortunas a corto plazo de los accionistas de BP siempre han estado estrechamente vinculadas al precio del petróleo. Los precios más altos del petróleo ayudan a aumentar los ingresos, los flujos de efectivo y los beneficios. A principios de agosto, BP, con sede en Londres, Reino Unido, reportó unos pobres resultados en el segundo trimestre, indicando una pérdida de 16.800 millones de dólares, frente a las ganancias de 1.800 millones de dólares anunciadas en el segundo trimestre de 2019.
La compañía también redujo su dividendo a la mitad. Aunque se esperaba esta reducción, ha lastrado aun así la confianza de los inversores. En 2010, BP había recortado los dividendos para pagar el desastre del vertido de petróleo recién ocurrido en aquel momento. Entonces, para deleite de los accionistas a largo plazo, se convirtió en un pagador de dividendos consistente, con un aumento regular de los pagos. Con el reciente recorte de dividendos, la directiva admitió la incertidumbre en torno a los futuros beneficios.
En los últimos trimestres, la compañía ha ido diversificando la cartera y aumentando sus productos de energía alternativa, incluyendo combustibles y energías renovables. Sin embargo, BP todavía se conoce como una gran petrolera.
Sin embargo, el director ejecutivo, Bernard Looney, ha dejado claro que su cometido es hacer de la compañía una entidad energética más integrada. Durante la década, la dirección planea reducir la producción de petróleo y gas de la compañía en un 40%. A cambio, el grupo destinará más recursos a la generación de electricidad y energía limpia.
A principios de septiembre, BP lanzaba su «Previsión Energética 2020.» Uno de los mensajes clave era: «Es probable que la estructura de la demanda energética cambie con el tiempo: un papel decreciente de los combustibles fósiles, compensado por una proporción cada vez mayor de energía renovable y un papel cada vez mayor de la electricidad. Estos cambios sustentan las creencias fundamentales sobre cómo puede cambiar la estructura de la demanda de energía».
Dicho de otro modo, BP cree que ahora es el momento de buscar fuentes de energía alternativas. Es probable que los actores del sector de energías renovables sean recompensados generosamente.
En conclusión
Argumentamos que muchos inversores tienen una relación amor-odio con la energía, particularmente las compañías petroleras. Al comenzar el último trimestre del año, el sector petrolero se enfrenta una vez más al aumento de la oferta y el descenso de la demanda. En el caso de una lenta recuperación económica a escala mundial, los precios del petróleo podrían volver a ir hacia el nivel de 30 dólares o incluso por debajo. Entonces, las acciones de BP podrían sufrir aún más.
En lo que va de 2020, BP ha caído más de un 50%. Sus relaciones PER y P/S se encuentran en 21,65 y 0,27. A corto plazo, aún no compraríamos estas acciones, mientras que otro descenso del 5%-7% sigue sobre la mesa. Aquellos participantes del mercado que actualmente no son accionistas de BP podrían considerar esperar al margen las próximas semanas. También es posible que quiera analizar los próximos resultados trimestrales, mientras la directiva traza un nuevo curso de acción.
No abogaríamos por la compra en las caídas. Sin embargo, a largo plazo, vemos valor en las acciones de una compañía petrolera y consideramos comprar en las caídas de precio. Las cifras del sector o los indicadores trimestrales de BP pueden no parecer bonitos. Sin embargo, la historia de la compañía se remonta a 1909. Por lo tanto, es probable que capee el temporal como ya lo hiciera con muchos otros en el último siglo.
Tezcan Gecgil/Investing.com
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