Este concepto trata de responder a preguntas tales como éstas:
¿Cuánto dinero debe dedicarse a la inversión en mercados de futuros y opciones?
¿Qué porcentaje del mismo se debe arriesgar en cada apuesta individual?
¿Cuáles son las condiciones óptimas para iniciar una transacción?
¿Qué se debe hacer con una posición abierta que comienza a experimentar pérdidas?
¿Hasta cuándo se debe mantener una posición que lleva acumulando un gran beneficio?
¿Se deben comprar o vender todos los contratos de una sola vez o es mejor hacerlo poco a
poco?
Después de una gran pérdida, ¿es mejor aumentar el tamaño de la siguiente apuesta o bien reducirla al mínimo?
¿Y después de haber obtenido un gran beneficio?
Ante todo debemos entender que la gestión del dinero, también conocida como «gestión del riesgo», es el elemento clave para asegurar que las probabilidades de supervivencia en los mercados son máximas y que, por tanto, la habilidad del inversor o el acierto de su sistema de inversión tendrán la oportunidad de prevalecer en el largo plazo. Descuidar las reglas básicas de la gestión del dinero significa, invariablemente, poner en peligro el capital de inversión.
¿Por qué? Muy sencillo: los mercados experimentan continuamente oscilacionesy, de vez en cuando, sufren bruscos y repentinos movimientos en una u otra dirección capaces de infligir enormes pérdidas a los inversores que estén posicionados en el lado contrario…si no han tomado las precauciones necesarias. Puesto que tales movimientos bruscos no son una rareza en los mercados sino que son inherentes a su propia naturaleza, sus consecuencias no pueden, en ningún caso, ser atribuidas a la mala suerte, sino solamente a la falta de prevision y preparación.
Precisamente, lo que la buena gestión del dinero persigue es evitar, mediante el seguimiento de unas pocas y sencillas reglas, que un error de juicio o un movimiento adverso particularmente violento del mercado deje al inversor fuera de juego. Incluso en los juegos de puro azar, como la ruleta, la gestión del dinero es útil, ya que es difícil discutir, por ejemplo, que la división del capital disponible en varias porciones, cada una de las cuales se arriesga en una transacción, aumenta sensiblemente las posibilidades de seguir jugando, y de haber acertado alguna vez, con respecto a la estrategia de apostarlo todo a una sola transacción.
La gestión del dinero es, por así decirlo, la logística del juego. Sin una adecuada logística, incluso un ejército formidable puede acabar sucumbiendo ante el enemigo si las circunstancias son adversas. Pero por sí sola la logística no puede ganar una guerra. El inversor necesita, en todo caso, tener las probabilidades a su favor, es decir, tener un buen sistema de inversión. Entonces, ¿qué puede hacer la gestión del dinero por el éxito de un inversor?
Si el inversor tiene un buen sistema de inversión que le pemite acertar más veces de las que se equivoca, la buena gestión del dinero le permitirá acumular ganancias de una forma regular y segura, evitando que un movimiento adverso del mercado particularmente violento pueda dejarle en fuera de juego.
Si el inversor tiene un mal sistema de inversión que hace que sus errores sean mucho más frecuentes que sus aciertos, la buena gestión del dinero le permitirá perder su capital de una forma más lenta…pero acabará perdiendo su capital de todos modos.
Y, si el inversor tiene un sistema de juego que le permite acertar aproximadamente en la misma medida que se equivoca, la buena gestión del dinero puede conseguir que la cuantía del beneficio que obtiene cuando gana sea mayor que lo que pierde cuando se equivoca, de forma que el saldo final sea positivo para él.
A continuación vamos a ver cuáles son las reglas básicas de la gestión del dinero que todo inversor prudente debería seguir para asegurarse el éxito:
1. Planificar de antemano las estrategias, especialmente en lo referente a lo que hará si el mercado comienza a moverse desfavorablemente frente a las posiciones mantenidas. Nota del sufrido escribidor: alguno debería ponerse este punto encima de la pantalla de las cotizaciones. Especialmente si no es su propio dinero el que está en juego.
El primer paso que todo inversor debe llevar a cabo antes de arriesgar una sola peseta es decidir en qué momento liquidará su posición si el mercado se mueve de forma desfavorable para él. En realidad, lo mejor que puede hacer el inversor es decidir completamente, y de antemano, qué es lo que va a hacer y por qué, pes sólo así podrá evitar la desconfianza hacia sus propias decisiones y la tentación de cambiar de estrategia a cada minuto. No tiene sentido llegar y apostar sin más a que el mercado va a subir o a que va a bajar, pues hacer esto es como jugar a la lotería y las probabilidades de acabar ganando son también casi las mismas que cuando se juega a este juego.
Resulta muy humano concentrarse en los aspectos positivos de las apuestas e ignorar los riesgos que se corren. Muchos inversores calculan de antemano cuánto van a ganar con sus transacciones, e incluso llegan a gastarse, mentalmente o en la realidad, el dinero que piensan que van a ganar. Pero no olvidemos que éste es un juego de probabilidades y no hay certezas. Desde luego que se puede ganar mucho dinero. Pero para ello es necesario no sólo diseñar estrategias que permitan batir al mercado, sino también concebir defensas que permitan salir con vida cuando las previsiones resultan equivocadas. Por ello, hace falta pensar de antemano lo que se va a hacer y qué se hará si las cosas salen mal.
2. Limitar la especulación al capital máximo que se está dispuesto a perder.
Ésta es una regla elemental y que no debería precisar mayor extensión, pero, por desgracia, son demasiadas las personas que creen que los mercados son una especie de salvavidas a donde pueden recurrir para obtener el dinero que necesitan para hacer frente a alguna contingencia insoslayable.
Es obvio que esas personas arriesgan un dinero que no pueden permitirse perder, y con frecuencia ¡no da resultado!
Por alguna circunstancia del mercado difícil de explicar, los inversores raramente ganan si tienen que ganar. Aquellos inversores que inician una operación bajo presión de necesitar desesperadamente ganar, casi siempre pierden. Tal vez sea que en esas circunstancias los inversores tienden a apalancar en exceso sus posiciones, resultando por ello demasiado vulnerables al más pequeño movimiento adverso del mercado. Tal vez se deba a que toman sus decisiones de forma improvisada y sin planificación. Puede que las personas en esas circunstancias carezcan de la necesaria claridad de ideas y serenidad de ánimo. Lo cierto es que cuando un inversor arriesga un capital que no puede permitirse perder, todas las cualidades emocionales que conducen a un inversor al desastre tienden a magnificarse.
Pero, entonces, ¿Quién puede participar en este apasionante pero implacable juego,? ¿Sólo los amantes del riesgo?
¡No; todo el mundo, con tal de que se asegure de arriesgar un capital cuya pérdida no le arrastrará a una situación desesperada!
3. Arriesgar un tanto por ciento máximo del capital disponible en cada transacción individual.
Una vez más: todo en este juego conduce a las probabilidades. Y las leyes de la probabilidad dicen que si uno tiene un buen sistema de inversión que le permita escoger las estrategias más adecuadas en cada momento y se preserva el riesgo observando las reglas básicas de la gestión del dinero, acabará acumulando un capital impresionante. Y si no, ¿por qué acaba ganando la banca en el juego de la ruleta? La banca tiene un buen sistema de juego, ya que la existencia del cero pone las probabilidades a su favor. ¿Abrumadoramente? No, tan sólo un poco más del 2.7%. Pero, a largo plazo, esto es suficiente para ganar muchísimo dinero…¡siempre que se sigan las reglas básicas de
gestión del dinero!
¿De qué modo utiliza el casino esas reglas para asegurarse de que su sistema funcionará pese a los caprichos del azar? Prohibiendo que, como norma general, ningún jugador pueda superar un determinado límite de apuestas. ¡Esta es la forma en que se protege contra la «mala suerte»!
Recordemos que las probabilidades hacen que, si el sistema de juego es favorable a un jugador, éste acabe acumulando un gran capital a largo plazo, es decir, cuando han transcurrido un mínimo de 30 jugadas. Pero si el jugador no pone algún medio para evitarlo puede muy bien ocurrir que nunca llegue a esas 30 jugadas…porque se haya arruinado antes. Hemos visto que la banca, en el anterior ejemplo, tiene unas probabilidades de ganar que son, en cada transaccion individual, apenas superiores al 50%. Si cualquier jugador pudiese apostar una cantidad arbitrariamente grande en cada una de las jugadas, habría grandes probabilidades de que pudiese hacer saltar la banca sin que a ésta le sirviese de gran cosa el hecho de tener un sistema que funcina bien a largo plazo.
En los mercados ocurre exactamente igual: por bueno que sea el sistema de inversión que un inversor posea, nunca garantizará que éste vaya a ganar en cada una de las operaciones que inicia. Como máximo será capaz de poner las probabilidades a su favor y esto será más que suficiente para hacerle inmensamente rico con tal de que se proteja contra el riesgo de perderlo todo en una sóla o pocas jugadas.
El inversor debe, por tanto, determinar la fracción del capital total de que dispone que arriesgará en cada operación. ¿Qué fracción es la correcta? Una elección obvia podría ser arriesgar una cantidad fija de pesetas, o bien un número fijo de contratos en cada jugada. Nota mía: obsérvese como en todo momento se está hablando de juego, porque la especulación no es otra cosa. Otra cosa es que no sea un juego de azar. Este sistema, que cuenta con la ventaja de su sencillez, puede ser válido en los primeros estadios del aprendizaje de un inversor, siempre que la fracción de capital a exponer sea lo suficientemente pequeña como para que el riesgo asumido no sea excesivo. Sin embargo,
como se verá a continuación, puede no ser el sistema óptimo.
4. Hacer una apuesta solamente cuando el potencial de beneficio sea grande y el riesgo pequeño.
Deben buscarse aquellas operaciones que tienen un gran potencial de beneficios y un riesgo relativamente pequeño en comparación. Pero ¿cómo puede conocerse de antemano cuál es el riesgo de una operacion? Por lo general, el inversor asume el riesgo que desea asumir, pues en su mano está liquidar la operación en cualquier momento. El problema es que, dado el componente errático de los movimientos del mercado, una salida excesivamente rápida de una posición puede resultar un error si la causa resulta ser una oscilación menor dentro de una tendencia mayor que el inversor había pronosticado correctamente. De lo que se trata, por tanto, es de buscar operaciones que,
teniendo un gran potencial de beneficios requieran, por contra, sólo un movimiento relativamente pequeño del mercado en el sentido contrario al que se prevé para que pueda llegarse «razonablemente» a la conclusión de que uno estaba equivocado. A esto se le llama elegir operaciones con poco riesgo.
5. Graduar el tamaño de las apuestas en función de las probabilidades de éxito percibidas,
asegurando que el beneficio medio sea grande, y la pérdida media, pequeña.
Como vimos antes, incluso un inversor que siga un sistema de inversión que le permita acertar aproximadamente en la misma proporción en que se equivoca tiene una oportunidad de salir bien parado si consigue que el beneficio de las jugadas ganadoras sea mayor que la pérdida de sus jugadas perdedoras. Y, ¿cómo puede conseguir eso? Básicamente, graduando el tamaño de sus apuestas en función del grado de confianza que le merezca cada operación que inicia.
Un inversor que siempre arriesga la misma cantidad de dinero en cada operación es como un jugador de póker que siempre apuesta lo mismo, cualquiera que sean las cartas que tenga. Tener la flexibilidad de variar el tamaño de la posición que se tiene en el mercado, según cuáles sean las circunstancias, es una cualidad decisiva para el éxito de un inversor y sirve no sólo para reducir el riesgo durante los períodos perdedores, sino también para aumentar los beneficios en los períodos ganadores.
Si bien uno de los elementos más importantes del control del riesgo consiste en limitar el tamaño de cada una de las operaciones particulares que se inician hasta unos niveles lo suficientemente pequeños en relación al capital disponible, hay ocasiones en que, cuando se percibe la posibilidad de que una operación sea una gran oportunidad, puede resultar conveniente apretar un poco el acelerador e incrementar el tamaño de la apuesta. Si, una vez tomada la posicion, ésta resulta parecer poco propicia, el inversor puede liquidarla y aceptar una pequeña pérdida. Pero si las
probabilidades parecen estar fuertemente a su favor, el inversor puede mostrarse algo más agresivo e incrementar su grado de apalancamiento. Ciertamente, la habilidad de detectar estas oportunidades no se desarrolla de forma instantánea, pero es una de las cualidades que diferencia a un buen inversor de un inversor excepcional.
6. Mantener una posición cuando el mercado se mueve a su favor, y liquidar pronto una posición cuando la evolución desfavorable del mercado la hace incurrir en pérdidas.
El inversor debe concentrarse en maximizar sus ganancias, no el número de sus operaciones ganadoras. Si el inversor se apresura demasiado en liquidar sus posiciones cada vez que estas acumulan un pequeño beneficio, tendrá una gran probabilidad de obtener muchas operaciones con ganancias, pero la suma total de éstas será pequeña. Algunos inversores han estimado que hasta un 90% de los beneficios que obtienen en sus operaciones provienen de sólo un 5% de éstas. Por eso es tan importante maximizar las ganancias.
Esto se consigue de dos modos:
Aumentando el tamaño de la apuesta cuando se perciba que las probabilidades del juego son favorables manteniendo dicha apuesta el tiempo suficiente para aprovechar todo su potencial.
En el mercado suele decirse que hay dos formas de arruinarse: sufriendo grandes pérdidas y tomando sólo pequeños beneficios. El inversor no necesita tener razón todo el tiempo, pero debe ser capaz de sacar ventaja cuando tiene razón. Si no tiene la paciencia de mantener una buena posición hasta ayer obtenido la mayor parte de potencial de beneficios de la tendencia no podrá después hacer frente a las pérdidas resultantes de las malas posiciones.
Por otra parte, resulta vital limitar rápidamente las pérdidas de las posiciones abiertas. Existe una tendencia natural a mantener las posiciones perdedoras demasiado tiempo, con la esperanza de que las pérdidas no crezcan y el mercado se dé la vuelta. Desarrollan una especie de lealtad hacia las posiciones tomadas, resistiéndose a cambiar de opinión cuando el mercado les ha demostrado que se equivocaban. Esta actitud suele verse reforzada cuando el inversor se ha comprometido públicamente con su posición. Es un hecho bien comprobado en psicología que cuando una persona manifiesta en público una opinión, tiende de forma inmediata a mostrarse mucho más comprometida y convencida con dicha opinión que antes de haberla expresado en público. De alguna forma, todos necesitamos mostrarnos coherentes con nuestras propias manifestaciones frente a los demás, y nos
disgusta parecer inseguros o tontos.
Pero este mecanismo psicológico puede resultar nefasto para aquellos inversores que tienen predisposición a contar a los demás sus opiniones sobre lo que creen que va a hacer el mercado, y después se sienten obligados a ser coherentes con la opinión expresada. En estas circunstancias un inversor puede mantener una posición perdedora mucho más allá de lo que la realidad demuestra que es razonable, y tratará de racionalizar su actitud adoptando una visión sesgada de esa realidad que le permita seguir defendiendo su posición públicamente manifestad
7. No tomar una posición si no es capaz de fijar de antemano un límite de pérdidas «lógico»
De todos los elementos que conforman el éxito de un inversor, uno de los más importantes es el control del riesgo. Muchos inversores calculan al inicio de una operación cuánto dinero pueden ganar. Los inversores excepcionales piensan cuánto dinero pueden perder, y en función de la respuesta deciden si la operación merece la pena o no.
El paso más importante a dar para gestionar eficientemente el dinero que se invierte radica en la determinación de la pérdida máxima que se está dispuesto a soportar en cada operación individual que se inicia. La limitación de dicha pérdida, definida por la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta, se puede lograr mediante la utilización de órdenes «on stop». El inversor debe decidir cuánto debe moverse el precio del contrato en contra de sus posiciones para que deba concluirse que está en el «lado equivocado» del mercado. Esa cuantificación puede llevarse a cabo mediante el establecimiento de un porcentaje fijo de pérdia máxima por operación, o bien por cualquier otro medio que escoja el inversor, pero siempre debe realizarse antes de haber iniciado la estrategia. Resulta tentador ignorar el riesgo y concentrarse solamente en el beneficio que puede obtenerse, pero dicha forma de actuar sólo puede conducir al desastre.
8. Graduar progresivamente el número de contratos que toman o se liqidan en cada fase del mercado.
El inversor no necesita tomar o liquidar toda su posición en el mercado de una sola vez. Puede añadir contratos a una posición en la que está ganando, especialmente si está en las fases iniciales de una tendencia en el mercado, del mismo modo que puede liquidar progresivamente una posición en la que comienza a sentirse inseguro. Imaginemos, por ejemplo, que un inversor cree que el índice de la bolsa, después de varios días de fuerte subida, da la impresión de poder subir a cotas aún mucho más altas. El inversor se siente tentado de tomar posiciones compradoras, pero tiene miedo de que, después de las fuertes subidas ya experimentadas, el mercado realice una corrección a la baja antes de seguir subiendo. Por otra parte, si espera a que dicha corrección se produzca para comprar, se
arriesga a que, si ésta no se produce, el mercado siga subiendo y pierda definitivamente su
oportunidad a pesar de haber pronosticado correctamente la tendencia. En estas circunstancias, lo adecuado sería tomar una posición pequeña. De este modo, si el mercado inicia una corrección que está dentro de la lógica de lo anticipado por el inversor, las pérdidas de éste serán lo suficientemente pequeñas como para no sentirse impulsado a deshacer su posición como fruto del pánico. Incluso, si después de realizar la corrección, el mercado comienza a mostrar de nuevo signos de fortaleza, el inversor puede incrementar entonces el tamaño de la posición.
Y otro ejemplo más: supongamos que un inversor tiene acumulado un beneficio en unas posiciones vendedoras que mantiene en un mercado que ha experimentado una fuerte bajada. El inversor cree que la tendencia bajista permanece intacta y aún puede dar mucho de sí, pero, por otra parte, no desea correr el riesgo de perder todo lo que lleva ganado si su juicio está equivocado. Ante esta situación puede llevar a cabo dos tipos de maniobras defensivas.
Situar un stop o que implicase liquidar toda su posicion en cuanto el mercado subiese más de un determinado porcentaje que él fije. Si ese stop está demasiado cercano, podría suceder que su posición fuese liquidada como consecuencia de un movimiento bajista poco significativo y que no implique el fin de la tendencia bajista.
liquidar sólo una parte de la posición abierta. De este modo, se asegura al menos una parte de los beneficios acumulados y se mantiene la posibilidad de aumentarlos si la tendencia continúa su marcha ascendente.
9. Reducir el tamaño de las operaciones después de una gran pérdida o después de una gran ganancia.
Después de cerrar una posición con pérdidas, un inversor puede tomar dos actitudes posibles: puede reducir al mínimo el tamaño de su posición en el mercado o puede, por el contrario, intentar resarcirse de forma inmediata tomando, por ejemplo, posiciones de signo contrario a aquellas que le produjeron la pérdida.
En general no es aconsejable intentar resarcirse de forma inmediata y sin un análisis detenido de la situación. Sólo si la decisión de cambiar una posición compradora por una vendedora, o al contrario, nace de un análisis objetivo que hace comprender al inversor que su posición anterior estaba equivocada y que lo que creía que era un mercado alcista es, en realidad, un mercado bajista, o al revés, puede ser recomendable la toma inmediata de posiciones en el mercado.
La segunda parte de la recomendación contenida en esta regla de la gestión del dinero puede parecer más sorprendente. Sin embargo, reducir el nivel de las apuestas después de haber obtenido un gran beneficio puede resultar más crucial para el inversor. Por alguna razón, la mayor parte de los inversores suelen experimentar sus mayores pérdidas inmediatamente después de haber obtenido sus mayores beneficios. Tal vez sea que, a menudo, a los inversores les resulta difícil ver como dinero real las ganancias que acaban de obtener o las ganancias de las posiciones todavía no cerradas. Lo cierto es que existe alguna razón psicológica que conduce a muchos inversores a relajarse cada vez que tienen una racha ganadora, con lo cuál incurren en pérdidas. Por ello deben extremarse las
precauciones después de un gran beneficio, e incluso puede ser aconsejable reducir el tamaño de la posición en el mercado.
Y esto es todo. El libro al que pertenece se llama LOS MERCADOS DE
FUTUROS Y OPCIONES. Ed. Pirámide. Y el autor, Samer Souffi.
Santiago Esteban